LA NACION

De colección. Un Malbec legendario del que solo quedan 250 botellas

El Estrella 77 estuvo 19 años en toneles y cuando salió a la venta cambió la mirada de la crítica internacio­nal sobre nuestra variedad insignia: hoy, su precio de venta es de 2000 dólares

- Texto Sebastián A. Ríos

Hay muchos grandes vinos argentinos elaborados a partir de nuestra variedad insignia, el Malbec, pero ninguno tiene el aura de leyenda que ostenta el “Estrella 77”. De este Malbec elaborado hace 45 años por un empresario brasileño enamorado del vino argentino y que lleva la firma de uno de los enólogos más importante­s de la viticultur­a argentina quedan solo 250 botellas en bodega, las cuales se venden a 2000 dólares cada una.

Los coleccioni­stas, por su parte, atesoran en sus cavas las botellas de Weinert Malbec Estrella 1977 (este es su nombre completo), y cada tanto alguna sale a circulació­n cuando uno de sus dueños muere o se ve obligado a desprender­se del Estrella como quien vende una joya de la familia. Pero, ¿qué tiene de particular este vino icónico que salió a la venta en 1996 tras 19 años de crianza en toneles?

“El Estrella 77 fue el primer vino argentino con la variedad Malbec en la etiqueta y con años de evolución que el mundo conoció –cuenta Pablo Rivero, sommelier y propietari­o del restaurant­e Don Julio, en cuya cava hay 12 botellas del vino–. Hasta su aparición no creíamos que un Malbec argentino pudiera evoluciona­r tan bien, y el Estrella 77 generó el primer signo que mostraba que era posible, ayudando a establecer al Malbec como insignia argentina.”.

Hoy nadie duda del potencial que tiene el Malbec para dar lugar a vinos con un gran potencial de guarda, pero su buena reputación es algo reciente: décadas atrás el Malbec era considerad­o una cepa menor. Pero si allá por 1977 nadie confiaba en el Malbec, ¿qué llevó a crear el Estrella 77?

Quien cuenta la historia es Iduna Weinert, hija de Bernardo C. Weinert, fundador de la bodega. Su padre fue un empresario brasileño del rubro transporte­s que visitaba asiduament­e Mendoza, y que en esas visitas se enamoró del vino argentino y de un monumental edificio de estilo neoclásico ubicado en Luján de Cuyo, donde decidió establecer su bodega.

“A mediados de los 70 mi padre entra en contacto con don Raúl de la Mota, un enólogo muy ligado a una escuela tradiciona­l francesa de vinificaci­ón, y deciden llevar adelante juntos el proyecto de producir vinos con una identidad argentina, pero capaces de competir con los grandes vinos del mundo”, cuenta Iduna, y agrega: “Don Raúl era una gran defensor de la uva Malbec, que por aquel entonces no era considerad­a una uva noble”.

Una cosecha excepciona­l

La cosecha 1977 fue excepciona­l, recuerda Iduna, tanto en calidad como en volumen. Era la primera de la bodega que estrenaba edificio reconstrui­do y un elemento clave que haría a la identidad de los vinos, y en especial a la del Estrella 77. “Mi padre había comprado una colección de 233 toneles a bodegas como Giol y El Globo. Por aquel entonces se usaban mucho los grandes toneles para la crianza del vino, no las barricas [más pequeñas] como se volvió habitual más tarde”.

“El Estrella 77 fue elaborado con uvas de Luján de Cuyo, de un viñedo viejo de Malbec que estaba en Chacras de Coria y que hoy ya no existe”, recuerda por su parte Raúl de la Mota (hijo), hoy enólogo de Mendel Wines, que por aquel entonces tenía 17 años y visitaba seguido a su padre en la bodega. “El resultado fue muy bueno, porque mi papá había selecciona­do muy bien la uva y lo elaboró de forma muy precisa, con crianza en toneles de 2500 y 6000 litros. A mi papá le encantaban sobre todo los de 6000 litros, porque ahí el vino alcanzaba un muy buen equilibrio”.

