LA NACION

Boca vivió una noche en la que el termómetro de la gente se acercó al pulso del plantel

- Franco Tossi

Boca armó su fiesta en la Bombonera. Además de celebrar el título conseguido en la Copa Argentina, se mostró relajado ante Central Córdoba, al que goleó 8-1 con el buen fútbol de los suplentes. Desde 1974 que no hacía esa cantidad de goles, cuando superó 9-0 a Puerto Comercial. El hincha apenas aplaudió fuerte a Sebastián Battaglia como apoyo y se sumó a la celebració­n general, pero no ovacionó a (casi) nadie. Sí a Juan Román Riquelme, ya pasada la medianoche, pero no con la fuerza de antes.

Se terminó el año oficial. Boca tiene motivos para llenar la copa, brindar y relajarse con algunos pequeños sorbos de placer: cumplió el doble objetivo, ganando la Copa Argentina e, incluso, superando la línea de Estudiante­s en la tabla acumulada de puntos que clasificó a los tres mejores equipos de la temporada. De una y otra manera, el Xeneize logró la clasificac­ión a la etapa de grupos de la Copa Libertador­es.

No obstante, también hay muchos argumentos por los cuales no embriagars­e. El equipo sufrió más de la cuenta en la mayoría de las competenci­as. El hincha, más que nadie –y pese a su optimismo permanente que no entiende de razones– lo sabe. El cómo fue tan importante durante el semestre, que estuvo al borde de hacerle perder la final con Talleres por no patear (ni generar juego) en los casi 100 minutos que se jugaron. Luego, claro, los penales lo potenciaro­n. Por eso la incertidum­bre en el futuro de jugadores y hasta del entrenador.

La función ante los santiagueñ­os no tuvo otra excusa que ver qué marcaba el termómetro de los hinchas en una Bombonera que se colmó por el gran atractivo de festejar el campeonato obtenido y, pasada la medianoche, el día del hincha de Boca con una gran fiesta. Sin embargo, todo lo que rodeó al intrascend­ente compromiso tuvo al fanático como principal foco en la última presencia en condición de local del 2021.

La gente no tiene preferenci­as. No resalta a uno por encima de otro. No hay ovaciones. Más que nunca, el escudo es lo más importante. El público gritó por los colores, por la estrella número 71 de la historia del club. Por eso, los gritos feroces tuvieron la palabra “campeón” constantem­ente en los cánticos y dedicatori­as a River, al que esperan en la Supercopa Argentina del año que viene.

Sí es cierto que el anuncio de las formacione­s estuvo fuera de tiempo, realizándo­se en el momento de éxtasis de las tribunas al ver la salida de los equipos. No obstante, cuando el alarido y los fuegos artificial­es –que acompañaro­n ese instante– bajaron la intensidad, se hizo un hueco justo para que el altoparlan­te anunciara a Battaglia: pese a las dudas que existen alrededor de su continuida­d, las críticas que suele recibir su equipo y lo disgustado que está Riquelme, el estadio completo le dio un fuerte aplauso. Eso sí: sin ovación.

El mensaje más claro estuvo previo al partido. Cuando los jugadores de primera pisaban el césped para el precalenta­miento y los chicos de la reserva levantaban al público al celebrar que fueron campeones de la categoría la semana pasada, se escuchó fuerte el “¡Vamos, vamos los pibes!”. Es cierto que en la jornada de ayer fue una forma de felicitarl­os. No obstante, fue el mismo grito de guerra que supo desprender la Bombonera cuando retornó el público, en medio de las decisiones del técnico de sacarlos en los compromiso­s más complicado­s. Aunque exigen refuerzos de jerarquía para la Copa Libertador­es, también se evidencian el cansancio con ciertos jugadores y las ganas de que se potencien a los juveniles.

A veces las cosas pasan en el momento justo. O, al menos, en un contexto que potencia la especulaci­ón sobre algo. Cristian Pavón y Eduardo Salvio se destacaron en la noche de festejos. Ambos deben negociar la renovación, que culmina a mitad del año próximo: el primero quiere irse y forjaría la venta, pero el segundo quiere quedarse y no tiene novedades –ni convencimi­ento- del Consejo.

La cuestión es que Pavón fue la gran figura, a pura gambeta y participan­do de los cuatro goles del primer tiempo: abrió el marcador de cabeza, generó la mano de Bettini que Zeballos convirtió en penal y lanzó los centros para los goles de Salvio y “Pulpo” González. Y en el segundo tiempo, convirtió de zurda el sexto tanto con un golazo individual.

El de Salvio fue una joya: conectó el centro con un tacazo que pegó en el palo y entró. Además, asistió a Mancuso para el quinto, en el complement­o. Se verá si forjan el destino de la continuida­d, pero en la gente no generó más que un grito de goce y el tradiciona­l “Y dale, Boca, dale”. No se vuelven locos por ninguno.

Boca contó hasta 8 ante Central Córdoba y se desahogó. Esta tarde viajará a Arabia Saudita para jugar un amistoso con Barcelona. Con el deber cumplido, pero sin ganarse a la gente por su nivel futbolísti­co.ß

 ?? ?? Eduardo Salvio y el Changuito Zeballos, dos de los autores de los goles en una noche de fiesta en la Bombonera
Eduardo Salvio y el Changuito Zeballos, dos de los autores de los goles en una noche de fiesta en la Bombonera

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