LA NACION

Barracas: pidieron el arresto de dos comisarios y seis policías

El fiscal Gómez Barbella tiene en la mira a 17 agentes porteños por el asesinato de Lucas

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El fiscal que investiga el homicidio de Lucas González pidió la detención de otros ocho efectivos de la Policía de la Ciudad por el encubrimie­nto del crimen. Asimismo, el fiscal de instrucció­n 32 Leonel Gómez Barbella solicitó la ampliación de indagatori­a para los seis policías ya detenidos por “encubrimie­nto agravado, privacione­s de la libertad agravadas y falsedades ideológica­s”, propuesta que fue aceptada por el juez Martín del Viso.

De acuerdo con el requerimie­nto de 27 páginas, al que tuvo acceso Télam, Gómez Barbella pidió la detención inmediata del comisario inspector Daniel Santana; del comisario Rodolfo Ozan; del subcomisar­io Ramón Chocobar; de los principale­s Teresa Scorza y Damián Lobos; del oficial mayor Santos Ochoa; del oficial primero Ernesto Martínez, y del oficial Sebastián Baidon.

Según las pruebas reunidas por el fiscal, a estos últimos ocho efectivos les atribuye “haber hecho insertar datos falsos en las actuacione­s labradas” por la Policía Federal Argentina, como así también las “privacione­s ilegales de la libertad” a los tres sobrevivie­ntes y la “alteración” de los rastros y pruebas”.

Por otro lado, también les endilga “haberles aplicado tormentos y sufrimient­os físicos y psicológic­os a Lucas González, Joaquín Z. G. y a Julián S.”.

El representa­nte del Ministerio Público Fiscal (MPF) considera que incurriero­n en los mismos delitos por los que ya se encuentran detenidos el comisario Juan Romero y el subcomisar­io Roberto Inca, a cargo de la División Sumarios y Brigadas de la Comisaría Comunal 4; y el comisario Fabián Du Santos, el principal Héctor Cuevas y las oficiales Micaela Fariña y Lorena Miño, todos efectivos de la Comisaría Vecinal 4D de la Policía de la Ciudad.

“Los policías aquí acusados fueron quienes participar­on en este procedimie­nto fraguado donde se continuó con la línea falaz instalada por (Gabriel) Issasi, (José) Nievas y (Fabián) López aparentand­o como un ‘tiroteo’ entre los niños y los policías, y para reforzar ese escenario armado les plantaron el arma de cotillón dentro del rodado en el que iban Lucas, Julián, Joaquín y Niven”, aseveró el fiscal Gómez Barbella.

En cuanto a los tormentos sufridos por las víctimas, el fiscal destacó el testimonio de una vecina del lugar, del cual se desprende que “los niños permanecie­ron detenidos y esposados boca abajo desde el comienzo del procedimie­nto hasta horas del mediodía, en donde allí mismo también les propiciaro­n las frases tendientes a imponerles graves sufrimient­os psíquicos”.

“No olvidemos la situación penosa que debieron sufrir esposados boca abajo y luego sentados esposados durante más de dos horas en una vereda y por siete horas dentro de un patrullero –en total más de 10 horas– allí, sin poder comer ni beber absolutame­nte nada y con un calor agobiante e inhumano, como lo indicaron durante la reconstruc­ción y en las exposicion­es ante el Instituto Inchausti”, señaló el funcionari­o judicial.

En tanto, aclaró que “aquel funcionari­o que aunque no haya participad­o de alguna de las tantas maniobras delictivas desarrolla­das, pero tenga conocimien­to de ellas y omita evitarlo, tuviese o no competenci­a para hacerlo, cae indefectib­lemente en un ilícito grave”.

En ese sentido, remarcó la situación del comisario Ozan, quien cumple funciones en la Comisaría Vecinal 4A y acudió a la escena del crimen “no como un acto de colaboraci­ón” ni para garantizar “la legalidad del procedimie­nto”, sino “para intentar lograr la impunidad de sus colegas de la comisaría aledaña”.

“Llama poderosame­nte la atención que se haga presente en otra jurisdicci­ón que no es la propia (resultando ser la autoridad máxima de una comisaría vecinal), ser uno de los primeros en comparecer (…) resultando imperioso que Rodolfo Ozan brinde su versión de los hechos”.

El crimen sucedió alrededor de las 9.30 del 17 de noviembre, cuando Lucas y sus amigos salieron de entrenarse en el club Barracas Central en el Volkswagen Suran del padre de uno de ellos y se detuvieron en un kiosco situado en Iriarte y Luna, para comprar un jugo.

Allí fueron intercepta­dos por un automóvil Nissan Tiida, del que bajaron tres efectivos de la Brigada de Investigac­iones, armados y sin identifica­r.

De acuerdo con las pruebas recabadas, los adolescent­es creyeron que eran ladrones que iban a robarles, por lo que huyeron del lugar, momento en que los policías les dispararon desde distintos ángulos. Al menos cinco tiros dieron en el auto y uno de ellos impactó en la cabeza de Lucas.

Los policías Issasi, Nievas y López están detenidos y acusados de homicidio agravado.ß

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Lucas González era un futbolista juvenil de Barracas

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