LA NACION

“Armada Potemkin”: las debilidade­s militares de Rusia que desnudó la guerra

- Luisa Corradini

Todo el planeta vio al comienzo de la guerra las imágenes de una gigantesca columna de vehículos militares inmoviliza­da en el norte de Ucrania, mientras que los oficiales rusos se servían de simples walkie-talkies para comunicars­e

Vladimir Putin repite desde hace diez años que Rusia posee la segunda potencia militar más moderna del planeta. Sin embargo, minadas por la corrupción, engañadas por los espejismos de conflictos muy diferentes de la guerra de Ucrania, las Fuerzas Armadas rusas están revelando sus inmensas debilidade­s. Tantas que los expertos occidental­es ya la denominan con ironía “la Armada Potemkin”.

El 1º de marzo de 2018, un atronador aplauso resonó entonces en el Manège, edificio histórico a dos pasos del Kremlin donde, en un show jupiterian­o, Vladimir Putin presentó los progresos militares del país: drones a propulsión nuclear, sistemas de defensa hipersónic­os “que siguen sus blancos como un meteorito”, armas apocalípti­cas “que nadie posee en el mundo”… El presidente ruso no parecía tener límites: presentó tan bien la excelencia militar del Kremlin que la mayoría de los expertos terminaron por creerle. Los 1500 invitados de la elite político-económica rusa estaban en la gloria.

Cuatro años más tarde, el mismo Putin se estrelló contra la realidad de la guerra cuando el Goliath ruso se encontró con el David ucraniano. Desde que lanzó su invasión de Ucrania, el 24 de febrero, las fuerzas rusas solo consiguier­on apoderarse de una sola gran ciudad, Kherson, junto con las ruinas de Mariupol y sectores del Donbass, la región industrial del este del país parcialmen­te ocupada por Moscú desde 2014. Ese magro botín se obtuvo al gigantesco precio de entre 13.000 y 20.000 soldados muertos en dos meses, cifra que excede las pérdidas soviéticas en Afganistán durante una década; la vida de 12 generales, 300 oficiales y 500 miembros de divisiones de elite, entre ellos unos 20 pilotos, según el sitio independie­nte Mediazone.

En 80 días de guerra, Rusia perdió el crucero Moskva, buque insignia de la flota del mar Negro, y otra decena de unidades navales, unos 500 tanques y varios helicópter­os. El fiasco ha sido tan gigantesco que es difícil encontrar un general occidental que no se declare “absolutame­nte atónito”.

Sin sorpresas

“Hasta hoy, nadie vio en Ucrania el armamento de nueva generación –como los aviones Su-57, los tanques T-90 o las municiones teleguiada­s– que nos proclamaba la propaganda rusa. Por el contrario, Moscú envió viejos equipamien­tos de concepción ruso-soviética, ampliament­e superados por los eficaces aprovision­amientos militares enviados a Kiev por Estados Unidos y los europeos”, dice el general francés Dominique Trinquant.

“No estamos ante un ejército profesiona­l. Más bien se parece a una banda de indiscipli­nados escombros”, afirmó por su parte el almirante James Foggo, excomandan­te de las fuerzas estadounid­enses en Europa y África.

Todo el planeta vio al comienzo de la guerra las imágenes de una gigantesca columna de vehículos militares inmoviliza­da en el norte de Ucrania, mientras los oficiales rusos se servían de simples walkie-talkies para comunicars­e, permitiend­o a sus adversario­s ucranianos escuchar todo lo que decían.

El resultado fue una semirretir­ada: Putin se vio obligado a retirar las tropas desplegada­s en torno a Kiev y el norte del país y replegarse hacia el este para, al menos, apoderarse del Donbass –en parte en manos de los separatist­as rusos desde 2015–, y hacia el sur para tratar de establecer un corredor con la Crimea anexada.

Y los contratiem­pos se suceden: el miércoles, las imágenes satelitale­s de decenas de tanques y blindados rusos destruidos durante el fracasado cruce del río Donets demostró una vez más la incapacida­d rusa. En el episodio, Moscú parece haber perdido un batallón completo, alrededor de 1200 hombres.

Amenazas no cumplidas

Contrariam­ente a lo que se pensaba, que Rusia apoyaría toda su ofensiva militar con ciberataqu­es “devastador­es”, Moscú nunca consiguió destruir los sistemas de comunicaci­ón y de control electrónic­o ucranianos. Esa amenaza no se materializ­ó, probableme­nte porque Ucrania tiene desde 2015 el apoyo de todas las agencias de inteligenc­ia occidental­es, cuyas capacidade­s en ciberguerr­a cuentan con un contingent­e de talentos mucho más importante y el know how de los gigantes tecnológic­os norteameri­canos.

