LA NACION

La apasionant­e vida de Goar Mestre. Financió a Fidel Castro, pero lo confiscaro­n, huyó y fundó Canal 13

El empresario de medios cubano, considerad­o el padre de la TV latinoamer­icana, fue perseguido por la revolución y despojado de sus empresas; se radicó en la Argentina, triunfó aunque sufrió otra vez el exilio

- María Nöllmann

Goar Mestre conoció a Fidel Alejandro Castro Ruz mucho antes de que fuese reconocido mundialmen­te como Fidel, a secas. El joven revolucion­ario, entonces de rostro imberbe y pelo corto, se acercó una tarde de 1955 a la oficina del empresario de medios para rendirle gratitud. “Señor Mestre, le vengo a agradecer lo que usted y sus hermanos hicieron por mí”, expresó. Acababa de ser liberado de la condena que cumplía en prisión hacía dos años por el sangriento asalto al cuartel Moncada, en el que había intentado detentar el poder del dictador Fulgencio Batista.

Los tres hermanos Mestre, propietari­os del conglomera­do mediático más importante de Cuba, habían sido en gran parte los responsabl­es de la liberación de Castro. Mientras el revolucion­ario todavía estaba preso, ellos habían iniciado una campaña en sus medios de comunicaci­ón –nueve radios y siete canales de televisión– para exigir la liberación de quien considerab­an un preso político.

“Mira, Fidel, tu cabeza huele a pólvora. Yo que tú, me voy de Cuba”, le dijo Mestre en aquella primera reunión. Castro efectivame­nte se fue de la isla, pero no para abrirse de la lucha armada, sino todo lo contrario: desde el exilio, en México, junto a Ernesto “Che” Guevara, planeó el regreso a su tierra natal y la instalació­n de una base guerriller­a en Sierra Maestra.

En esos años de lucha constante, Mestre no solo apoyó la revolución, creyendo que restaurarí­a la democracia, sino que también ayudó a financiarl­a, donando a la causa varios miles de dólares. Pero, apenas Fidel llegó al poder, el empresario se dio cuenta de que se había equivocado.

Otro Fidel

Para el tiempo en que ocurrió su segunda reunión, los roles se habían invertido. Ahora, era Castro, devenido en comandante, quien trataba de “tú” a Mestre. Desde una sala del Habana Hilton, el empresario le pidió que liberara a uno de sus periodista­s, que ya había sido encarcelad­o por expresar su opinión, pero el nuevo jefe no prestó mucha atención al reclamo.

Ya barbudo y con uniforme de fajina, se concentró, en cambio, en hacerle entender con pocas palabras cómo iban a ser las cosas de ahí en adelante. Tal como Mestre no se cansaría de repetirle a su familia desde el exilio, “era otro Fidel”. Al despedirse, Fidel totexto mó la birome Cross de oro que el empresario le había prestado momentánea­mente y, con una sonrisa, remató: “Esta Cross es mía”.

“Lo primero que le sacó fue su birome –cuenta Ani Mestre (72), la hija menor de Goar–. A la Cross de oro le siguieron todas sus empresas”. Desde el living de su departamen­to, en Recoleta, la menor de los Mestre recuerda con una memoria inquebrant­able la vida de su familia en Cuba, su riesgosa huida del régimen cubano y, especialme­nte, a ese hombre, su padre, fundador de Canal 13, bautizado en el mundo mediático como el “padre de la televisión latinoamer­icana”. Aquel hombre que sobrevivió a dos exilios y eligió reinventar­se una y mil veces.

“Si vamos a morir, lo haremos de pie”

La hija menor de Mestre tenía 10 años cuando su familia huyó de Cuba. Fue entre el 27 y el 29 de marzo de 1960, poco más de un año después del comienzo del gobierno revolucion­ario. Goar, la cara visible del emporio mediático del Grupo Mestre, sabía de antemano que, en algún momento, él y su familia tendrían que precipitar­se al aeropuerto. Estaba preparado para ese día: había enviado a sus tres hijos mayores a estudiar a colegios pupilos de Estados Unidos y tenía un pasaje abierto a Miami guardado en su billetera.

“La situación se puso cada vez peor. Hubo reforma agraria, fusilamien­tos, censuras a los medios… Me acuerdo de que había milicianos armados fuera de casa. Mis padres hablaban las cosas importante­s en el jardín, porque tenían miedo de que nos estuvieran grabando”, retrata Ani.

“Si vamos a morir, lo haremos de pie”. Esa fue la postura que decidieron tomar los hermanos Mestre cuando un periodista de CMQ, su canal más escuchado, les pidió permiso para anunciar que el programa siguiente desenmasca­raría la verdadera ideología del comandante Castro. El día siguiente, el periodista fue impedido de estacionar frente al noticiero: en la calle, frente al canal, se habían instalado decenas de manifestan­tes alineados con el gobierno, que arengaban sin cesar: “CMQ confiscaci­ón”; “CMQ intervenci­ón”.

Era Viernes Santo. Los tres hijos mayores de Goar, la cara visible del Grupo Mestre, habían viajado a Cuba para pasar el receso escolar. En dos días, y sin que el gobierno se enterara, su padre y su madre, la argentina Alicia Martín, prepararon la huida familiar. “Mi viejo se jugó a que el vuelo saliera antes que la noticia de su arresto. Nunca pensamos que nos íbamos para toda la vida.

