LA NACION

El futuro es hoy. Las terapias génicas ya revolucion­an los tratamient­os médicos

Volver a caminar o frenar la ceguera; en la Argentina, solo hay un grupo de investigad­ores que se enfocan en el desarrollo de estas técnicas; las novedades se presentaro­n en Mendoza

- Alejandro Horvat

“Es una cosa impresiona­nte, una revolución absoluta para la medicina”, asegura Osvaldo Podhajcer, biólogo molecular que integra el Instituto Leloir, que junto a su equipo son casi los únicos que investigan terapias génicas en la Argentina. Esas terapias parten del concepto de poder modificar una célula a nivel genético de modo que se pueda revertir una enfermedad. Algunos ejemplos que muestran lo disruptivo­s que son estos tratamient­os son los pacientes con atrofia muscular espinal (AME) que volvieron a sentarse o a caminar, los que iban camino a la ceguera por la enfermedad de Leber y recuperaro­n la visión o aquellos que se curaron de algunos tipos de leucemia. En esa liga, donde la ciencia hace que se diluyan algunos relatos de ficción, es que juegan este tipo de terapias que representa­n una ventana única hacia una nueva oportunida­d para miles de personas.

Una de las técnicas posibles para llevar adelante este tipo de terapias, describe Hernán Amartino, jefe de Neurología Infantil del Hospital Universita­rio Austral e investigad­or científico de la Federación Argentina de Enfermedad­es poco Frecuentes (Fadepof), es administra­rle material genético al paciente a través de un vector viral al que se lo modifica genéticame­nte. Ese virus modificado, al que además se le quitó la posibilida­d de ser patógeno, es el que penetra en las células y corrige el error.

Por su parte, Susana Baldini, directora médica de la Cámara Argentina de Especialid­ades Medicinale­s (Caeme), quien, entre otros temas, disertó sobre las terapias génicas en el primer encuentro de Medios & Farma, que se realizó en Mendoza, del que participó la nacion, explica que en el núcleo de la célula están los cromosomas, formados por genes. Al tener dos pares de cada cromosoma, puede ser que uno, o ambos, estén mutados. Las enfermedad­es dominantes requieren que solo una copia esté mal para desarrolla­rse en la persona, mientras que en las recesivas requieren que ambas copias estén mutadas. Y esos errores o mutaciones son los que se intentan corregir con este tipo de terapias.

Podhajcer señala que el primer ensayo clínico de terapia génica data de 1990 y consistió en modificar genéticame­nte los linfocitos T de una nena que sufría de una inmunodefi­ciencia asociada al gen ADA (adenosina deaminasa). En los chicos que sufren esta enfermedad su sistema inmunológi­co no funciona correctame­nte y deben vivir aislados. Desde entonces, se hicieron miles de estudios clínicos de esta disciplina que es utilizada tanto en enfermedad­es metabólica­s congénitas (donde se conoce el gen mutado incapaz de producir la proteína normal) hasta enfermedad­es más complejas como el cáncer o las neurodegen­erativas.

“La terapia génica ha logrado avances notables y estos chicos con mutaciones en el gen ADA pueden recibir terapia génica y hoy viven una vida normal con su sistema inmunológi­co reconstitu­ido. Pero los avances de la terapia génica no solo han sido en esta enfermedad en particular, sino que se extienden a retinopatí­as, donde personas con ceguera han recuperado la visión como en la amaurosis congénita de Leber. En este caso, el gen RP65 se administra directamen­te en la retina. O chicos con atrofia muscular espinal que no pueden sentarse pueden volver a hacerlo luego de recibir terapia génica especifica del gen mutado que también es administra­do usando vectores virales”, detalla Podhajcer.

Amartino recuerda un caso a fines de los 90 de un paciente tratado por una enfermedad llamada déficit de OTC, que tuvo una reacción inmunológi­ca muy grave al vector y murió. Eso hizo que se retrasaran muchas otras investigac­iones vinculadas con las terapias génicas. Sin embargo, luego los estudios continuaro­n y hoy los resultados suelen ser muy exitosos. Por supuesto, aduce Amartino, aún no ha pasado el tiempo susacan ficiente como para saber si a muy largo plazo habrá alguna implicanci­a por el uso de estos tratamient­os. Por un lado, detalla Amartino, están las terapias in vivo. En este tipo de terapias el vector viral que lleva el gen que se quiere transferir se puede aplicar directamen­te en el órgano o tejido donde la enfermedad tiene mayor impacto.

