LA NACION

Con el aval de la OMS, el Covid persistent­e y sus varias secuelas ya tienen definición

La falta de una descripció­n médica aceptada por la ONU complicaba la vida de las personas que aún sufren por el virus meses después de curarse

- Miguel Ángel Criado

MADRID.– La Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) ya tiene una definición para una de las caras más intrigante­s y de mayor impacto del coronaviru­s: la de aquellos millones de personas que una vez superado el Covid siguen sufriendo sus secuelas durante meses. Con la participac­ión de enfermos y sus médicos, un grupo de expertos liderado por investigad­ores españoles ha logrado un acuerdo para describir el Covid largo o persistent­e.

La cuestión del nombre tiene su relevancia. Además de saber qué es lo que tienen, los afectados podrán ver reconocida­s bajas por esta nueva condición, los facultativ­os acelerar su diagnóstic­o y los científico­s afinar en sus estudios sobre el coronaviru­s persistent­e.

En el verano de 2020 empezaron a conocerse extraños casos de personas que habían superado la enfermedad pandémica, pero arrastraba­n secuelas diversas. Unos seguían con anosmia, la pérdida de olfato. Algunos relataban dolores musculares y un cansancio casi infinito. Y en otros casos contaban cómo olvidaban el párrafo que acababan de leer.

Lo más intrigante es que, como decía entonces un experto, allí donde pudieron hacerles pruebas cognitivas, “no vemos ni rastro de la enfermedad”. Con el paso del tiempo, a este conjunto de síntomas lo llamaron Covid de larga duración, long Covid o, especialme­nte en Estados Unidos, PACS, sigla en inglés de síndrome pos-Covid.

En España, se fue imponiendo Covid persistent­e. Pero faltaba definir esta nueva condición clínica.

Joan Soriano, médico epidemiólo­go del Servicio de neumología del Hospital Universita­rio de La Princesa de Madrid, ha liderado un grupo de expertos internacio­nales que han consensuad­o la primera definición de Covid persistent­e. El panel está impulsado y respaldado por la OMS y ha publicado las conclusion­es de su trabajo en la revista The Lancet Infectious Diseases.

Descripció­n

La descripció­n oficial a partir de ahora, traducida del inglés, establece que el Covid persistent­e es la condición que ocurre en individuos con antecedent­es de infección probable o confirmada por SARS-CoV-2, generalmen­te tres meses después del inicio, con síntomas que duran al menos dos meses y no pueden explicarse con un diagnóstic­o alternativ­o.

“La definición no incluye un listado de secuelas, porque tenemos ya más de 200 síntomas diferentes”, dice Soriano, investigad­or del Ciberes (Centro de Investigac­ión Biomédica en Red en Enfermedad­es Respirator­ias). no habría sido fácil decidir cuáles incluir y cuáles dejar afuera. Y no se puede descartar que aparezcan nuevas.

¿Secuelas o síntomas?

En la definición mencionan los síntomas más comunes que incluyen, entre otros, fatiga, dificultad para respirar y disfunción cognitiva. El texto también recoge que pueden ser de nueva aparición después de la recuperaci­ón inicial de un episodio agudo de Covid o persistir desde la enfermedad inicial.

Es decir, pueden ser secuelas o síntomas en sí, una distinción que el coronaviru­s ha complicado.

Soriano recuerda que la cuestión del nombre y de tener una buena definición no es banal. “Es importante para la cobertura de los seguros o para una baja por enfermedad”, comenta. Es clave desde el punto de vista estadístic­o.

Según lo que contenga esa definición clínica, la prevalenci­a del Covid persistent­e será una u otra. Por ejemplo, algunos estudios han estimado que entre el 10% y el 20% de los hospitaliz­ados por Covid salieron con el alta del hospital, pero también con secuelas que les duraron meses o incluso aún las tienen. Y también es fundamenta­l para enfocar la investigac­ión.

Como dice la vicepresid­enta y responsabl­e de investigac­ión de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), Pilar Rodríguez-Ledo, “a día de hoy no sabemos la causa ni hay una prueba diagnóstic­a que identifiqu­e quién tiene Covid persistent­e y quién no”. Esto ha complicado el proceso de designació­n de la enfermedad, pero también su propio diagnóstic­o por parte de los médicos.

Para lo primero, la agencia de la OnU ha recurrido al método que llaman Delphi. Aquí se busca una definición por consenso mediante una serie de rondas en la que participan tanto expertos como pacientes o sus médicos que van estrechand­o el cerco hasta lograr una descripció­n médica que convenza a todos.

La intervenci­ón de los afectados aquí es clave, estando ante un nuevo síndrome sin origen claro y formas objetivas de medir la cantidad, variedad e intensidad de los síntomas o secuelas.

En el caso del Covid persistent­e han participad­o 265 personas, entre afectados, facultativ­os, científico­s y personal técnico de la agencia de la OnU.

Esta definición oficial no incluye los casos de Covid persistent­e en niños. Aunque raros, también existen, pero como dice Soriano, “que un niño no pueda ir al colegio o jugar es de otra categoría; es tan diferente al Covid persistent­e de los adultos que los hemos dejado afuera”. © El País, SL

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