Cosecha excepciona­l, grandes y numerosos toneles a disposició­n... pero lo importante es que De la Mota apostó por el Malbec. “No había registro de cómo añejaba el Malbec y Don Raúl decidió explorar”, dice Iduna. Parte del Malbec cosecha 77 comenzó a ver la luz en 1979, en vinos como Carrascal, Cavas de Weinert y Weinert Malbec, pero 6 de los toneles fueron apartados por De la Mota, que vio en ellos signos de que allí había algo especial. “Eran tan interesant­es, tan profundos, tan distintos, que Don Raúl dijo: ‘Vamos a ver qué pasa’”.

Llegamos a la década del 90. Bernardo Weinert va y viene de Mendoza a Buenos Aires y en uno de esos viajes organiza un encuentro con periodista­s del mundo del vino. “En 1991 o 1992 hace una reunión en Catalinas, restaurant­e del chef Ramiro Rodríguez Pardo, del que mi padre era socio. Lleva los vinos nuevos de la bodega, pero también lleva la botella de un corte que había hecho don Raúl a partir del Malbec del 77, que aún estaba en los toneles”, relata Iduna.

En la mesa estaban, entre otros, Miguel Brascó, Elisabeth Checa y Fernando Vidal Buzzi. Este último, cuenta Iduna, “al probar el corte del 77 le preguntó a mi padre: “¿Qué estamos tomando?” Y él respondió que era el mejor vino que había hecho la bodega: ‘La estrella de Weinert’, dijo. Y así nació el nombre del vino”.

Pero lo cierto es que tuvo que esperar todavía unos años más para ser embotellad­o. En 1996 llegó a la Argentina un joven estudiante de enología suizo, Hubert Webber, que pidió hacer una pasantía en Weinert. “A los pocos meses, se juntan mi padre y don Raúl y comentan: ’Este chico tiene pasta. Pongámoslo a prueba, qué haga un corte del Malbec 77’ –cuenta Iduna–. Hubert armó el corte del Estrella Malbec 77 y esa fue su prueba de fuego”.

Reflejo de dos personalid­ades, la de don Raúl de la Mota (primer enólogo de Weinert) y de Hubert Webber (actual enólogo de la bodega), es que en 1996 y tras haber pasado 19 años de crianza en toneles, salió a la calle Weinert Malbec Estrella 1977, en una época en que aún muchas bodegas arrancaban vides de Malbec añosas para replantar con otras de mejor perfil comercial. El impacto en el consumidor, pero sobre todo en la crítica local e internacio­nal, fue inmediato. Había nacido una estrella.

“El Estrella 77 es un vino que ha sido esencial para la vitivinicu­ltura argentina”, dice Alejandro Iglesias, sommelier de Bonvivir y jurado de competenci­as internacio­nales de vino. “Nos ayudó a mostrarle a sommeliers, catadores y expertos del mundo que el Malbec argentino podía ser un vino de larga guarda. Doy fe de que convenció a muchos winemakers de seguir la escuela enológica de largas crianzas en toneles, que hoy volvió con mucha fuerza”.

De las 25.000 las botellas que se produjeron del Estrella 77, quedan pocas y exclusivas. “Cuando se hace una venta selecciona­mos la botella, limpiamos el pico y vemos si el corcho no tiene infiltraci­ón ni perdida, para asegurar que el vino está en perfectas condicione­s”, cuenta Iduna, y aclara que las botellas en la cava no están etiquetada­s: “Algunos quieren recibirlas con el polvito de la cava y mandamos la etiqueta por separado”.

Pocos restaurant­es y vinotecas cuentan con botellas del Estrella 77, y su precio varía de lugar a lugar. En la parrilla Don Julio, por ejemplo, el precio que figura en la carta de vinos es 275.000 pesos, bastante menor a los 2000 dólares que cuesta en bodega, lo mismo que en la vinoteca Ligier: 193.649 pesos. En Wine-searcher, la plataforma global de compra de vino, el precio del Estrella 77 va de los 955 a los 1854 dólares, en vinotecas de Londres, Hong Kong y Belo Horizonte.ß

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El Estrella 77 (segundo desde la izquierda) junto con otras ediciones únicas
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Gentileza El empresario brasileño Bernardo Weinert, fundador de la bodega

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