Piña: “Volví para ser campeón y lo logré por mis compañeros”
Hoy se abrazan y se ríen felices de la vida con el trofeo de campeón orgullosamente en sus manos. Ayer nomás, exactamente 24 meses, se abrazaban y cantaban desaforados con el consuelo de haber gambeteado al descenso y permanecido en la élite del rugby bonaerense. Cosas del destino que hacen a este deporte tan imprevisible. El mismísimo CUBA, otra vez campeón del Top 12. Contra todos los pronósticos y los antecedentes asombrosos del SIC; contra los mandatos de la estética y la lógica. Pero siempre fiel a su historia. Con sufrimiento. Con hidalguía. ¡Qué les va a importar a esos 5000
cubanos que coparon la Catedral que no se jugó todo lo bien que lo saben hacer! Si el de ayer era un partido para ganar cómo sea. Con más corazón que estética. Por eso los gritos y los abrazos del staff técnico y todo el banco de suplente después del try de Lucas Piña; por eso el llanto de un emblema como Benito Ortiz de Rozas; por eso la sonrisa de Marcos Moroni al recibir besos y abrazos; por eso los festejos interminables de San isidro hasta Villa de Mayo.
“Es un sueño de toda vida salir campeón con CUBA. Pocos confiaban en esto. No tengo palabras para contar lo que se siente. Después de tanto sufrimiento llegó el momento de disfrutar. Lo que ocurrió en el pasado queda en el pasado. Esto se logró con mucho trabajo y compromiso, nada de recetas mágicas”, dijo Federico Sala, uno de entrenadores, junto a Tomás Cóppola y Agustín Benedicto, del nuevo campeón.
El tiempo encontrará el porqué de tanta hazaña. Buscará antecedentes, unirá causas, recorrerá caminos y circunstancias. Y en todas encontrará la portentosa la imagen del capitán Segundo Pisani y el héroe Lucas Piña, la copa en alto, 25 hombres detrás, un equipo con mística, una camiseta con historia, un club grande de un rugby que no da dinero, pero sí títulos. “Cuando arrancamos el año fue imposible no ilusionarme con esto teniendo a Piña, Avalos y Maguire en el plantel. Ellos fueron fundamentales para el convencimiento de los chicos”, admitió, exultante, el entrenador Sala.
Quizá desde el facilismo se podrá argumentar que CUBA cuenta con actores que marcan la gran diferencia. Pero la realidad es que, detrás de las reconocidas virtudes individuales –siempre determinante para medir la mayor o menor riqueza de un conjunto– se mueve un equipo generoso, funcional, muy atento a la demanda de un espectáculo que requiere emoción y mentalidad ganadora. “Si hoy somos campeones es por la convicción y el deseo de dos años duros de entrenamientos en busca de revancha”, expresó el ala Lucas Maguire, el único del plantel que jugó todos los partidos de la temporada.
Enrique Devoto fue un toro convertido en tryman durante todo el año (8); Rafael Uriarte un verdadero titiritero que movió a los backs al ritmo de sus manos; Solveyra y Carullo dos tanques dispuestos a todo en defensa y ataque, y la prestancia de Marcos Moroni en los palos. Receta más que efectiva. “Nos supimos reinventar. Tener a Lucas en el equipo fue como tener un técnico dentro dentro de la cancha”, justifica Segundo Pisani, voz de mando y capitán del conjunto de Villa de Mayo.
El orgullo universitario tiene origen más que justificado en un criadero de buenos jugadores, especializado en los últimos años en formar muy buenos terceras líneas y potentes forwards. Todos indispensables para el sustento de su estilo: scrum, tackle y presión. El año y medio sin acción por la pandemia lo ayudó a reinventarse y sumar más pibes.
“Esto no se puede describir en palabras. Venimos de morder el polvo dos años seguidos, estuvimos un minuto descendido en 2019 y hoy somos campeones. El trabajo que hicimos durante los meses de parate hoy vio sus frutos. Somos justos campeones”, analizó, entre lágrimas y mucha emoción, Benito Ortiz de Rozas.
Al igual que en 2013, CUBA se consagró campeón de la URBA y se llevó el título 15 de su historia, sin dejar ninguna duda: ganó 14 partidos y perdió sólo cuatro. “Este campeonato no es casualidad. Tuvimos una obtención recontra sólida y uno de los mejores scrum de la URBA. Yo volví para ser campeón y lo cumplí gracias a mis compañeros”, cerró el autor del único try y emblema cubano Lucas Piña, uno de los pocos sobrevivientes, junto Rodrigo Ávalos, Lucas Maguire, Santiago Uriarte y Enrique Devoto, del plantel campeón de 2013.ß