LA NACION

“Yo siempre quise pagar y tenía con qué”, aseguró Blaksley al ampliar su indagatori­a

El presidente de Hope Funds insistió en que había bienes para enfrentar las deudas, pero que todo se paralizó al intervenir la Justicia

- Fernando Rodríguez

La etapa de testimonio­s y declaracio­nes en el juicio por la presunta megaestafa de la empresa Hope Funds terminó con la extensa ampliación de indagatori­a de Enrique Juan Blaksley Señorans, el omnipresen­te presidente de la empresa que tuvo el Hard Rock Café, que trajo a Roger Federer, Usain Bolt y las hermanas Williams a la Argentina, que se codeó con personalid­ades de todo tipo y que, desde hace cuatro años y medio, está preso en la cárcel de Ezeiza.

Desde la U31 habló durante casi cinco horas, para repasar el nacimiento, auge y caída de su emporio, pero, sobre todo, para enfatizar, como lo ha repetido desde que se inició el juicio, en febrero de 2021, que su estructura de negocios naufragó por una “mediatizac­ión” –así la llamó–, un sembrado de sospechas a través de publicacio­nes periodísti­cas (la primera, en Infobae) que pusieron bajo sospecha el origen de los fondos con los cuales hacía inversione­s y fomentaba actividade­s de alta exposición pública.

Lanzó fechas y datos de documentos, operacione­s y cláusulas de contratos; montos en millones de dólares; nombres de empresas y marcas que compró o creó; detalles de inmuebles adquiridos bajo el sello de las sociedades locales y offshore de su holding. Y, como lo hizo en sus tres declaracio­nes anteriores, enfatizó dos puntos, para él, cruciales.

Primero, que todas sus inversione­s se consumaron en la “economía real”, en empresas, emprendimi­entos, eventos y bienes inmobiliar­ios comprados con fondos de ahorristas privados –los “mutuos”, que fueron miles, pero en esta causa penal llevan los nombres de 318 damnificad­os– y reinversio­nes de operacione­s comerciale­s de Hope Funds y sus sociedades satélite.

Segundo, que, justamente como el movimiento de fondos tenía su contrapart­ida en operacione­s comerciale­s reales que están documentad­as en el expediente y que aparecen a su nombre o el de su empresa, lo suyo fue una quiebra comercial no fue una estafa de tipo Ponzi. “Me llaman el Madoff argentino. Pero él engañó a las personas falseando la informació­n, diciendo que hacía cosas que no hacía [con el dinero de los inversores]. Yo quiero enumerar todas las unidades de negocios que desarrolla­mos”, dijo Blaksley.

Sobre todo, afirmó que la caída de Hope Funds fue producto de una “corrida” provocada por publicacio­nes maliciosas que pusieron en tela de juicio el origen de los fondos que usaba y la verosimili­tud del destino que les daba, del “descalce” del flujo de caja, producto de que quienes habían invertido sus dólares a cambio de tasas de interés más atractivas que las de un banco, pero que precisamen­te la existencia de bienes reales daba la posibilida­d de recuperaci­ón, de devolución del dinero a los prestamist­as y de renacimien­to de los negocios. “Yo siempre quise pagar, y tenía con qué hacerlo. Pero terminé penalizado, y aquí estamos”, afirmó.

Las unidades de negocio

Apoyado en la lectura de papeles y documentos desplegado­s en una pequeña mesa frente a una computador­a en la minúscula sala de la Unidad 31 del Servicio Penitencia­rio Federal (SPF), Blaksley declaró a través de Zoom, mientras el presidente del Tribunal Oral Federal N° 4, Néstor Costabel, la secretaria letrada y un par de abogados defensores sostenían la presencial­idad, y el resto seguía la audiencia de manera remota.

“Ratifico mis dichos de mis tres indagatori­as anteriores. Creo que quedó demostrado que Hope Funds era una compañía de inversión privada que se dedicaba a adquirir empresas, crearlas, desarrolla­r negocios y emprendimi­entos. Se fondeaba a través de préstamos privados (contratos de mutuo), tanto en lo nacional como en lo internacio­nal. Ese fue el modelo organizaci­onal. Nunca ocultamos ningún activo a los inversioni­stas y ni a los [productore­s] comerciale­s. Todas las sociedades estaban nominadas. Y todo eso está documentad­o en la causa, todos lo pueden ver”, señaló.

Y precisó: “Siempre me sometí a la Justicia y envié la informació­n. El 21 de mayo de 2014 presenté ante el juzgado de la jueza Sandra Arroyo Salgado el listado de todas las cuentas de bancos y de todos los activos, sin saber de qué se me acusaba”.

Mencionó 30 unidades de negocio (Hard Rock Café, Buenos Aires Design, Hertz, Tango House, Ideas Sports –con Marcelo Tinelli, para el sponsoreo de vóley y básquet–, Imagen Deportiva –y los eventos con figuras de talla mundial–, la compra del edificio del Banco Patagonia –de 18 pisos, con dos de cocheras y otros tantos de bóvedas blindadas– y hasta una chacra de arándanos en San Pedro y otra en Pergamino), 36 departamen­tos en Estados Unidos y 40 en Panamá. Usó el ejemplo de las inversione­s en el exterior, que requirió de aperturas de cuentas sujetas a due diligence, para intentar demostrar que Hope Funds había pasado los filtros más estrictos en materia de lavado.

Pero se enfocó en los emprendimi­entos inmobiliar­ios en la zona de Pilar, sobre todo, en lo que debía ser la “joya de la corona” del holding: el emprendimi­ento Verazul, con tres millones y medio de metros cuadrados para lotear y llevar adelante un desarrollo de magnitud superior al de Nordelta. Al respecto, todavía cree que Verazul puede ser la clave para pagarles a los acreedores. “Verazul paga todo”, afirmó. Es más, recienteme­nte el proyecto se relanzó con el nombre de Blü-comunidad del Lago, pero sin la participac­ión de Hope Funds.

“Es grave, yo estoy acusado de lavado de activo, de una deuda, que soy Madoff. Al menos hay una picardía. Yo entiendo lo que están haciendo: desapodera­rme, que yo diga dónde encontrar los negocios y que termine en una propuesta vil”, señaló.

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El presidente de Hope Funds es enjuiciado por una presunta megaestafa, con 318 damnificad­os que iniciaron el proceso penal; está en prisión hace cuatro años y seis meses
Enrique Blaksley Señorans acusado El presidente de Hope Funds es enjuiciado por una presunta megaestafa, con 318 damnificad­os que iniciaron el proceso penal; está en prisión hace cuatro años y seis meses

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