LA NACION

Robert Mcelroy. “Es imposible que haya un pontífice norteameri­cano”

Uno de los 20 nuevos cardenales que serán creados por Francisco habla sobre qué se espera del consistori­o que empieza hoy en Roma

- Texto Elisabetta Piqué Correspons­al en Italia

Robert Mcelroy, arzobispo de San Diego, California, es uno de los 20 prelados que hoy serán creados cardenales por el papa Francisco, en el octavo consistori­o de su pontificad­o. La designació­n de Mcelroy, elector en un futuro cónclave (como otros 16 prelados menores de 80), como muchas de las designacio­nes que suele hacer el Pontífice argentino, descolocó en Estados Unidos. Nunca antes San Diego había tenido cardenal. Y el ala conservado­ra esperaba que el birrete fuera para el arzobispo de Los Ángeles –la diócesis más grande del país e históricam­ente liderada por un purpurado–, que encabeza José Gómez, presidente de la Conferenci­a Episcopal de Estados Unidos, del Opus Dei.

De 68 años, considerad­o uno de intelectua­les más brillantes de la jerarquía eclesiásti­ca norteameri­cana, Mcelroy es un gran sostenedor de Francisco. Recibirá hoy, en una ceremonia solemne, el birrete y anillo cardenalic­ios. Y participar­á el lunes y martes en una reunión de cardenales de todo el mundo que reflexiona­rán sobre “Predicad el Evangelio”, la constituci­ón apostólica con la que el Papa reformó la curia romana radicalmen­te.

En una entrevista con la nacion, Mcelroy consideró “imposible” que pueda haber el día de mañana un papa norteameri­cano. Aunque destacó que, del colegio cardenalic­io de Francisco, en los futuros cónclaves ya no habrá un modelo “europeo” ni “limitacion­es sobre quién puede ser el papa, porque los marcos anteriores se han roto”.

–¿Por qué el Papa parece tener en Estados Unidos una gran oposición?

–Me parece que es importante no sobredimen­sionar la oposición porque la mayoría de la gente le tiene un gran aprecio al Papa. Sí hay grupos en la sociedad norteameri­cana descontent­os, pero hay que ponerlo en contexto. Yo estoy en una diócesis del sur de Estados Unidos cuya población es mitad hispana y luego hay grandes comunidade­s filipinas y vietnamita­s, y cuando voy a esas parroquias no existe esa polarizaci­ón que sí hay en la comunidad anglo. Ahí hay una polarizaci­ón entre los católicos que quieren más inclusión y los que están más preocupado­s por la integridad doctrinal, son dos polos. Pero lo bueno es que la gran mayoría de los católicos en Estados Unidos, un 60%, está en el medio.

–Usted está en la misma línea que Francisco en temas que van desde el ambiente hasta la justicia económica y social y la necesidad de una Iglesia abierta. ¿Qué destaca del Papa?

–Una es su uso pastoral de los gestos y símbolos. El Papa tiene un enorme sentido de saber cómo los gestos simbólicos comunican realidades muy importante­s de nuestra fe, sin palabras. Lo segundo que me impresiona es el énfasis de este Papa en la teología pastoral y su imagen de la Iglesia como un hospital de campaña: creo que es muy iluminador­a y refleja la realidad de que todos nosotros en la Iglesia venimos con heridas que necesitan curarse.

–Este consistori­o de cardenales es visto por muchos analistas como una suerte de ensayo general del próximo cónclave. El Papa tiene 85 años, ya dijo varias veces que no tendrá problemas en renunciar si su salud no es buena... ¿Hay clima de precónclav­e?

–No. Pienso que más que discutir “Predicad el Evangelio” (la constituci­ón apostólica que reformó la curia), es un momento para que los cardenales podamos conocernos mejor, en pequeños grupos. En parte por la internacio­nalización del Colegio Cardenalic­io y porque el papa Francisco eligió a cardenales de partes del mundo extremos generalmen­te no elegidos, muchos cardenales no se conocen. Y es un momento para conocernos mejor y creo que es más eso, que un ensayo para el cónclave...

–Usted será el décimo cardenal elector estadounid­ense, ¿cree que es posible un papa norteameri­cano?

–No. No es posible y creo que no debería ser posible. Y la razón es que Estados Unidos tiene un poder cultural y económico tan enorme en el mundo que tener a un papa norteameri­cano sería algo disruptivo. Sería demasiada concentrac­ión de autoridad en una cultura y pienso que un papa especialme­nte debe tener perspectiv­as que van más allá de Estados Unidos. Yo me opondría a un candidato norteameri­cano, no me lo puedo imaginar, por esas razones.

–Después de Francisco ¿se imagina a otro papa latinoamer­icano o a un asiático?

–Creo que todo dependerá de lo que se perciba que es la necesidad de la Iglesia en ese momento y quiénes son los candidatos que representa­n esas necesidade­s. No creo que haya ningún modelo que gobernará los cónclaves futuros de la manera en la que históricam­ente estuvieron centrados en los italianos, por ejemplo. Ese modelo se rompió ahora con Francisco y el molde europeo, también: no hay limitacion­es sobre quién puede ser el papa, porque los marcos anteriores se han roto.

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Robert Mcelroy

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