La casa y el ejemplo de Illia
El pueblo de Pergamino nos ha dado la alegría de inaugurar la reconstrucción de la casa donde Arturo Illia creció desde su niñez y juventud, hasta que realizó su pasión para recibirse de médico. Pasado poco tiempo fue designado para encargarse de la salud de obreros empleados de los talleres ferroviarios en Cruz del Eje, provincia de Córdoba. Fue Illia todo un símbolo de un país con crecimiento social, y allí comenzó su militancia política en la UCR. En estos momentos, intoxicado el clima por la incapacidad y la irresponsabilidad, nos vemos corroídos por la corrupción, al tiempo en que se abre el juicio de los más altos miembros del poder durante la mayor parte de las últimas dos décadas.
Con asombro vemos que el funcionamiento del Poder Judicial se ve agraviado y descalificado por integrantes de los otros poderes, y por figuras allegadas al kirchnerismo. Empezaron hablando de nulidades, de desconocer las sentencias, de proscripciones inexistentes y sin sustento. Y más aún, ha pasado desapercibido que un custodio del fiscal a cargo de la acusación fue tiroteado hace pocas noches. El presidente Illia representó con ejemplos el contraespejo de esta Argentina que vivimos en la actualidad. A días de asumir, un amigo le manifestó la posibilidad de que la Corte Suprema de Justicia lo fuera a saludar. Su respuesta fue: “No es necesario. Mejor es que ambos cumplamos con nuestro deber”. Nunca de su boca salió un agravio, una palabra referida a que corra sangre, a descalificar a un adversario. Quizás con la intención