LA NACION

Cecilia Moreau. Una lugartenie­nte de Massa ante el recelo opositor

Asumió la presidenci­a de la Cámara baja tras la renuncia del tigrense; impulsará proyectos que envíe el ministro de Economía

- Laura Serra

Cecilia Moreau recorrió los veinte metros que separan su banca del sitial de la presidenci­a de la Cámara de Diputados con una sonrisa pétrea en el rostro. La devoraban los nervios, confesaría después: de buenas a primeras, Sergio Massa –su conductor político– abandonaba la Cámara para partir al Ministerio de Economía y le delegaba el desafío de conducir un cuerpo con la tropa propia golpeada por la crisis y una oposición decidida a desairarla y no apoyar su designació­n.

No la tiene fácil esta primera mujer en asumir la presidenci­a de la Cámara de Diputados en la historia parlamenta­ria. No (solo) porque sea mujer, sino porque propios y extraños descreen de que sea capaz de deponer su vehemencia y el tono combativo con el que supo embestir a la oposición en el recinto en tándem con Máximo Kirchner. Ella sabe que debe revertir ese handicap y ganarse la confianza de sus pares.

Massa, que ya recorrió ese terreno, no la dejará sin red; será su sombra cuando aterricen en la Cámara las leyes económicas más espinosas y las negociacio­nes con la oposición exijan muñeca experta. Después de todo, la suerte del propio Massa se jugará detrás de esas leyes.

Como lugartenie­nte de Massa en la Cámara de Diputados, Cecilia Moreau sólo dará curso a aquellas iniciativa­s que previament­e hayan pasado por el tamiz del ministro de Economía. Verticalid­ad al palo. Esto supondrá un giro copernican­o respecto de la gestión de Martín Guzmán quien, en su última etapa, se vio desafiado por los librepensa­dores kirchneris­tas y de los movimiento­s sociales con sus veleidades para aumentar el gasto público.

Moreau tendrá la ingrata tarea de imponerles un freno y, al mismo tiempo, intentar contenerlo­s. Ya tuvo su debut ni bien asumió: el martes pasado recibió en su despacho a Juan Grabois, líder del Frente Patria Grande, quien junto a sus diputados amenaza con romper con el Frente de Todos si Massa no abre el grifo para atender las urgencias del sector más vulnerable.

El turno de la oposición

La semana próxima será el turno de la oposición. En Juntos por el Cambio no hay opiniones unívocas sobre la figura de Moreau. Sus detractore­s aseveran que carece del aplomo y del equilibrio necesarios para presidir la Cámara, un cargo que requiere templanza y apertura política. “Cecilia no tiene vocación de diálogo. Muchas veces se encierra en posturas ideológica­s incomprens­ibles”, sostienen. Los más críticos no olvidan, por caso, cuando durante la pandemia propuso incorporar en la ley de compra de vacunas la palabra “negligenci­a”; esa inclusión, denunció la oposición, impidió que el Estado pudiera proveerse de vacunas del laboratori­o Pfizer antes de que estallara el número de casos de coronaviru­s en el país. Por entonces lanzó varias frases polémicas, como cuando, en mayo de 2021, dijo que Perú y Brasil “tuvieron que entregar sus recursos naturales”por vacunas.

Buena parte de esta desconfian­za en Moreau radica en su excelente vínculo con Máximo Kirchner. “Si como presidente de la Cámara se deja llevar por los caprichos de Máximo, estará complicada”, advierten.

En el radicalism­o, en tanto, las posturas no son tan severas. Después de todo, Cecilia Moreau viene de su palo; hija de Leopoldo Moreau, histórico dirigente radical devenido kirchneris­ta, Moreau trajinaba desde chiquita por los comités radicales bonaerense­s. De su antigua militancia cosechó varias amistades, entre ellas la de Gerardo Morales, gobernador de Jujuy y actual titular del partido. Con él mantiene una relación fluida y cercana. Como Massa. Punto a favor a la hora de negociar leyes.

“Cecilia tiene identidad radical aunque luego haya pegado un portazo y ahora milite en el Frente Renovador. Por eso a muchos diputados radicales, sobre todo las mujeres, les dolió no haberla podido apoyar en su designació­n como presidenta de la Cámara”, deslizan en el centenario partido.

El radicalism­o, en línea con el resto de los bloques que componen Juntos por el Cambio, votó por la abstención. Fue el punto de equilibrio que encontraro­n los socios de la coalición entre quienes propiciaba­n el rechazo y quienes proponían acompañar su postulació­n. También los schiaretti­stas de Córdoba Federal se abstuviero­n, al igual que la izquierda. Los libertario­s se opusieron. Así, la mitad del hemiciclo no la aplaudió en su consagraci­ón como presidenta de la Cámara.

Los únicos que la acompañaro­n fueron el bloque oficialist­a, los aliados provincial­es y Consenso Federal. Graciela Camaño, fogueada en estas lides después de tantos años en la Cámara, supo ser la mentora de Moreau cuando ésta ocupó la banca en 2015. De hecho, cuando se veía venir que sería la sucesora de Massa en la presidenci­a del cuerpo, a la que primera que llamó fue a Camaño. Quería pedirle consejo.

“Cecilia hizo todo el cursus honorum de la política; está más que preparada para asumir el cargo”, sentenció Camaño en el recinto, orgullosa de ver que por primera vez una mujer –su discípula- alcanzaba el sitial más alto de la Cámara de Diputados.ß

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prensa diputados Cecilia Moreau, ya ubicada en el estrado de la presidenci­a de la Cámara baja

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