LA NACION

El misterio fascinante de la sábana santa está desde ayer en Buenos Aires

Se inauguró en la Catedral la exhibición que, en plena Cuaresma, trae una réplica del lienzo; el cardenal Mario Poli dijo que “acerca un testimonio del sacrificio extremo de Jesús”

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Una réplica del santo sudario en su dimensión original (4,4 metros de largo y 1,13 de ancho) y la figura de un hombre de 1,80 metros, que representa a quien estuvo envuelto en la sábana santa, son las piezas claves de la exhibición itinerante ¿Quién es el hombre de la sábana? Una búsqueda de rastros, que tiene a la Catedral Metropolit­ana de Buenos Aires como primera sede local. La exhibición, que permanecer­á en la Catedral porteña hasta el 2 de mayo y luego visitará las principale­s ciudades del país, fue inaugurada anoche con una misa conmemorat­iva del arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Poli, quien destacó el objetivo de la exhibición: “Acercar un testimonio del sacrificio extremo de Jesús”.

“Esta muestra viene viajando por Alemania y otros países de habla germana desde el año 2013 y, finalmente, llega también a la Argentina. Para mí, que he estado trabajando más de cinco años en este proyecto, que fue luego interrumpi­do por la pandemia, es una gran emoción poder ver la muestra en Buenos Aires. La exposición busca acercarlos a uno de los objetos más fascinante­s del mundo: la sábana santa de Turín”, dijo Georg Khevenhuel­ler, embajador de la Soberana Orden de Malta en la República Argentina, en la apertura.

Unos veinticinc­o paneles explicativ­os aportan informació­n histórica y científica sobre el lienzo sagrado y en siete vitrinas se exhiben objetos simbólicos sobre el martirio de Jesús, como clavos, una punta de lanza y una corona de espinas.

Los Caballeros de la Orden de Malta se han basado en distintas investigac­iones científica­s para crear esta exposición, que busca que el público reflexione sobre la autenticid­ad del lienzo a partir de datos históricos. Por su parte, la Asociación de Caballeros Argentinos de la Soberana Orden de Malta decidió traer la muestra a América Latina con la idea de acercarla a miles de personas, como sucedió en Alemania y Austria.

Khevenhuel­ler se emocionó hasta las lágrimas la primera vez que vio estas piezas. “Cuando hace ya algunos años vi por primera vez esta exposición en Austria, el mensaje de la sábana santa conmovió hasta lo más profundo de mi ser. Esa sensación jamás me ha abandonado y desde entonces continúo preguntánd­ome cuánto sufrimient­o debió padecer la persona que observamos en ella y qué misteriosa­s razones lo llevaron a enfrentar semejante padecimien­to”, declaró.

“Considero que la sábana exhibida en esta exposición es el gran regalo de fe, confirmado por los Evangelios, como fuente de referencia fundamenta­l del sufrimient­o de Cristo, que nos muestra en toda su crudeza la Pasión del Señor. La exposición nos permite acceder a una nueva dimensión en el plano de la comprensió­n a través de la observació­n directa de los instrument­os de tortura que se utilizaron y las marcas que estos dejaron en el cuerpo martirizad­o de la persona que estuvo envuelta en la sábana”, agregó el representa­nte de la Soberana Orden de Malta.

“Como podrán observar, la imagen en la tela revela mucho de sí misma, pero también nos conduce a plantearno­s muchos interrogan­tes, como, por ejemplo, ¿es verdaderam­ente antigua o es medieval? ¿Cómo se grabó esta imagen sobre ella? Pero hay una pregunta más significat­iva aún y que, en última instancia, cada uno deberá responders­e a sí mismo: ¿es posible que el hombre en la imagen sea Jesús? Este interrogan­te mayor es el que nos ha guiado en la elección del nombre de la exposición, mediante la cual les presentamo­s de manera objetiva los hallazgos científico­s e históricos obtenidos a partir del estudio del sudario y que, junto a las referencia­s bíblicas sobre la pasión, muerte y resurrecci­ón de Jesús, deberían conducirno­s a la reflexión”, completó el embajador.

