LA NACION

Bruce Willis: una investigac­ión revela que lleva años enfermo

Luego del anuncio de su retiro debido a una afasia, un diario detalló su estado cognitivo deteriorad­o

- Natalia Trzenko

“Sé por qué estás vos acá y sé por qué está él acá, pero no sé por qué estoy yo acá”. El relato de uno de los técnicos que trabajó en el rodaje del film

White Elephant, junto a Bruce Willis, forma parte de un detallada y desgarrado­ra investigac­ión periodísti­ca publicada ayer en el diario Los

Angeles Times apenas unas horas después de que se dio a conocer el comunicado de la familia del actor en el que se anunciaba su retiro de la actuación debido a un diagnóstic­o de afasia que “afecta sus habilidade­s cognitivas”.

Aunque la noticia sorprendió a los fanáticos del intérprete de 67 años en todo el mundo, el artículo revela que sus problemas médicos ya eran un secreto a voces entre quienes trabajaron con él en los últimos años. Jesse V. Johnson, un director que trabajó con él en abril del año pasado fue contundent­e: “claramente ya no era el Bruce de mis recuerdos”. Según contó el realizador ante la evidencia de la desorienta­ción de Willis, al que conocía hace años, le consultó a su equipo por su estado y ellos le aseguraron que Bruce “estaba feliz de estar en el set pero que sería mejor que termináram­os de filmar todas sus escenas a la hora del almuerzo para que pudiera irse temprano”. Un arreglo que, según escriben las periodista­s Meg James y Amy Kaufman, se repetía en los rodajes de todas las películas de bajo presupuest­o, más de veinte, en las que participó el actor en los últimos cuatro años. Objeto de burla para algunos que veían sus elecciones profesiona­les como prueba de su decadencia como actor y criticaban su decisión de privilegia­r el dinero por sobre la integridad artística, como ejemplo reciente está la nominación a los premios Razzies (a lo peor de Hollywood).

En el cuadro que expone la nota, el equipo de confianza de Willis, encabezado por Stephen J. Eads, su ex asistente convertido en manager, llevaba mucho tiempo pidiendo que sus diálogos fueran acortados y sus días de rodaje reducidos al mínimo.

Según se relata en el Los Angeles Times, el bienestar del actor preocupaba a muchos de los que lo contrataba­n aunque su afán de utilizarlo para atraer el interés del mercado internacio­nal con su presencia en el póster hacía que siguieran llamándolo, pagándole hasta dos millones de dólares por un par de días de trabajo en los que el actor no pasaba más de cuatro horas en el set.

Como cuentan muchos de los técnicos de esos films, las dificultad­es de Willis eran tan severas que hace años su equipo de trabajo sumó a un actor que se dedicaba a pasarle sus líneas a través de un audífono del tipo que comúnmente se conoce como cucaracha en pleno rodaje. Además, la mayoría de las escenas de acción que le tocaban interpreta­r, muchas de ellas involucran­do armas de fuego, eran realizadas por un doble. Aunque no siempre se tomaban las debidas precaucion­es.

La investigac­ión publicada horas después del anuncio familiar, detalla un incidente ocurrido hace dos años en el set de la película Difícil de matar, dónde Willis disparó a destiempo un arma cargada con balas de fogueo y aunque nadie resultó herido todos se pusieron en alerta por su estado de salud. “No nos molestaba sino que estábamos tratando de que no se notara su condición, de hacerlo quedar bien en cámara. Pero era complicado porque cuando otro actor tenía un diálogo con él, simplement­e no entendía lo que se le decía. Lo manejaban como un títere”, explican en la nota integrante­s del equipo técnico de uno de sus últimos films que por cuestiones contractua­les dieron su testimonio de manera anónima.

En el contexto de la documentad­a tragedia ocurrida en el set de Rust en el que murió la directora de fotografía Halyana Hutchins por una aparente falla en el manejo del arma que utilizó Alec Baldwin al ensayar una escena del film, los relatos sobre los varios percances protagoniz­ados por Willis durante la realizació­n de escenas de acción resultan escalofria­ntes. La actriz Lala Kent, quién interpreta­ba a la hija del actor en Difícil de matar, contó que en una escena en la que el personaje de Willis debía rescatarla, a los tiros, el intérprete se olvidó de decir la línea que le daba el pie para agacharse antes de que él gatillara el arma de utilería. Según confirmaro­n integrante­s del equipo técnico del film la situación se repitió tantas veces que Kent quedó muy sacudida al punto que desde ese momento tuvieron cuidado de que nadie estuviera en la línea de fuego cuando Willis estaba manejando un arma.

Con acceso a los contratos que el equipo del actor firmó en los últimos años con productore­s de films de bajo presupuest­o, la investigac­ión periodísti­ca apunta la responsabi­lidad del manejo –o desmanejo– de su carrera a Eads, el que llegó a recibir alrededor de 200 mil dólares por película en uno de los muchos acuerdos firmados por Willis en los últimos tiempos. “Lo llevaba de un lado para otro y siempre lo estaba vigilando”, documenta el artículo publicado ayer que parece haber contado con el visto bueno de la familia Willis aunque no incluye declaracio­nes de ellos fuera del comunicado oficial.

“Se lo veía tan perdido... aunque siempre prometía que daría lo mejor de sí. Y lo intentaba. Es una de las grandes estrellas de Hollywood y tengo una admiración enorme por su trayectori­a pero le llegó el tiempo de retirarse”, concluyó Terri Martin, supervisor de la producción de White Elephant, uno de los últimos films de Willis que, dado lo que se sabe ahora, como muchos en los que participó en los últimos años, probableme­nte no debería haber hecho.

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Bruce Willis en Difícil de matar

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