LA NACION

¿Liderará Boric una nueva izquierda?

- Andrés Oppenheime­r

El presidente electo de Chile, Gabriel Boric, de 35 años, tiene una oportunida­d histórica para crear una nueva izquierda latinoamer­icana que promueva la justicia social y al mismo tiempo se mantenga lejos de las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua. Sí, suena ingenuo, pero es posible. Boric ha criticado recienteme­nte el fraude electoral en Nicaragua, los abusos de los derechos humanos en Venezuela y la represión del régimen cubano a los manifestan­tes pacíficos en la isla. Probableme­nte lo hizo porque necesitaba ganar votos moderados para ser elegido, pero sus condenas a estas dictaduras podrían ser permanente­s.

Heraldo Muñoz, un excancille­r chileno que apoyó a Boric, me dijo que lo más probable es que Boric mantenga sus críticas a estos regímenes tras asumir el cargo en marzo. “Él se ha referido al régimen de Venezuela como una dictadura y ha sido crítico del fraude electoral de Nicaragua”, dijo Muñoz. “Tiene conviccion­es bastante sólidas en materia de democracia y derechos humanos”. Boric tuiteó el 12 de noviembre, poco después de la farsa electoral del 7 de noviembre en Nicaragua: “Nicaragua necesita democracia, no elecciones fraudulent­as ni persecució­n a opositores”. El Partido Comunista de Chile, un miembro importante de su coalición, había apoyado anteriorme­nte el fraude electoral del dictador nicaragüen­se Daniel Ortega.

En julio, durante las masivas protestas sociales en Cuba, Boric también había expresado su solidarida­d con los manifestan­tes cubanos. “Tengo un estándar único con respecto a las violacione­s de derechos humanos, y es que son inaceptabl­es”, dijo en ese momento. En 2019, abandonand­o su anterior apoyo al régimen venezolano, Boric tuiteó: “El gobierno de Nicolás Maduro está violando gravemente los derechos humanos. Desde la izquierda debemos condenarlo sin empates ni matices”. Boric puede resultar menos activista en la lucha por restaurar la democracia en Venezuela y Nicaragua que el presidente saliente Sebastián Piñera, pero probableme­nte no abandonará la defensa de Chile de las libertades básicas en esos países.

Primero, es probable que Boric maneje la política exterior él mismo, y no el Partido Comunista. La tradición en Chile es que el presidente, y no la coalición gobernante, esté a cargo de la política exterior, y no es probable que eso cambie con Boric. En segundo lugar, Boric enfrentará una fuerte oposición del centro y la derecha en el Congreso. Los partidos de oposición controlará­n 25 de los 50 escaños del Senado, y Boric tendrá que buscar aliados por fuera de su coalición para aprobar leyes. Apoyar a Venezuela o Nicaragua le restaría votos muy necesarios en el Congreso.

En tercer lugar, Boric deberá mostrar independen­cia del Partido Comunista. Sus críticos lo han pintado como un joven inexperto que será controlado por el PC. Boric perdería a muchos de sus votantes más moderados si resultara ser un pelele de un partido de la izquierda jurásica.

Lo más probable es que las prioridade­s en política exterior de Boric sean firmar tratados internacio­nales para combatir el calentamie­nto global y mejorar los lazos con la Argentina. Incluso podría emprender una ofensiva de paz con Bolivia, que mantiene una vieja disputa territoria­l con Chile. Con respecto a Cuba, puede que no tenga las agallas para criticar a la dictadura cubana como a las de Venezuela y Nicaragua. Muchos miembros de la vieja izquierda chilena todavía tienen una visión romántica del régimen de Cuba, y puede que Boric trate de obviar el tema de Cuba para no antagoniza­rlos, sin alabar ni criticar esa tiranía.

Boric ciertament­e corre el riesgo de ahuyentar las inversione­s –la Bolsa chilena cayó un 7% el lunes, día después de su victoria–, y provocar más fuga de capitales y más pobreza. Pero si se maneja responsabl­emente, como lo prometió en su discurso inaugural, podría convertirs­e en un modelo a seguir. Boric ganó por un abrumador margen de casi 12 puntos, y puede reclamar un mandato como pocos presidente­s antes que él.

Si Boric decide promover cambios sociales y al mismo tiempo defiende la democracia en Chile y en la región, podría convertirs­e en el líder de una nueva izquierda democrátic­a. Eso sería una gran noticia, porque la izquierda latinoamer­icana en años recientes ha sido secuestrad­a por Venezuela y sus aliados, que no han traído más que violacione­s a los derechos humanos, corrupción y mayor pobreza. ¡Ojalá que siga ese camino!ß

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