Del pinball al ajedrez, o por qué vale la pena planificar futuros posibles
Hay semanas, a veces meses o hasta años completos, en los que trabajamos en modo reactivo. Todo se resume a atajar lo que vaya surgiendo, a responder a urgencias del contexto y de otros. O también a hacer todo lo que el presente vaya ofreciendo o demandando sin armar un plan que mire más allá de la coyuntura. Esto genera a veces un derroche de energía, ansiedad ante la incertidumbre y una falta de foco que solo nos aleja de avanzar con metas u objetivos claros.
Para pensar cómo gestionamos nuestro tiempo o los proyectos dentro de los equipos podemos preguntarnos qué juego estamos jugando. ¿Estamos en modo pinball o ajedrez? “Cuando jugás al pinball tu foco está que no se caiga la pelotita, y invertís mucha energía pegándole de manera frenética a los botones, salvando el corto plazo pero sin tener idea del mediano/ largo. No sabés hacia dónde va ir la pelotita ni cuántos puntos vas a obtener. Cuando jugás al ajedrez, en cambio, te tomás tu tiempo para analizar la situación, analizar posibles evoluciones del tablero, pensar en cómo va a reaccionar tu contrincante, y, a través de aplicar bien las reglas, hacés tu movimiento, preciso, con el riesgo medido, con las amenazas controladas, invirtiendo muy poca energía física: sólo mover la pieza correcta”, explica Alejandro J.M. Repetto, coautor del libro Explorando futuros, en el que presenta la metodología para enfrentar los desafíos del presente y construir el futuro.
Las organizaciones – y nosotros dentro de ellas - están muy acostumbradas a gestionar en modo pinball, con movimientos erráticos, grandes gastos de energía, poca previsibilidad, sólo para mantener la bolita dentro del juego. Pero para una buena gestión es necesario frenar un poco, levantar la cabeza, mirar el tablero, y empezar a jugar en modo ajedrez. Requiere menos energía, y da mayor chance de supervivencia. Se cuida el foco y se avanza de manera más ordenada.
Trabajar en “modo ajedrez” permite desplegar una estrategia de diseño de futuros posibles. Además, cuando se realizan este tipo de prácticas de prospectiva se debe construir más de un escenario. “Si bien el futuro es uno, las alternativas son infinitas. Desde este momento se pueden proyectar un sinfín de futuros posibles, como si el presente fuese una linterna que ilumina los escenarios”, explica Repetto.
Dentro de los escenarios futuros están los posibles, que son absolutamente todos los que pueden suceder, los plausibles, los que sin mayores sorpresas son creíbles, los probables, con bajo nivel de disrupción; y los preferidos, los que nos gustarían que sucedan. A partir de ahí nos encontraremos con la incomodidad de la incertidumbre y la búsqueda de predictibilidad, como también analizaremos el grado de impacto (bajo u alto) de cada una de las posibilidades.