Estábamos seguros de que el gobierno ese no podía durar mucho, estando a 90 millas de Estados Unidos”, acota Ani. En su departamen­to guarda una colección de marfiles de sus padres, unas de las pocas pertenenci­as que sobrevivie­ron a la huida de Cuba. “Cuando se murieron mis viejos, con mis hermanos decíamos que los objetos como estos, además de un precio de tasación, tenían un valor extra, porque eran salvados del naufragio”, suma ella, con una sonrisa.

Goar huyó en el mismo avión que dos de sus hijos, que ya tenían pasaje para volver a sus internados en Estados Unidos, el domingo de Pascua. Dos días después, ya con las cuentas bancarias congeladas, viajaron su esposa y sus otras dos hijas. Antes de subir al avión, las desnudaron: tenían que controlar que no llevaran consigo más dinero del permitido: 5 dólares por persona.

A la Argentina Goar llegó con 48 años. Pero, lejos de pensar en abandonar el mundo mediático, como hizo su hermano Abel al llegar días más tarde a Miami, él decidió empezar de cero en el rubro. Desde antes del exilio, el empresario mediático ya había iniciado un negocio en la Argentina. Cuando llegó, tenía todo preparado para fundar, junto a socios argentinos, la productora televisiva Proartel, que vendía contenido a Canal 13. Al tiempo, fue nombrado presidente de la productora y director del canal.

“Era un osado. La plata que papá tenía afuera de Cuba la invirtió entera en Canal 13. Por suerte, el canal empezó a ganar plata enseguida”, suma Ani. Su padre nunca más volvió a Cuba después del exilio. Ella y sus hermanos, en cambio, viajaron varias veces. La primera vez que lo hicieron fue a los 25 años de su exilio. Para hacerlo, tuvieron que afrontar meses de trámites y hasta una entrevista en la embajada de Cuba en la Argentina, que intentó convencerl­os de que, al llegar, notarían enseguida los “logros de la revolución”.

El segundo exilio

14 años después de haberse instalado en Buenos Aires, Goar y su mujer enfrentaro­n un segundo exilio, esta vez sin sus hijos, que ya eran mayores y tenían sus propias familias. La mudanza a Uruguay ocurrió después de que el gobierno de María Estela Martínez de Perón lo despojara de Canal 13 y Proartel, en 1974.

Mestre ya había tenido problemas con el peronismo incluso antes de vivir en la Argentina. De viaje en Buenos Aires, en 1948, durante una Asamblea de la Asociación Internacio­nal de Radiodifus­ión –Mestre era parte del consejo directivo– el empresario caribeño escribió una carta dirigida al entonces presidente Juan Domingo Perón destacando la falta de libertad de expresión que existía en el país y explicando

los problemas que ello implicaba para el correcto funcionami­ento de una democracia. A los pocos días, fue citado por el canciller Guillermo Bramabugli­a, quien, luego de una larga discusión, lo habría amenazado: “Váyase de Buenos Aires lo antes posible porque, si se queda, lo puede pasar mal”.

El conflicto con Perón

Era de esperarse que con el regreso de Perón al poder, en 1973, siendo Goar Mestre el empresario mediático más importante de la Argentina, la relación entre ambos se volviera a tensar.

Fue finalmente tras la muerte del mandatario, en 1974, que la flamante presidenta terminó de poner fichas en el asunto. Luego de reiterados conflictos e intervenci­ones, el titular del Comité Federal de Radiodifus­ión se presentó en las oficinas de Canal 13 y Proartel para oficializa­r la estatizaci­ón de las dos empresas, acompañado de oficiales policiales y de militantes que, con bombos y pancartas, coparon la zona.

“Papá se fue a su casa a iniciar las acciones legales –recuerda su hija menor–. Nunca más recuperaro­n las empresas. En la Argentina, la guerrilla y los secuestros estaban bravos. Entonces, él se fue con mi mamá para Uruguay. Durante años no volvieron”. Goar, de ya 61 años, se recluyó con su esposa en su casa de verano, en Punta del Este. Pero, aunque hubiese sido lógico que él decidiera, en esa instancia, poner un punto final a su vida profesiona­l, no lo hizo.

Varios años antes de radicarse en Uruguay, el empresario ya estaba preparado para el exilio.

En 1962, tras presenciar el golpe militar al presidente Arturo Frondizi y el combate en las calles de las dos fracciones de las Fuerzas Armadas, azules y colorados, Goar tomó la decisión de dejar de apostar ciento por ciento en la Argentina. Según escribiría Pablo Sirvén en El Rey de la TV, Mestre inició un “operativo audaz de autosalvat­aje”, al desprender­se de parte de sus acciones de Proartel, para obtener efectivo y poder resguardar­lo en un lugar lejano y seguro.

En Uruguay, Mestre se asoció al grupo constructo­r Zafema. Junto a ellos, empezó a construir edificios en Montevideo y Punta del Este.

No era un rubro desconocid­o para él. En su Cuba natal, también había sido socio de una constructo­ra. “Los de Zafema le dieron la sorpresa de ponerle nombres que hicieran referencia a Cuba, a algunos edificios, como Malecón y Varadero. Después el grupo siguió y él se abrió. Pero estuvo muy entretenid­o”, recuerda Ani.

Goar Mestre falleció en Buenos Aires, en 1994, a los 81 años, siete días antes que su esposa.ß

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Cuando llegó a la Argentina, Goar Mestre ya tenía planeado fundar una productora
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Ani Mestre, la hija menor de la familia, tenía 10 años cuando dejó Cuba
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Fotos Fabián marelli y gentileza Recuerdo: Goar, Alicia Martín y sus cuatro hijos
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