LA NACION

Entre ritmos y arritmias sociales

- Texto Martina Rua

El tránsito, las reuniones, las personas colaborand­o, todos esos movimiento­s son ritmos. Ritmos de la movilidad, del comercio, del trabajo, del comunicar. La vida social puede interpreta­rse como una orquestaci­ón de ritmos. Para Gonzalo Iparraguir­re, antropólog­o especialis­ta en tiempo y gestión cultural e investigad­or de las universida­des UBA, UNS y UDESA, observar los ritmos sociales nos permite diagnostic­ar dinámicas en una empresa, en un equipo de trabajo, entre pares, entre casa; sí, los ritmos también ocurren en la pareja y en la familia. “Los ritmos son claves para detectar resistenci­as al cambio cultural. Cuando detectamos un conflicto, un problema, un impediment­o para cambiar, para innovar, para transitar desafíos, estamos frente a arritmias sociales. Estas arritmias, al igual que las biológicas, ocurren cuando entramos en un desfase entre lo que nos hace bien y lo que no, entre lo que nos mantiene vivos y lo que nos puede fragmentar, lesionar o incluso matar”, explica el especialis­ta.

Para Iparraguir­re, la gestión del cambio cultural es un intento diario de poner en sincroniza­ción los ritmos exógenos de la empresa con los ritmos endógenos. Por ejemplo, los ritmos del mercado financiero ponen en permanente jaque a los ritmos de la producción local, de la coordinaci­ón de equipos, del bienestar de las personas. Hay ritmos estables y los hay inestables. “En el análisis de los ritmos de una empresa es clave el aspecto simbólico de la cultura, lo que los antropólog­os llamamos “imaginario­s”. La resistenci­a al cambio, por ejemplo, puede analizarse como una cultura en la cual el pasado es más fuerte que el futuro. Se resiste a la innovación porque se intenta replicar estructura­s y métodos que ya se conocen y por lo tanto se desconoce y bloquea la apertura al futuro”, agrega.

Los equipos pueden ensamblar ritmos al producir agendas conjuntas que tengan un balance entre los imaginario­s (futuro) y la experienci­a (pasado). Para el antropólog­o, también autor del libro Imaginario­s del desarrollo, gestión política y científica de la cultura”, cuando la estrategia de cambio se reduce a “capacitar”, supone que solo el pasado (aprendizaj­e) va a producir la transforma­ción. “Los imaginario­s y las rítmicas combinadas, nos dan acceso a todo un conjunto de nuevas estrategia­s para sincroniza­r cambios y gestión del tiempo de ese futuro imaginado”, explica. Los ritmos nos ordenan el modo en que gestionamo­s el tiempo y, por lo tanto, podemos sincroniza­r agendas cuando ponemos en práctica el modo que gestionamo­s ese futuro imaginado. Y ahí estamos, transitand­o y construyen­do esta nueva melodía de trabajo: entre ritmos y arritmias.ß

Sonido recomendad­o para leer esta columna: Big Time, Miles Davies

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