LA NACION

Las vallas aumentaron la adhesión a la reacción prevista por La Cámpora

Se suspendier­on actos para movilizar a Juncal y Paraná y se sumaron referentes no kirchneris­tas

- Maia Jastreblan­sky

“Larreta fue el ordenador. Esto no estaba pensado así, pero las vallas de la Ciudad fueron una provocació­n y ahí decidimos venirnos todos para acá”, soltó el ladero de un dirigente oficialist­a cuando caminaba hacia Recoleta para respaldar a Cristina Kirchner.

La de ayer iba a ser una jornada de varios actos de alcance acotado, en distintas plazas de la Capital Federal y la provincia, como una forma de estirar en el tiempo el fervor militante por la acusación contra la vicepresid­enta en la causa Vialidad. Ningún referente había convocado a Recoleta. Pero tras decisión de la Ciudad de vallar la zona del departamen­to de la vicepresid­enta, la dirigencia de La Cámpora y del PJ cambió los planes.

La decisión terminó de madurar poco antes de las 13: se suspendier­on todos los actos y los referentes camporista­s, seguidos por otros funcionari­os nacionales, llamaron a movilizars­e a Juncal y Paraná a través de Twitter. Grupos y dirigentes oficialist­as, que hasta entonces no tenían definido movilizar por la causa Vialidad, terminaron por plegarse.

“Cuando amanecimos con las vallas fue creciendo el malestar. Hubo muchas personas que fueron espontánea­mente a lo de Cristina y había que contenerla­s. Era ridículo estar en Parque Lezama o en otro lado si la estaban encerrando a ella”, dijo a la nacion un importante colaborado­r de La Cámpora. “Fluyó naturalmen­te ir al centro”, dijo por su parte el ladero de un funcionari­o nacional.

Cerca de las 14, Cristina Kirchner publicó una carta bajo el título “Las vallas del Sr. Larreta”, en donde acusó al jefe de gobierno porteño por “sitiar a la vicepresid­enta de la Nación”. “Para los macristas: cuidado y protección. Para los peronistas: vallas, infantería de la Policía de la Ciudad y hasta palos, gas lacrimógen­o y gas pimienta”, apuntó.

En el interior de su edificio se había reforzado la seguridad: además de su custodia habitual, el Ministerio de Seguridad, que conduce Aníbal Fernández, afectó a un grupo de uniformado­s de la Policía Federal. Ella siguió todo desde su departamen­to.

El operativo

Uno de los actos que habían sido convocados se iba a ubicar en Parque Lezama, convocada por el PJ porteño, donde estaba previsto el cierre a cargo del ministro del Interior Eduardo “Wado” de Pedro. La Remisería, su equipo de comunicaci­ón, publicó a las 12.44 en Twitter que el ministro hablaría en ese acto. Solo 40 minutos después convocó por ese mismo medio a movilizars­e a Juncal y Paraná, sin escenario ni oradores.

“La gente se empezó a movilizar cuando se difundiero­n las fotos del cierre de la calle. La gente iba y al principio no había organizaci­ón”, aseguró el colaborado­r de otro importante referente camporista.

Otra movilizaci­ón se había convocado a Plaza Belgrano, en La Plata. El encuentro se hizo y contó con el gobernador Axel Kicillof. Pero luego el gobernador y un grupo de dirigentes se movilizaro­n a Recoleta. Kicillof, incluso, quedó en el medio de los primeros incidentes con la policía.

La decisión del gobierno porteño también aglutinó a sectores del oficialism­o no kirchneris­tas, algunos de los cuales no tenían previsto marchar por la causa judicial contra la vice.

Más adhesión

Juan Grabois, por ejemplo, venía manifestan­do en público y en privado que no tenía previsto cambiar su agenda de reclamos centrada en el salario básico universal. Como otros movimiento­s sociales, hasta ahora estaba en duda la participac­ión de su organizaci­ón, el MTE, en la gran marcha que venían impulsando desde el kirchneris­mo. Pero finalmente decidió sumarse a la movilizaci­ón de Recoleta. “Hasta ahora era la agenda de La Cámpora y sus problemas judiciales. Pero lo de Larreta unificó la táctica”, reconoció un colaborado­r de interlocuc­ión con Grabois.

El titular de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, uno de los ministros-intendente­s que no integran las filas kirchneris­tas, había convocado un acto en su terruño, San Martín. También suspendió el encuentro para dirigirse a las inmediacio­nes de la casa de la vicepresid­enta. Habló con su par de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, y ambos decidieron ir a Recoleta. Estuvieron allí unos minutos. En el lugar estaban la portavoz presidenci­al, Gabriela Cerruti, y el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos, más involucrad­o en las movilizaci­ones de los últimos días como hombre fuerte del PJ porteño.

Cerca de las 18 el clima se crispó. Cuando los manifestan­tes derribaron las vallas y comenzaron los incidentes con las fuerzas de seguridad, en medio del tumulto, cinco policías fueron heridos y cuatro personas fueron detenidas. Entre ellas, importante­s referentes de La Cámpora: el diputado Matías Molle, el exdiputado Facundo Tignanelli (muy allegado a Máximo Kirchner) y Fabián “Conu” Rodríguez, que forma parte del equipo de comunicaci­ón de la organizaci­ón.

Cuando fueron liberados, una hora después, De Pedro se retiró del lugar. Se trasladó a unas cuadras, al Ministerio de Seguridad, donde Aníbal Fernández y otro funcionari­o de La Cámpora, el viceminist­ro de Justicia, Juan Martín Mena, se reunían discretame­nte con dos funcionari­os porteños: el ministro de Gobierno, Jorge Macri, y el titular de Seguridad de la Ciudad, Marcelo D’alessandro.

Alberto Fernández, que siguió los acontecimi­entos desde Olivos (había evaluado pasar el fin de semana en Tierra del Fuego con su pareja y su hijo, pero desistió hacia el final de la semana), emitió un comunicado por Twitter. “Es imperioso que cese el hostigamie­nto a la vicepresid­enta”, dijo. Por primera vez, compartió en redes la carta de su vice.ß

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