El Papa proclamó a 10 santos, entre ellos, a la primera uruguaya
Francisca Rubatto había nacido en Italia, pero realizó toda su obra en la región
ROMA.– El papa Francisco canonizó ayer a la primera santa de Uruguay, la religiosa ítalo-uruguaya Francisca Rubatto, ante miles de personas congregadas en la plaza de San Pedro.
El pontífice argentino, vestido con sobrios paramentos sagrados en blanco y sentado debido a los dolores de rodilla que padece, pronunció la fórmula con la que proclamó santa a Rubatto (18441904), que dedicó parte de su vida a ayudar a los pobres de varios países de América del Sur.
Durante la ceremonia, la primera en tres años debido a la pandemia de coronavirus, fueron proclamados otros nueve santos, entre ellos el místico francés Charles de Foucauld (1858-1916), el periodista holandés Tito Brandsma, ejecutado en el campo de exterminio nazi de Dachau en 1942, y Lázaro, un mártir hindú del siglo XVIII. A ellos se sumaron los franceses César de Bus (1544-1607), fundador de la congregación de los Padres de la Doctrina Cristiana, y la hermana Marie Rivier (1768-1838), una maestra, fundadora de la congregación de la Presentación de María; los sacerdotes italianos Luigi Maria Palazzolo (1827-1886) y Giustino Maria Russolillo (18911955) y las monjas italianas Maria Domenica Mantovani (1862-1934) y Maria di Gesù Santocanale (18521923).
“Estos santos fomentaron el crecimiento social y espiritual, mientras tristemente aumentan las tensiones, las guerras y las distancias en el mundo. Que los nuevos santos inspiren el diálogo y especialmente el corazón y la mente de quienes tienen puestos de responsabilidad y están llamados a ser protagonistas de la paz y no de guerra”, instó el Papa al término de la ceremonia.
Durante la misa en latín, con cantos y letanías, se pronunció el tradicional verso en latín en el que se pide que los 10 candidatos sean inscriptos en el llamado Libro de los Santos para que sean venerados por la Iglesia.
Se trató de una de las canonizaciones más numerosas de la historia, a la que asistieron delegaciones provenientes de varios países de Europa, así como de África y América Latina, además de familiares y órdenes religiosas.
Los retratos de los diez nuevos santos colgaban de la fachada de la Basílica de San Pedro ante cerca de unos 50.000 peregrinos, según datos del Vaticano.
La hermana Francisca
Ana María Rubatto –la hermana Francisca– nació en la localidad piamontesa de Carmagnola, en Italia, en 1844, y de joven visitaba enfermos y participaba activamente con los más desprotegidos en los oratorios salesianos de Turín.
En 1885, inspirada en el capuchino Angélico Lipani, fundó la Congregación Hermanas Capuchinas de Loano y dedicó su carisma a la atención de enfermos, especialmente de los niños y jóvenes vulnerables.
Años más tarde, viajó a América Latina con un grupo de monjas, donde ofrecieron su misión en el nordeste de Brasil, en la Argentina y en Uruguay.
Monseñor Antonio Mariano Espinosa, arzobispo de Buenos Aires, invitó a la ahora “santa uruguaya” a abrir una casa en la Argentina, donde, con el paso de los años, lograron fundar varias escuelas, entre ellas las que se encuentran ubicadas en las ciudades santafesinas de Rosario, Las Rosas y Sastre y en la localidad de María Juana.
Actualmente la congregación tiene casas en nueve países: Italia, en el continente europeo; Camerún, Etiopía, Kenia, Malawi y Eritrea, en África, y en la Argentina, Brasil, Perú y Uruguay, en América.
La hermana Francisca falleció en Montevideo en 1904. En su testamento pidió ser enterrada “en medio de mis queridos pobres”.
Hoy sus restos descansan en el santuario ubicado en el barrio de Belvedere, en Montevideo, donde se radicó a su llegada a Sudamérica.ß