LA NACION

Hay más herramient­as para apuntar a los altos rendimient­os

Fertilizac­ión, fechas de siembra y sanidad son factores claves para mejorar los rindes

- Acsoja

Desde 2010, la soja de segunda ha mantenido un ritmo sostenido de crecimient­o. Hoy, el 38% de la superficie ocupada por la oleaginosa en el país se hace entre diciembre y enero, cuando los ambientes productivo­s son completame­nte distintos a los de las siembras de primera y el cultivo debe lidiar con problemas de implantaci­ón y una mayor presión de plagas y enfermedad­es. Para Octavio Caviglia, especialis­ta en ecofisiolo­gía vegetal de la Facultad de Ciencias Agropecuar­ias de la Universida­d Nacional de Entre Ríos e investigad­or del Conicet, esta es la principal deuda de manejo que los productore­s tienen con la soja.

“Tenemos una superficie creciente de soja de segunda que requiere ajustes en el manejo para salir del estancamie­nto en los rindes. Al sembrarse más tarde tiene problemas de implantaci­ón y nodulación. Como viene de un cultivo invernal debe lidiar con poca agua y nutrientes disponible­s. Además, tiene mayor presión de plagas y enfermedad­es de mediados y fin de ciclo. En general, todo esto lleva a rendimient­os más bajos”, detalla Caviglia y aclara que el fenómeno viene de la mano del aumento en el área de cultivos de invierno y se produce en detrimento de la superficie de soja de primera.

“En la Argentina tenemos una minería de suelo que es alarmante. La soja se fertiliza en promedio con solo 5 kg/ha de fósforo. Una dosis bajísima. Hay balances negativos de entre 10 y 15 kg/ha de fósforo”, puntualiza. Este desbalance entre los nutrientes que se reponen por fertilizac­ión y los que se llevan los granos se potencia a lo largo de la secuencia de cultivos que impulsan el deterioro progresivo de los suelos. “Corrigiend­o solo el balance de nutrientes, los ensayos llevados adelante en varias redes indican incremento­s de rendimient­os de entre un 13% y 15% en soja de primera y de segunda. Según Juan Pablo Monzón, Patricio Grassini y un equipo de colaborado­res, este incremento equivale a cerrar la brecha de rendimient­o de la soja”, cita Caviglia y añade: “un cultivo en un ambiente diferente requiere un manejo diferente”. Además, considera que “en condicione­s de suelos empobrecid­os y/o en soja de segunda los mecanismos de plasticida­d de la soja están limitados y es aquí donde se evidencia muy bien la respuesta a los ajustes en la sintonía fina del manejo del cultivo”.

Al respecto, el técnico destaca un manejo vital: el ajuste entre fecha de siembra y grupo de madurez. “Hay buenas herramient­as para conocer en cada caso cuándo van a caer los períodos críticos”, recuerda el técnico. Tal es el caso de Cronosoja, un software gratuito desarrolla­do por la FAUBA que se puede utilizar en: /cronosoja. agro.uba.ar/

A estas dos variables se suma entonces una tercera: el uso de fungicidas. “En general, la protección está fuertement­e orientada al control de malezas e insectos, pero falta avanzar en la aplicación de fungicidas para enfermedad­es de mediados y fin de ciclo, que tienen un alto impacto en los rendimient­os de estos cultivos de siembras de segunda”, insiste.

Aunque estas tres clásicas variables de manejo encierran para Caviglia casi todas las respuestas, el técnico también destaca el aporte que hacen otras tecnología­s más recientes como Enlist -para las situacione­s de fuerte presión de malezas difícileso los bioinsumos -que en situacione­s de estrés permiten sacar adelante el cultivo-. A ellos se suma la creciente adopción de paquetes de nutrición basados en fertilizan­tes con composició­n balanceada de nutrientes a la siembra y el aporte de los fertilizan­tes foliares.ß

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Octavio Caviglia, investigad­or del Conicet

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