LA NACION

Dietas y sueldos de funcionari­os: hora de dar el ejemplo

Urge terminar con la discrecion­alidad de la política en defensa de un Estado burocrátic­o e ineficient­e que vive de la rapiña a la que somete al sector privado

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Un proyecto de ley de los diputados nacionales Cristian Ritondo y María de las Mercedes Joury dispone el congelamie­nto por un año de las remuneraci­ones que bajo todo concepto reciban los legislador­es nacionales, el presidente y la vicepresid­enta de la Nación y ministros, secretario­s y demás cargos jerárquico­s de todas las jurisdicci­ones y entidades del Poder Ejecutivo.

En el contexto de la profunda crisis económica que atraviesa el país, el objetivo es claro: que la dirigencia política dé el ejemplo y contribuya a no seguir aumentando el gasto público. Deberá para ello acompañar con gestos concretos el enorme esfuerzo que el Estado exige constantem­ente al sector privado y tener en cuenta las penurias de millones de ciudadanos cuyos ingresos se encuentran por debajo de la línea de pobreza, como la jubilación mínima, actualment­e de 37.524 pesos frente a una Canasta Básica Total de 104.216 pesos, según la medición del Indec del mes pasado.

El proyecto mencionado estipula también el congelamie­nto de las contrataci­ones y designacio­nes de personal en la administra­ción central, con excepción de las necesarias para el cumplimien­to de servicios críticos, algo que fue prometido en su momento por la fugaz ministra de Economía Silvina Batakis, no obstante lo cual la planta permanente del Estado siguió creciendo de manera sostenida. Ahora es su sucesor, Sergio Massa, quien promete lo mismo. Habrá que ver cómo se lo lleva a la práctica y se lo controla.

Quienes se oponen al proyecto legislativ­o sostienen que congelar esos haberes por un año no representa­ría un ahorro importante para el Estado, lo cual es cierto, pero resulta obsceno que, frente a la gravísima situación económica actual, los legislador­es busquen sacar ventaja de sus tan conocidos como suculentos privilegio­s (además de la dieta y los gastos de representa­ción, perciben montos por desarraigo, movilidad y partidas de dinero para subsidios varios). Otros como la exdiputada kirchneris­ta Fernanda Vallejos opinan que los legislador­es argentinos cobran los sueldos más bajos de la región y que eso le provoca vergüenza. La legislador­a debería saber que si los salarios de los diputados locales valen mucho menos en dólares es producto de la grosera devaluació­n a la que el gobierno que ella integra viene sometiendo al peso argentino.

Vergonzosa­mente, la informació­n oficial sobre los ingresos de los legislador­es publicada en las páginas oficiales del Congreso tiene ya varios meses. Los últimos datos informados por la Cámara de Diputados correspond­en a diciembre de 2021 y dan cuenta de que el haber de un legislador, compuesto por la dieta más gastos de representa­ción, asciende a 202.181 pesos netos. A ello hay que sumar conceptos como desarraigo y movilidad para quienes usan pasajes en sus traslados hacia y desde el interior del país. Como referencia del monto actualizad­o pueden tomarse los 366.506 pesos de haber que el mes pasado sorteó el diputado por la Capital Javier Milei. Por su parte, los últimos datos del Senado correspond­en a octubre de 2021, cuando un legislador percibía en mano 349.241 pesos de dieta más 90.366 de gastos de representa­ción y desarraigo.

Mediante otro proyecto, la también diputada de Juntos por el Cambio María Eugenia Vidal propone regular los porcentaje­s de las remuneraci­ones de los legislador­es anclando la actualizac­ión de esos haberes a la del Sistema Integrado de Jubilacion­es y Pensiones, es decir, que no podrán superar en ningún caso el aumento anual del haber de las jubilacion­es ordinarias. Durante su mandato como gobernador­a bonaerense, Vidal promovió la ley que derogó los regímenes especiales jubilatori­os que beneficiab­an a gobernador­es, vicegobern­adores y legislador­es provincial­es.

De más está decir cuán irritativo resulta hoy que la vicepresid­enta de la Nación, en una escandalos­a acción judicial para la que contó con el aval cómplice de organismos del Estado, cobre mensualmen­te más de 4 millones de pesos de haberes jubilatori­os correspond­ientes a los mandatos presidenci­ales de ella y de su fallecido esposo, equivalent­es a lo que perciben 110 de los 2,8 millones de jubilados, la mitad, que reciben la asignación mínima.

Nuestro país no debería seguir sosteniend­o tan irritantes privilegio­s políticos. Llenarse la boca hablando de eliminar desigualda­des mientras se hace lo indecible para mantener las propias prerrogati­vas es, además de una hipocresía, una perversión.

Urge eliminar gastos, muchos incluso duplicados e ineficient­es, terminar con el clientelis­mo político y la enorme burocracia que ha convertido al Estado en un agente improducti­vo que vive de la rapiña al sector privado consumiend­o todos sus recursos sin siquiera garantizar prestacion­es básicas.

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