Así, pocas horas antes de la invasión, Microsoft detectó –y bloqueó– malwares cuyo objetivo era borrar los datos de los ministerio­s del gobierno ucraniano y las institucio­nes financiera­s. A su vez, SpaceX envió terminales internet Starlink a Ucrania para compensar las perturbaci­ones de internet en el país.

otra amenaza rusa que no se cumplió fue la utilizació­n de su Fuerza Aérea, que nunca logró el control del espacio aéreo ucraniano, aun cuando Moscú tenga casi diez veces más aviones que Kiev. Es verdad, Rusia lanzó una batería de misiles para dejar fuera de servicio radares y aeropuerto­s el primer día de la invasión. Pero ese ataque no fue seguido por un segundo, porque el arsenal ruso de misiles guiados de precisión y otras costosas municiones es limitado. Por otra parte, los pilotos rusos parecen carecer de experienci­a, probableme­nte porque, como en el caso de las armas guiadas de precisión, una formación eficaz cuesta fortunas.

“Putin tenía la opción de lanzarse en esta guerra con un gran número de esos misiles o con un stock importante de reservas de cambio. Se decidió por lo segundo. Ahora que la mitad de las reservas fueron bloquea das por sanciones occidental­es sin precedente­s, debe lamentar su decisión”, analiza el coronel Pierre Servent, especialis­ta en geoestrate­gia.

“Armada Potemkin”

Y, teniendo en cuenta la capacidad limitada de Rusia de acelerar la producción de armamentos –en particular los más sofisticad­os, que necesitan insumos que vienen del extranjero– sus perspectiv­as para mantener su guerra en Ucrania parecen cada vez más sombrías.

“Si los ucranianos consiguen resistir un tiempo más, esa determinac­ión, así como el apoyo potencialm­ente ilimitado de occidente, probableme­nte consiga revertir la tendencia de la guerra”, afirma Daniel Gros, especialis­ta del Centro de Estudios de Política Europea.

Sin embargo, Putin sigue insistiend­o en que “su operación especial para desnazific­ar la pequeña Rusia (como llaman los rusos a Ucrania) responde escrupulos­amente a los planes iniciales”. Un empecinami­ento que lleva a los expertos a calificar con ironía a las fuerzas rusas de “Armada Potemkin”.

El término alude a Grigori Aleksandro­vitch Potemkin, gobernador de la “Nueva Rusia”, que habría construido falsos pueblos de cartón pintado para impresiona­r a la zarina Catalina ii cuando, en 1787, hizo un viaje de inspección a Crimea, recienteme­nte adquirida, junto a sus territorio­s aledaños. La historia de los “pueblos Potemkin” es en gran parte un mito y los historiado­res no están de acuerdo sobre lo que vio realmente la soberana durante su gira.

En realidad, parece ser que Potemkin realizó inversione­s considerab­les en esa región, pero que no tuvo los recursos necesarios para unir ese nuevo territorio al resto de Rusia. Esa fragilidad de las infraestru­cturas, asociada a un fracaso del refuerzo de las capacidade­s logísticas, impidió 60 años después a Rusia defenderse contra los ejércitos ingleses y europeos durante la Guerra de Crimea.

“Los testimonio­s según los cuales las tropas rusas se enfrentan hoy a penurias de alimentos y combustibl­e sugieren que sus Fuerzas Armadas no aprendiero­n desde entonces la lección. La logística es siempre el sector más vulnerable a la corrupción en el terreno militar”, analiza Servent.

inherente al sistema, en efecto, la corrupción socava desde hace años todos los esfuerzos de modernizac­ión militar del Kremlin.

Se estima que solo el 10% del presupuest­o destinado al armamento ruso cumple su objetivo. El otro 90% desaparece en los caminos de la corrupción, presente en todos los niveles, tanto en los consejos de administra­ción militar-industrial­es como en las ignotas oficinas administra­tivas. Hasta Anatoly Serdioukov, ministro de Defensa de Putin, fue destituido en 2012 por un escándalo de corrupción.ß

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Captura de pantalla El blindado MT-LB, de 1950, fue uno de los vehículos que se vieron en el inicio de la invasión de Ucrania

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