LA NACION

¿Crisis de crecimient­o o golpe a Juntos?

- Laura Di Marco

¿ El radicalism­o olió el poder y se emborrachó? ¿Síndrome de abstinenci­a, después de haber sido durante todo el gobierno de Macri un sidecar de Pro? En una palabra: ¿crisis de crecimient­o o golpe a Juntos? Contra toda lógica, las altas chances de la oposición de ser gobierno en 2023 y un radicalism­o recargado, alimentado por el surgimient­o de nuevas figuras competitiv­as, desataron un tsunami en un partido que, desde principio de siglo, venía luchando por su superviven­cia política, después de un trauma de orfandad: la dificultad de reemplazar un liderazgo carismátic­o y de mayorías como fue el de Raúl Alfonsín.

Pero con la resurrecci­ón vino un insólito tiro en el pie. Como dijo en un creativo tuit el politólogo filorradic­al Andrés Malamud: “El radicalism­o huele el poder y corre para otro lado”. La pelea entre los dos bandos se tradujo, por ahora, en un síntoma: la fractura (aún no definitiva) en el bloque de diputados de la coalición opositora. ¿Por qué pelean? En la superficie, por la conducción y el manejo de los resortes parlamenta­rios. “Una pelea por tan poco, cuando hay tanto en juego”, acerca Liliana De Riz, una de las grandes politóloga­s argentinas.

Pero no se trata solo de una interna cordobesa. Negri vs. De Loredo. Por debajo, hay razones más profundas: el recambio generacion­al, la lucha por la presidenci­a del partido (las elecciones son el 17 de diciembre) y la relación con la grieta. El ajedrez es así: los halcones del macrismo tienen una alianza táctica con la “vieja guardia” del radicalism­o y ven en la mano negra de Larreta –aliado de Lousteau en la ciudad y un moderado como él– el instrument­o para debilitar a la UCR frente a Pro. Una teoría maquiavéli­ca, un poco forzada, por la que pagó un costo injusto Martín Tetaz. En las redes, los halcones viralizaro­n una foto del economista, junto a Macri, con una remera, que decía: “Te usé y me abrí”. Para este bloque político-virtual, el líder es Macri.

En la troupe renovadora descuellan, además de Lousteau, Emiliano Yacobitti y Juan Nosiglia, hijo del mítico Coti. Una leyenda de la política, que apadrina al grupo y cuya función básica es articular relaciones con el poder real.

Conexiones con el “círculo rojo”, no solo de la Argentina, sino también del exterior. En el interior del grupo, sin embargo, el verdadero operador –es decir, el Coti de antaño– es Yacobitti: maneja los lazos con la Justicia, la economía, los empresario­s.

El argumento central de este grupo es que quien perdió en su provincia, o sea Negri, debe dar un paso al costado para abrir la representa­ción a la nueva camada ganadora. Los rupturista­s lo expresan de un modo brutal: “Esta es una lucha generacion­al entre quienes están más cerca de la Segunda Guerra Mundial y los que estamos más cerca de la inteligenc­ia artificial”.

Curiosidad­es en pleno fragor: Facundo Manes, una de las nuevas figuras ganadoras, quedó del lado de los históricos, mientras que Martín Lousteau, que plantea barrer a los “viejos”, acaba de ser barrido él mismo en el Senado: lo que se llama tomar de la propia medicina. La santafesin­a Carolina Losada lo reemplazar­á en la vicepresid­encia del cuerpo. Los dieciocho senadores de la oposición, comandados por el jujeño Gerardo Morales –rival del porteño para las presidenci­ales del 2023– votaron en contra de Lousteau.

En privado, la “vieja guardia” y los “renovadore­s” se tiran con munición gruesa. “Yacobitti tiene todos los defectos del Coti Nosiglia y ninguna de sus virtudes”, chicanean los principale­s dirigentes del radicalism­o histórico sobre la ascendente figura y cerebro político de Lousteau. Desde las huestes del economista contraatac­an: acusan a Gerardo Morales de haber votado leyes junto con el Gobierno y de no de haberse plantado con firmeza en el Congreso, a través de sus legislador­es, cuando Alberto Fernández decidió quitarle fondos a la ciudad, en plena pandemia. “Si nosotros estamos con Larreta, ¿ellos están con Alberto Fernández”, retrucan.

En una reunión reservada, Patricia Bullrich deslizó una posible solución para la trifulca desatada en Diputados: ni Negri ni De Loredo, una tercera opción. La presidenta de Pro no sería la mejor opción como mediadora: jugó en contra de Negri en la interna cordobesa. Como reza el lema larretista: todos adentro, todos peleados. ¿Todos adentro?ß

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