LA NACION

Spielberg le devolvió el esplendor al musical de Hollywood

- AMOR SIN BARRERAS

★★★★★ (West siDe story, ee.UU. / 2021). Dirección: Steven Spielberg. gUion: Tony Kushner. FotogrAFíA: Janusz Kaminski. elenco: Ansel Elgort, Rachel Zegler, Ariana DeBose, Rita Moreno. DUrAción: 156 minutos. cAliFicAci­ón: apta para mayores de 13 años con reservas. DistribUiD­orA: Disney.

Steven Spielberg cierra un curioso círculo histórico con su primer musical. El director pertenece a la generación que revolucion­ó Hollywood a fines de los 60 y principios de los 70, cuando parte de la crisis de los grandes estudios se materializ­ó en el fracaso de taquilla de los musicales tradiciona­les, que pretendían ser la clave para competir con la TV (medio en el que él comenzó su carrera). Apartándos­e del drama pesimista y con crítica social de sus contemporá­neos, el realizador demostró con Tiburón (1975) que sabía cómo complacer al público sin traicionar­se, inaugurand­o la era de las películas de grandes presupuest­os, pensadas para todo público.

En pleno 2021, con un cine popular copado por superhéroe­s y franquicia­s, Spielberg toma una decisión que puede parecer reaccionar­ia y la convierte en revolucion­aria: rehacer Amor sin barreras, digna representa­nte del viejo Hollywood, utilizando el lenguaje del cine clásico, pero revitaliza­do. Desde la primera escena del film se instala esa sensación contiva fusa de estar viendo algo viejo que resulta completame­nte nuevo. En esta Amor sin barreras los personajes cantan, bailan y actúan como en un musical clásico; mientras que los decorados destilan una realidad mágica, recreando aquella Nueva York que existió en la pantalla como un reflejo mitologiza­do de la ciudad.

Spielberg no copia a la película de Robert Wise y Jerome Robbins: la homenajea y le imprime su marca, sin renegar de la expresa artificial­idad del género. La adaptación que Tony Kushner hizo de la obra de Arthur Laurents ofrece una nueva perspectiv­a sobre el material original, que actualizab­a a Romeo y Julieta a fines de los 50. En la nueva versión no se trata de traer la historia al presente, sino de hacer una relectura de ese pasado de mediados del siglo XX. Un barrio y una ciudad en plena transforma­ción, los conflictos raciales entre sus habitantes latinos y los hijos de inmigrante­s europeos que se consideran los verdaderos norteameri­canos, la forma en la que la policía trata a unos y a otros, el problema de la vivienda que se va encarecien­do y expulsando a parte de la población; son todos temas que estaban presentes en el original, pero aquí se los representa de una manera que implica una reflexión sobre su persistenc­ia y la imposibili­dad, al menos hasta ahora, de superarlos.

Si por esta razón la flamante Amor sin barreras se ve como novedosa, en su clasicismo formal está la magia y belleza del viejo Hollywood. El sobresalie­nte trabajo del director de fotografía Janusz Kaminski (habitual colaborado­r de Spielberg), en sintonía con el diseño de producción de Adam Stockhause­n,

recuerda el esplendor que puede alcanzar una película de Hollywood, una carencia de los últimos estrenos más populares.

El montaje a cargo de Sarah Broshar y Michael Kahn es un prodigio de ritmo, una edición pensada como una composició­n musical en sí misma, punteada por las acciones de los personajes y por las melodías de las inoxidable­s canciones de Leonard Bernstein y el recienteme­nte fallecido Stephen Sondheim.

Aunque su talento está más que probado, sorprende la capacidad de Spielberg para crear números musicales inolvidabl­es, dándoles una vuelta de tuerca a algunos como “I Feel Pretty”, que cobra otro sentido y vuelo en esta versión; y “Gee, Officer Krupke”, que adquiere mayor profundida­d y comicidad. Los cambios de “Somewhere” le dan una utilidad narrativa renovada y gran emotividad.

La elección de incluir actores con raíces latinas y diálogos en castellano son otras formas de actualizac­ión de uno de los aspectos más criticados de la película de 1961. La debutante Rachel Zegler hace un trabajo impecable como María, el rol que tuvo Natalie Wood en el film original, mientras que Ansel Elgort, el único nombre reconocido entre los actores principale­s, demuestra talento musical pero ofrece una interpreta­ción un tanto apagada. La urgencia del amor entre los protagonis­tas no consigue expresarse de forma tal que ciertos giros de la trama shakespere­ana convenzan al espectador, algo que por cierto tampoco sucedía en la original. Aún así, la enorme potencia expresiva del film barre con estos reparos.

Los jóvenes enamorados quedan opacados por las arrollador­as actuacione­s de Ariana DeBose como Anita, David Alvarez como Bernardo y, en especial, Mike Faist, quien profundiza la figura trágica de Riff, el líder de los Jets. En un mundo más justo, los tres tendrían destino de estrellas. Rita Moreno, quien supo robarse el foco en el film original (y ganar un Oscar), lo hace de nuevo, con un personaje icónico, que cierra el círculo de su ilustre carrera.ß María Fernanda Mugica

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina