“No hay problema”
“Esta fractura no es casual. No comemos vidrio en el radicalismo”.
(De Gerardo Morales.)
El alumno volvía de la escuela con el boletín en la mano, rebosante de alegría. Fue un año duro, pero pudo con todo. Promedio: un 8. Llegó a la casa, donde lo esperaba el padre. Infló el pecho y le entregó el boletín. “Ocho”, leyó el hombre alargando las vocales como quien no termina de convencerse, tras lo cual le preguntó: “¿Por qué no 10?”.
Pasemos a la UCR. Obtuvo una buena nota electoral como parte de la alianza Juntos por el Cambio. Sin embargo, muchos radicales sacaron a flote su propio padre interno autoritario y se pusieron como objetivo llegar a 2023 sea como fuere. Prefieren la pelea a una estrategia para ampliar el horizonte de votos. Los socios de Pro, por ahora, se divierten con la trifulca. En la vereda de enfrente, el peronismo no se divierte: se dobla de la risa. “Estos muchachos no aprenden más”, dicen quienes se muestran ganadores aunque sufrieron una paliza histórica. “Parecemos el kirchnerismo, que lo único que queremos es volver y volver iguales”, lanzó el diputado rupturista Emiliano Yacobitti a Mario Negri.
Veamos: Gerardo Morales casi se trompea con Martín Lousteau. Los dos pelean por liderar la UCR. Antes de eso, Lousteau y los suyos dividieron la bancada en Diputados.
No lo quieren a Negri al mando. Por la ruptura, los acusan de ser funcionales a Horacio Rodríguez Larreta (Pro) para presidente en 2023.
“Esta fractura no es casual... No comemos vidrio en el radicalismo”, opinó Morales sobre ese asuntito. “Los que dicen que somos funcionales al jefe de gobierno siempre fueron funcionales a Macri”, contraatacó Yacobitti.
“La reunión de Morales con Lousteauesunpapelón”, sumó Martín Tetaz. Finalmente Rodrigo de Loredo, vencedor de Negri en Córdoba, encabezará el bloque disidente, que por ahora se llama Evolución Radical, pero vaya a saber cómo sigue. No hay nada más volátil que un radical con poder.
Nos viene a la memoria Alf, el último sobreviviente del planeta Melmac, no por apócope de Alfonsín, sino porque la camaradería que trasuntaba esa serie se daba de narices en el backstage, donde el enfrentamiento era total. Detrás del extraterrestre estaba Paul Fusco, marionetista, cuya necesidad de protagonismo ponía a sus compañeros de muy mal humor, a tal punto que Max Wright, en su papel de Willie Tanner, llegó literalmente a pelearse con el muñeco.
La guerra de egos era tremenda y se acentuaba a medida que la serie de los 80 ganaba rating. “No hay problema”, decía Alf y la teleaudiencia le creía.
“No hay problema”, dicen los radicales on the record. Pero, a diferencia de Alf, su backstage ya es vox populi.ß