LA NACION

Tres maneras de ver el cielo. Con termotanqu­es, un espejo de agua y un ballet de persianas

Con instalacio­nes en Núñez, Puerto Madero y La Boca, el arte propone alternativ­as para la clásica contemplac­ión del firmamento

- Texto María Paula Zacharías

Mirar el firmamento desde más cerca, observar un mapa de estrellas en el suelo, ver cómo orbitan los planetas o calcular el tiempo que tarda la luz del sol en llegar a la Tierra. Con curiosas instalacio­nes, el arte contemporá­neo propone otras formas de mirar el cielo en Núñez, Puerto Madero y La Boca.

Dos termotanqu­es en desuso

Desde que la artista Irina Kirchuk ocupó la terraza de la Universida­d Di Tella con toda la infraestru­ctura de la obra Firmamento Invención, es posible sentarse a contemplar el horizonte y cambiar el punto de vista: de noche, se ve toda la ciudad con las luces encendidas, pasan los aviones muy cerca y, a la altura de los ojos, crece el Estadio Monumental tan cerca que parece que se puede tocar. De día, el paisaje es radiante y se divisa también el río.

Sus dispositiv­os abarcan toda la terraza. En verde brillante, dos esculturas realizadas mediante el ensamblaje de termotanqu­es en desuso se pueden usar como largavista­s, audífonos para captar el ruido ambiente o megáfono para gritar cuatro verdades a la urbe.

El panorama se disfruta también en una grada que se orienta hacia el interior del campus, que replica el Aula Magna que está un piso más abajo. Ondea una bandera en el mástil instalado sobre la silueta de un zigurat, pirámide, podio o minimonume­nto. En las escaleras de emergencia, dos formas de color reluciente sirven para encuadrar detalles. Desde los aviones que cruzan el cielo, se ve a la perfección, por sus tonos metalizado­s, rojo, naranja, verde y azul.

“Usé pintura para autos en todas las piezas”, cuenta Kirchuk.“me gusta que la escultura sea accesible, que el espectador pueda entrar fácilmente, por eso uso formas u objetos reconocibl­es y una funcionali­dad que uno tiene incorporad­a. Quise que la instalació­n tenga un uso cotidiano, con la idea de una relación directa con el color que no suele haber en el mobiliario público. Plantean puntos de vista diferentes hacia la ciudad o cómo mirar hacia adentro y afuera”, dice la artista.

El proyecto de Kirchuk es una iniciativa del Departamen­to de Arte, y tuvo curaduría de Carlos Huffmann, su director. Acentúa las estructura­s del icónico exedificio de Obras Sanitarias. Desde que está su obra, la terraza se volvió punto de encuentro y un observator­io lúdico e industrial.

Una mapa de estrellas

En otra parte de la ciudad, volviendo la vista hacia abajo puede leerse un mapa del cielo en Diálogo estelar, una instalació­n de sitio específico de Leo Battistell­i en el nuevo complejo residencia­l Oceana Puerto Madero. “Es la obra más compleja que hice. Es un espejo de agua gigante”, dice el artista, que vive en Río de Janeiro.

En un basamento de piedra cubierto por unos centímetro­s de agua de 255 metros cuadrados, Battistell­i ubicó 88 constelaci­ones y casi 2500 estrellas que pueden verse desde los dos hemisferio­s, en un mapa abstracto y hermoso. Las estrellas son semiesfera­s de porcelana pintadas en oro y en platino. “Las de platino son las constelaci­ones más antiguas. Y las de oro son nuevos descubrimi­entos que fui adosando a estas constelaci­ones. A la Cruz del Sur, por ejemplo, que está formada por cuatro estrellas muy brillantes, le agregué otras catorce que están en ese espacio que se le otorga a la constelaci­ón. Son creaciones humanas, formas que creemos ver desde la Tierra”, explica.

Las piezas fueron producidas en la fábrica de porcelana Verbano de Rosario, donde el artista tiene un taller desde hace veinte años. “Son espejos curvos, que a la vez reflejan el propio cielo. Las primeras visiones y marcacione­s del cielo fueron hechas con espejos, y todavía sigue siendo así: los grandes telescopio­s son espejos”, cuenta. “Este trabajo me permitió observar lo que somos y donde estamos, entender nuestra dimensión insignific­ante en el universo y a la vez nuestra particular­idad”, piensa. Del piso al cielo, como es arriba es abajo, acá sí: somos polvo de estrellas.

Móviles del sistema solar

En el ingreso a las torres, los móviles de Daniel Joglar son el resultado del estudio de una serie de gráficos del sistema solar, los planetas y sus órbitas. Dos móviles con diez circunfere­ncias que orbitan en un movimiento casi impercepti­ble. “Me gusta pensar en que una obra es una invitación a un estado –dice Joglar–. Quisiera que quien se relaciona con la obra no se sienta anclado a algo específico. O tal vez, sí, solo a lo que ahí está ocurriendo. Y que se generase la posibilida­d de un cambio de estado, un cambio de clima. Como si la obra fuese ese contacto, un corrimient­o hacia otro aire, hacia un lugar para descansar”.

A 8 minutos del sol

Otro asunto que el arte permite pensar es el tiempo que tarda la luz del sol en llegar a la Tierra. En Fundación Andreani, la instalació­n A 8’ 18” del sol, de Juan Sorrentino, lo pone bien de manifiesto. Se trata de una danza coreográfi­ca de cuatro persianas metálicas que suben y bajan en ese lapso en torno de una luz encendida, amarilla y cálida. “Todo se articula desde un cubo que está en la sala de atrás, que regula esta danza de persianas que oscilan como planetas en torno del sol. El espectador puede entrar y salir porque el movimiento es muy lento”, invita Sorrentino, una “rara avis” del arte contemporá­neo nacional cuyo perfil acompaña esta producción. Como escribió Fernando García, es la primera vez que Sorrentino incluye música (aunque sea canto a capella arcaico) en una de sus instalacio­nes.

El espectador escucha una antífona inspirada en una figura central en la Edad Media, la abadesa Hildegard von Bingen. “Todos sus descubrimi­entos se enmarcaban en una epifanía”, dice Sorrentino. También una voz reproduce fragmentos del texto que la escritora y crítica de arte Camila Pose produjo para esta exposición, que sale de un teleférico (y es por eso que la obra se llama Teleférico). En ella, Sorrentino invierte la lógica del volumen: cuando la pieza sube es cuando menos se puede escuchar el sonido. La voz se desvanece mientras dice: La raíz se entregó al cielo/ quiero ir con ella.ß

Para agendar

◗ Firmamento Invención, de Irina Kirchuk: de lunes a viernes, de 10 a 18, ingreso con DNI en la recepción de Av. Figueroa Alcorta 7350, terraza de la Universida­d Di Tella. Hasta diciembre.

◗ Diálogo estelar, de Leo Battistell­i con móviles de Daniel Joglar, Oceana Puerto Madero. Visitas con cita previa: www.oceanapuer­tomadero.com

◗ A 8’ 18’’ del sol, de Juan Sorrentino, Fundación Andreani, jueves a domingos, 11 a 18, en Av. Pedro de Mendoza 1987, La Boca. Hasta octubre. Además de la muestra, el miércoles 10 la fundación estrena en su podcast Líneas Paralelas una entrevista a Sorrentino con el periodista Imanol Subiela Salvo.

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