LA NACION

Village King se guardó su obra maestra para el final

- Carlos Delfino mauro alfieri

El caballo del stud Hs. El Ángel de Venecia ganó, en San Isidro, el Gran Premio Carlos Pellegrini (G1) por nueve cuerpos; lo logró en la carrera que fue anunciada como su despedida de las pistas

Village King ganó ayer por todo el margen que se propuso el Gran Premio Carlos Pellegrini (G1), en los 2400 metros de la pista de césped del hipódromo de San Isidro. Fue su obra maestra, en la tercera vez que corrió la carrera más importante de América del Sur y en la que, se anuncia, marca la despedida de las pistas de un gladiador. Fue la vencida, sí. Le tiró nueve cuerpos al más cercano de sus 18 rivales como si no fueran de su misma raza.

El caballo del stud Hs. El Ángel de Venecia se llevó una ovación que parecía no terminar nunca. Empezó en el último tramo de la recta final, cuando sumaba ventajas como pocas veces se ha visto en esta prueba. Siguió en el paseo que hizo delante de la tribuna Paddock, que volvió a llenarse como no sucedía desde antes de la llegada de pandemia. Y resonará para la eternidad. Dejó otra vez segundo a Miriñaque, pero muchísimo más lejos que en el Gran Premio 25 de Mayo vedado al público, y completó el podio Sandino Ruler, el puntero de la carrera. Casualidad o causalidad: fueron los tres representa­ntes argentinos que corrieron en octubre pasado el Longines Latinoamer­icano (G1) de Maroñas, en Uruguay. Un representa­nte de esa hípica, el noble Athelsta, fue cuarto, a media cabeza del tercero.

Conducido por primera vez por Martín Valle, que firmó contrato con la caballeriz­a el mes pasado, el zaino brilló todavía más que en los anteriores tres éxitos de Grupo 1 que había conseguido, todos en apretados finales, y se consagró como el mejor del año. Había trabajado para eso en la primera mitad de la temporada, al vencer en todas las pruebas que corrió. De hecho, la última vez que perdió una carrera en el pasto fue el Carlos Pellegrini pasado, donde quedó tercero en un desenlace de esos que no admiten pestañear.

Todo lo opuesto a lo que sucedió ayer. Village King llegó a la recta final apurando el paso para no dejar escapar al líder, lo igualó enseguida, desde los 400 pasó al frente y se dedicó a acumular ventajas. Fue tanta la autoridad que el jockey, entre la alegría y la sorpresa, se dio vuelta dos veces para ver dónde habían quedado los demás. A los 7 años, el caballo que es propiedad de Carlos Felice, el Secretario General de la Unión de Trabajador­es y Afines (UTTA), dio otra demostraci­ón de su inteligenc­ia: esta vez, con algunas dolencias a cuestas, no quiso pelear como siempre lo hace y pareciera disfrutarl­o, sino que esta vez evitó todo tipo de cercanía con sus adversario­s.

Para su entrenador, Carlos Daniel Etchechour­y, fue el tercer festejo en esta prueba, tras los conseguido­s con Fire Wall, en 2004, y Life of Victory, en 2008. Llegó a su hat-trick. “Dudamos de correrlo hasta último momento por algunas cuestiones físicas, pero tiene un corazón que supera todo”, dijo el cuidador, y dio gran parte del crédito a Felice, que lo convenció de presentarl­o. El equipo del stud hizo todo para que se olvidara de los achaques durante 2m23s42/100 de carrera. En los planes está que el año próximo sea padrillo y la decisión del retiro parece sólida, aunque el éxito le abra las puertas del próximo Latino, en abril en el Hipódromo Chile, y la Breeders’ Cup Turf, en noviembre en Keeneland, en los Estados Unidos, donde ya estuvo dos temporadas. A veces, hay tentacione­s que hay que dejarlas pasar.

Previament­e hubo otros tres grandes premios, también con finales fantástico­s. Luthier Blues ganó el Félix de Álzaga Unzué (G11000 metros) por un cuerpo y medio sobre la yegua Queen Liz, en lo que significó la quinta victoria consecutiv­a del caballo que ya es una celebridad en Azul. Este año fue dando pasos sólidos al ir subiendo de categoría y los dos últimos impactos fueron en las pruebas de velocidad premium de final de temporada.

El tordillo Zillion Stars se filtró por los palos y puso media cabeza delante de su hermano paterno Hiper Happy en el Joaquín S. de Anchorena (G1-1600 metros), donde Master Soy quedó tercero a medio cuerpo. En la ajustada definición entre dos hijos de Cityscape prevaleció el que lleva cuatro carreras seguidas ganando en el pasto, una serie que sólo se interrumpi­ó al explorar en los 2000 metros de arena del República Argentina, en Palermo.

Y en la Copa de Plata (G1-2000 metros), Didia brindó un show al imponerse de punta a punta y por cuatro cuerpos en tiempo récord. La potranca continuó el camino triunfal que edificó en los últimos dos clásicos que había corrido en la misma pista y aprobó el primer examen ante las yeguas adultas, que podría ser el último en la Argentina porque su actuación lleva a soñar con una campaña en el exterior.

La fiesta del Pellegrini entregó un póquer de ases. Y Village King se reservó su mejor carta para una función de despedida frente al público que no había podido verlo ganar desde las tribunas desde su repatriaci­ón.ß

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Village King ganó las cuatro carreras que corrió en la argentina este año; Martín Valle no lo había montado antes en público

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