LA NACION

Un elenco estelar que salva a una débil comedia apocalípti­ca

- NO MIREN ARRIBA

★★★ (don’tlookup,estadosuni­dos/2021). dirección: Adam McKay. guion: Adam McKay, David Sirota. edición: Hank Corwin. elenco: Jennifer Lawrence, Leonardo DiCaprio, Meryl Streep, Jonah Hill, Cate Blanchett, Mark Rylance, Melanie Lynskey, Ariana Grande. duración: 138 minutos.

Para empezar, una obviedad: es difícil pensar en un elenco más talentoso y reconocido del que tiene No miren arriba. El director Adam McKay (El vicepresid­ente: más allá del poder) armó un equipo soñado que encabezan Jennifer Lawrence y Leonardo DiCaprio y que cuenta con Meryl Streep, Cate Blanchett, Timothée Chalamet, Mark Rylance, Jonah Hill, Melanie Lynskey, Ron Pearlman y Ariana Grande como intérprete­s secundario­s.

Para seguir: todos los integrante­s del elenco se lucen en sus papeles y Lawrence y DiCaprio –como era de esperarse, se destacan especialme­nte al interpreta­r a la estudiante de astronomía Kate Dibiasky y a su profesor, el doctor Randall Mindy– un par de Casandras que tienen la tarea de alertar al mundo de que un cometa se dirige a la Tierra para provocar lo que llaman un “evento de extinción”.

A partir de esa premisa, el final del mundo tiene fecha establecid­a seis meses y algunos días en el futuro, el guion de McKay utiliza las herramient­as narrativas de la sátira y la parodia para hablar del estado actual de la sociedad mundial pero más específica­mente de la estadounid­ense y lo hace con la sutileza de un cometa de diez kilómetros de longitud dirigiéndo­se directo a la Tierra.

Reconocido por su trabajo en comedias como las inmejorabl­es El reportero: la leyenda de Ron Burgundy, su ópera prima, y Ricky Bobby: loco por la velocidad, hace un tiempo que el director y guionista formado en Saturday Night Live parece haber decidido que su habilidad para la comedia podía servir para hablar sobre temas muy serios e importante­s. Tanto que hasta valía la pena sacrificar el humor para ponerlos en pantalla.

Un cambio de rumbo que demostró en la muy efectiva La gran apuesta, que retrataba como la especulaci­ón de los grandes bancos había contribuid­o a la crisis económica y de vivienda de los Estados Unidos en 2006. Pero de aquel acierto, que le consiguió un Oscar a mejor guion adaptado, hasta No miren arriba, sus relatos parecen haberse decantado más por el mensaje que por las formas. En este film –disponible en Netflix desde el 24– la balanza está claramente inclinada hacia el lado de las preocupaci­ones sobre el cambio climático, la política norteameri­cana, el poder de las corporacio­nes y el deterioro de las institucio­nes, mientras que el desarrollo de la trama parece una preocupaci­ón secundaria.

Así, cuando la cruzada de Kate y el doctor Mindy los lleva a la Casa Blanca el film se vuelve una parodia apenas velada de la presidenci­a de Donald Trump y el hecho de que el presidente de los Estados Unidos sea una mujer, interpreta­da con oficio por Streep, no consigue despegar toda la secuencia de la caricatura y el ridículo (está acentuado por la actuación de Hill, como el rastrero hijo de la mandataria). El apocalipsi­s está a la vuelta de la esquina, gritan los astrónomos, y los medios se preguntan si se podrá jugar el Super Bowl. La exageració­n y el absurdo, elementos de la sátira, en este caso causan más irritación que gracia.

En sus mejores pasajes, siempre a cargo de Lawrence y DiCaprio, No miren arriba logra despejar los excesos para conseguir que su mensaje llegue claro y fuerte sin olvidarse del relato cinematogr­áfico. Así ocurre en una escena en la que el doctor Mindy, ya despierto del sueño de la fama y el estrellato mediático, estalla frente a las cámaras y el público que parece más preocupado por la última tendencia de las redes sociales que por el fin del mundo.

Puesto a relatar los que podrían ser los últimos seis meses de la vida en la Tierra, el guion se arma de cinismo para apuntar hacia los medios tanto escritos como televisivo­s. Desesperad­os por difundir su mensaje y forzar al gobierno a tomar medidas para evitar el desastre, Kate y Mindy visitan un programa de TV, un magazine conducido por Jack Bremmer (Tyler Perry) y Brie Evantee, interpreta­da por una casi irreconoci­ble Cate Blanchett quien hace lo que puede por insuflar algo de vida a la superficia­l y calculador­a conductora dispuesta a encontrarl­e un costado liviano y “de color” hasta al apocalipsi­s.

A medida que se desarrolla la historia, la comedia se diluye y deja lugar a una puesta en escena que elige siempre la exageració­n y el trazo grueso: como el espectácul­o de ribetes nacionalis­tas que monta la presidente Orlean cuando lanza la “ofensiva” contra el cometa y los subterfugi­os organizado­s por el magnate de las telecomuni­caciones Peter Ishelwell –interpreta­do por Rylance como una cruza entre Steve Jobs, Elon Musk y Michael Jackson–, para obtener ganancias hasta de la extinción de la vida en la Tierra.ß Natalia Trzenko

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