“En cambio, en las ex vivo se sacan células madre del paciente, las modificamo­s y le ponemos un gen nuevo. Luego volvemos a infundirle las células ya modificada­s. Es como un autotraspl­ante. Para eso primero tenés que hacerle una quimio y sacarle todos los glóbulos blancos propios. Que se haga un tipo u otro de terapia va a depender de la enfermedad del paciente, aunque hay enfermedad­es para las que se investigan ambos métodos”, indica el especialis­ta.

Un ejemplo de una terapia ex vivo es el uso de CAR-T. “Esta es una terapia génica celular en donde se células del paciente y se las interviene genéticame­nte para que ataque las células malignas. Entonces el paciente mata su propio cáncer. Este tipo de tratamient­o por ahora se utiliza principalm­ente para algunos tipos de leucemias”, sostiene Baldini.

Podhajcer advierte que el uso de CAR-T es un tratamient­o que, si bien ya se utiliza, es muy complejo. Se necesita un laboratori­o apropiado para que esas células sean modificada­s con el gen de interés. Luego de la modificaci­ón, las células se mantienen en el laboratori­o durante un tiempo y son readminist­radas al paciente. El paciente debe estar cerca de ese laboratori­o y no se pueden enviar las células, por ejemplo, de la Argentina a Estados Unidos porque no llegarían en condicione­s.

Otro problema de las CAR-T, agrega Podhajcer, al igual que en la terapia convencion­al de cáncer, es la resistenci­a del tumor con el correr del tiempo. Las CAR-T suelen ser dirigidas contra una proteína especifica a la cual reconocen y usan para atacar a la célula maligna. Lamentable­mente, los tumores pueden reaparecer a partir de las células que no expresan esa proteína y, por ende, escapan al tratamient­o.

“Un tercer inconvenie­nte es que las CAR-T no parecen funcionar como único tratamient­o en tumores sólidos que son los tumores más frecuentes. Y las razones son simples: funcionan muy bien en tumores hematopoyé­ticos porque se trata de células que no forman un tejido tumoral compacto a diferencia de la mayoría de los cánceres que sí lo hacen. Y las CAR-T simplement­e no pueden penetrar el tumor”, explica Podhajcer.

“Uno de los temas de estas terapias es el costo. Se están invirtiend­o millones de dólares en investigac­ión y desarrollo para centenares de enfermedad­es raras, pero ese alto nivel de inversión inevitable­mente va a hacer que las terapias sean muy caras”, se lamenta Amartino.

En la Argentina, uno de los casos que demuestran la complejida­d de conseguir los fondos suficiente­s para este tipo de tratamient­os fue el de Emma, la beba que padecía AME tipo 2 y necesitaba un medicament­o del laboratori­o Novartis que vale US$2.100.000. Para reunir esa suma de dinero, el influencer Santiago Maratea realizó la campaña “Todos con Emmita”.

“Las terapias génicas son hasta el momento bastante caras, del orden de cientos de miles de dólares. Varias de las terapias génicas aprobadas curan a la persona de una enfermedad que antes era incurable, o aumentan muchísimo la calidad de vida. Para abordar el pago de estos tratamient­os lo que se está logrando son negociacio­nes entre las empresas desarrolla­doras y los Estados porque, al ser enfermedad­es poco frecuentes, no son tantos los pacientes que necesitan estas terapias”, sostiene Podhajcer.

En sintonía con su colega, Baldini cita el ejemplo de España, en donde hay un esquema de “riesgo compartido” entre las empresas y el Estado. Si le administra­n el tratamient­o al paciente y no resulta exitoso, no se termina abonando dicho tratamient­o.ß

Osvaldo Podhajcer

INSTITUTO LELOIR

“Varias de las terapias génicas aprobadas curan a la persona de una enfermedad que antes era incurable o aumentan muchísimo la calidad de vida”

Hernán Amartino

FADEPOF

“se están invirtiend­o millones de dólares en investigac­ión y desarrollo para centenares de enfermedad­es raras, pero inevitable­mente va a hacer que las terapias sean muy caras”

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Getty Images Las terapias génicas representa­n una revolución para el mundo de la salud

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