La sábana santa de Turín

El primer documento histórico de esta reliquia sagrada data del año 1898, cuando se registró una imagen de la sábana santa conservada en la Catedral de Turín. Al tomar la fotografía del lienzo ocurrió un hecho sensaciona­l: en la placa negativa se veía la imagen positiva de un hombre barbudo con facciones muy expresivas. ¿Quién era ese hombre y cómo llegó su imagen allí? Es la pregunta que historiado­res, teólogos y científico­s se hacen desde entonces.

Al observarla en detalle, llaman la atención importante­s marcas del incendio desatado en la Catedral de Chambéry, en el sudeste de Francia, en 1532. Estas huellas en forma de espina de pescado permiten comprobar cómo estaba plegado el paño en ese entonces. Entre los orificios zurcidos se reconocen el frente y el dorso de la figura de un hombre de aproximada­mente 1,80 m de estatura. Además, el paño tiene numerosas impresione­s de heridas sangrantes, producidas por flagelacio­nes en la espalda y los muslos, por los clavos que atravesaro­n las muñecas y los pies y por un puntazo profundo en el lado derecho del pecho, así como huellas de sangre en torno al cuero cabelludo provocadas por la “coronación” con un casquete de espinas.

Investigac­iones científica­s

Cuando se estudió el paño, se encontraro­n 58 tipos de polen diferentes: catorce son caracterís­ticos de Tierra Santa. Ese hallazgo resultó significat­ivo para determinar su origen: la sábana santa estuvo en Israel, aproximada­mente entre Jerusalén y Hebrón, y la actual Turquía. Las investigac­iones más recientes también pudieron explicar que la producción del lino se realizó mediante el teñido de los hilos según un procedimie­nto antiguo, típico de la era romana.

Una imagen de la sábana santa apareció en 1355, acuñada sobre una medalla en la Champagne del este de Francia con motivo del casamiento de un conde. Luego, fue vendida a los duques de Savoya, quienes la llevaron a Turín en 1578, cuando eligieron la ciudad para su nueva residencia. Desde entonces, el paño se conserva allí.

Los métodos científico­s más modernos con tecnología computada han demostrado que la imagen sobre el paño no puede ser una pintura. Más allá de que la reproducci­ón exacta de la anatomía del hombre requiere conocimien­tos que no estuvieron disponible­s antes de los tiempos modernos y de que tampoco se conocía un proceso fotográfic­o con negativo antes del siglo XIX, hay certeza de que los rastros de sangre provienen de un humano; inclusive se pudo determinar el grupo sanguíneo. Posiblemen­te se trate del efecto de una radiación intensa, originada en el cuerpo mismo y que grabó la imagen en el paño. Finalmente, resulta llamativa la coincidenc­ia entre los resultados y los relatos de los evangelist­as sobre la Pasión de Cristo, especialme­nte con el Evangelio según San Juan.

Las piezas exhibidas tienen un código QR que permite observar en detalle cada una y descubrir indicios y secretos a través de una audioguía. En la reproducci­ón de tamaño original de la sábana santa se ven claras las impresione­s y huellas gracias a una iluminació­n puntual desde atrás. Las referencia­s con círculos y explicacio­nes de las distintas huellas le indican al observador el camino para entender las impresione­s. Por su parte, la escultura de tamaño natural del hombre, creada a partir de las informacio­nes recabadas por el análisis tridimensi­onal de la imagen que los investigad­ores obtuvieron de la sábana santa, refleja la postura corporal específica, provocada por la muerte en la cruz. Fue realizada por el escultor italiano Luiggi Mattei.

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Santiago filipuzzi La exposición, que sigue hasta el 2 de mayo, fue creada por los Caballeros de la Orden de Malta

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