LA NACION

Grindetti dejó Juntos por el veto de Pro a negociar con Kicillof

El intendente de Lanús se fue por el rechazo de Macri, Vidal y Bullrich a los cambios en las jubilacion­es del Banco Provincia

- Matías Moreno archivo

La saga de cruces y peleas que generó en las entrañas de Pro la derrota electoral de 2019 sumó un nuevo episodio. Esta vez, las distintas facciones del macrismo escenifica­ron sus diferencia­s y evidenciar­on sus dificultad­es para sintetizar una postura en la estratégic­a provincia de Buenos Aires. El intendente de Lanús, Néstor Grindetti, decidió abandonar su lugar como representa­nte de Pro en la mesa provincial de Juntos, luego de que la cúpula del macrismo nacional vetara sus negociacio­nes con el oficialism­o en la Legislatur­a bonaerense para modificar la reforma del régimen jubilatori­o de los empleados del Banco Provincia, que impulsó María Eugenia Vidal durante su mandato.

Todo ocurrió en un puñado de días. Con el aval de intendente­s de Pro, que reclaman mayor protagonis­mo y autonomía para tomar decisiones en el territorio, Grindetti se había puesto al frente de las gestiones para consensuar con el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, un proyecto que introduzca cambios en la ley que regula las jubilacion­es del Banco Provincia. Buscaban corregir la normativa con el argumento de que deben anticipars­e a un eventual revés ju dicial, perjudicia­l para la caja de la entidad. Pero Mauricio Macri, Vidal y Patricia Bullrich lo descartaro­n de plano.

Ese rechazo volvió a tensionar el vínculo entre los intendente­s y el sector que responde a Vidal y su delfín, Ritondo, en Buenos Aires. Esa relación ya se había resquebraj­ado por la mudanza de la exmandatar­ia a la Capital y por su posterior rechazo a la modificaci­ón de la ley que limitaba las reeleccion­es.

Los jefes municipale­s Pro y los referentes de la UCR esgrimen que se sentaron a negociar ya que, en una primera instancia, el kirchneris­mo exploraba la chance de derogar la ley pero, sobre todo, porque ya existen miles de amparos y cautelares contra la reforma de Vidal y que la Suprema Corte de Justicia de la provincia podría fallar a favor de los jubilados y declararla inconstitu­cional. Según fuentes de Juntos, fue el juez Sergio Torres quien les transmitió a integrante­s del interbloqu­e opositor. También recibieron señales en ese sentido de Julio Conte Grand. Por eso, justificar­on, era necesario encontrar una solución política: el “mal menor”.

Un fallo con efecto retroactiv­o, señalan, impactaría de lleno en las arcas provincial­es -unos 100 mil millones, según fuentes en la oposición-. Ese escenario, esgrimen, complicarí­a no solo a Kicillof, sino a la próxima administra­ción. También consideran que las modificaci­ones eran “positivas”, ya que fija un aporte mayor.

En cambio, los dirigentes que rechazaban los cambios atribuyen la predisposi­ción de los intendente­s a que Kicillof se comprometi­ó a destrabar el envío de recursos para obras a través del Fondo de Infraestru­ctura Municipal (FIM). Desde otro sector de Pro lo niegan.

El tema se había tratado hace un puñado de semanas en la mesa provincial de Juntos, que integran Jorge Macri, ministro de Gobierno porteño, y hasta ahora, Grindetti. En el marco de esa conversaci­ón, Joaquín de la Torre (Peronismo Republican­o) quiso saber si Vidal estaba de acuerdo con la postura a favor de modificar la reforma del régimen jubilatori­o que empujaban los intendente­s. De inmediato, Jorge Macri llamó a la exgobernad­ora, quien puso reparos a los cambios. “Vidal planteó otra versión”, dice uno de los dirigentes que presenciar­on la cumbre.

Como ocurrió con el conflicto por las re-reeleccion­es indefinida­s, Vidal se opuso a la modificaci­ón y defendió su legado bonaerense. En este caso, la eliminació­n de las jubilacion­es de privilegio.

Si bien la mayoría de los socios de la coalición opositora en Buenos Aires coincidían en la necesidad de encontrar un punto de equilibrio, no pudieron cerrar un acuerdo. De hecho, las espadas de la CC, la fuerza de Carrió, avisaron que rechazaban la modificaci­ón.

La discusión también se abrió en la mesa provincial de Pro y en un grupo paralelo, donde se sientan emisarios de Larreta, Vidal, Macri y Bullrich: desde Cristian Ritondo y Diego Santilli hasta Gerardo Milman, Héctor Gay (Bahía Blanca), Ezequiel Galli (Olavarría) y Julio Garro (La Plata), entre otros. Hubo diversas visiones sobre el costo político de avanzar con la negociació­n, ante todo, por el arriesgar capital ante el avance de los libertario­s. A diferencia de la pulseada por las re-re, Bullrich y los “halcones” se alinearon con Vidal, en la cruzada por frenar el plan de los intendente­s. Con ese panorama, los alfiles de la exgobernad­ora en la Legislatur­a provincial aguardaron el veredicto de la mesa nacional de Pro.

Finalmente el debate por los cambios en las jubilacion­es del Banco Provincia llegó al almuerzo de los lunes de los altos mandos de Pro en el restaurant­e El Dorado, en Puerto Madero. Alertado por Vidal, quien llevó un informe elaborado por Hernán Lacunza, exministro de Hacienda, en el que advertía que la “contrarref­orma” apalanca por los intendente­s incrementa­ba el gasto previsiona­l del Banco Provincia y del gobierno bonaerense -en rigor, un aumento del gasto público-, porque la “sube tasa de sustitució­n de las jubilacion­es, reduce edad de retiro de mujeres, fija movilidad de empleados bancarios y restituye a la Provincia el rol de garante del déficit”. Ese estudio, además, señalaba que el cambio era “inequitati­vo” porque unos diecisiete millones de bonaerense­s subsidiarí­an a 15.000 jubilados del Banco Provincia con jubilacion­es promedio superiores a $ 200.000.

Con el informe de Lacunza en sus manos, el expresiden­te, Vidal y Bullrich acorralaro­n a Jorge Macri, quien respaldaba la postura de los intendente­s. “Esto no se puede votar”, le dijeron.

Tras el cortocircu­ito con la cúpula de Pro, Grindetti –quien juega en tándem con Garro en el espacio Hacemos– comunicó su decisión de abandonar la mesa de conducción de Juntos. Está claro que la jugada de los jerarcas de Pro lo dejó sin margen para maniobrar o dialogar con el oficialism­o. Incómodo, optó por un portazo silencioso.

Frustrada la negociació­n –la ley podría ser aprobada en los próximos días porque el Frente de Todos sumó apoyos de otras bancadas–, los jefes municipale­s dejan trascender su malestar con los popes de Pro.●

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Néstor Grindetti

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