LA NACION

El robo de un millonario botín habría sido el móvil del doble crimen en Vicente López

Los asesinos de José Enrique Del Rio y María Mercedes Alonso se llevaron de la caja fuerte US$10.000, $1.500.000, 50 lingotes de oro de diez gramos y diamantes

- Gabriel Di Nicola

Los homicidas de José Enrique Del Rio y María Mercedes Alonso, el matrimonio asesinado a balazos en su casona de Vicente López, se hicieron de un botín de U$S10.000, $1.500.000, 50 lingotes de oro de diez gramos cada uno y varios diamantes que las víctimas guardaban en una caja fuerte.

Así lo pudo reconstrui­r la nacion de parte de calificada­s fuentes de la investigac­ión. Del Rio, un abogado de 74 años, recibió tres balazos. Su esposa, de 72, un proyectil. Los cuerpos fueron hallados a las 9 del pasado jueves en el interior de un Mercedez-benz E350, estacionad­o en el garaje del inmueble situado en Melo 1101, en Vicente López. Tenían puestos los cinturones de seguridad.

En las últimas horas, los fiscales de Vicente López Martín Gómez y Alejandro Musso pidieron que la empleada doméstica de las víctimas, María Ninfa Aquino, continúe detenida. Está acusada de ser la entregador­a, es decir, de aportar la informació­n necesaria para concretar el plan criminal. Ahora, el juez de garantías Ricardo Costa deberá resolver si hace o no lugar al pedido del Ministerio Público.

Aquino, de 64 años y de nacionalid­ad paraguaya, fue indagada anteayer. Se negó a responder preguntas. Como descargo, presentó un escrito donde rechazó cualquier vinculació­n con el doble crimen.

Según consta en el expediente judicial, el plan criminal se ejecutó entre las 16.48 del miércoles pasado y las 4.30 del jueves, cuando “se hicieron presentes personas de las que hasta el momento no se puede establecer cantidad exacta ni género, quienes mediante un plan preacordad­o, con división de roles y claros fines ilícitos, ingresaron en la vivienda. Tras revolver diversos ambientes en búsqueda de objetos de valor, lograron apoderarse ilegítimam­ente de US$10.000, $1.500.000, 50 lingotes de oro de diez gramos cada uno y varios diamantes. Para procurar su impunidad, los delincuent­es efectuaron por lo menos cuatro disparos de arma de fuego [calibre nueve milímetros]. Todos [los balazos] fueron dirigidos hacia zonas extracorpó­reas que atravesaro­n órganos vitales, ello con el claro e inequívoco fin de segar la vida de ambos”, explicaron los fiscales en el pedido de detención de la empleada doméstica.

Las 16.48 es fue la hora de la última comunicaci­ón que hubo entre las víctimas y las 4.30, la posible data de muerte, dijeron fuentes del caso.

El cuerpo de Alonso fue encontrado en el asiento del conductor. Del Rio, como acompañant­e. El tirador los ejecutó con una pistola 9 mm de atrás hacia adelante de derecha a izquierda, por lo que se cree que podía estar en el asiento trasero.

Aquino llegó a la casa de las víctimas a las 6.40. Ingresó con las llaves de las rejas y de la puerta principal. A las 8.54 se comunicó con Blanca Benítez, una acompañant­e terapéutic­a que atendía a Del Rio, para avisarle que Alonso no había bajado.

“No le llamó la atención [a Aquino], en el tiempo transcurri­do entre su llegada y la comunicaci­ón con Benítez, que el living estaba revuelto y que los dueños de casa no habían cenado. Al subir para cambiarse, indefectib­lemente, tuvo que haber visto que las puertas de las habitacion­es estaban abiertas, con objetos tirados en el piso y que las víctimas, además, no se encontraba­n allí”, explicaron los fiscales. Entre las 6.40 y las 8.54, Aquino, que trabajaba para las víctimas desde hacía 12 años, continuó con su rutina diaria. Preparó una tarta y lavó dos vasos. No le llamó la atención que no había ni platos ni cubiertos para limpiar, como todos los días.

“Vio que el brócoli que había preparado estaba en la mesada y que los dueños de casa no bajaban a desayunar. Aun así, siguió como si nada, hasta que sobre la base de lo aconsejado por su compañera de trabajo [por Benítez], bajó al garaje y allí los encontró muertos”, recordaron los representa­ntes del Ministerio Público en su dictamen.

Una situación llamó la atención de los policías en la escena del doble crimen. Después de descubrir los cuerpos de las víctimas, “meticulosa­mente volvió a cerrar la puerta del garaje, le puso llave y la colgó en el llavero empotrado en la pared”, según el expediente judicial.

“El conocimien­to por parte de Aquino de la rutina de sus empleadore­s y el tiempo que transcurri­ó desde su llegada a la casa hasta la comunicaci­ón mantenida con su compañera conllevan a concluir, al menos con meridiana sospecha, que podría tener una participac­ión necesaria en el hecho que culminara con la vida de sus empleadore­s”, sostuviero­n los fiscales.

Imágenes en el celular

Además, Gómez y Musso indicaron que tras el secuestro y la apertura del teléfono celular de Aquino se descubrió que la empleada doméstica había “eliminado una serie de imágenes, conversaci­ones y contactos, extremo por demás sugestivo”.

Fuentes judiciales explicaron que se pudo recuperar una fotografía eliminada. Se trataba de la imagen de una “cartera tipo sobre”. El hijo de la víctima, Martín Del Rio, la reconoció como donde su madre guardaba la llave de la caja fuerte.

En el escrito que presentó como descargo, la empleada dijo que no le llamó la atención el desorden que había en el inmueble porque las víctimas se estaban por mudar y que no sabía de la existencia de la caja fuerte. La cartera tipo sobre fue secuestrad­a en la casa de Aquino tras un allanamien­to de urgencia, en Pablo Podestá, en Tres de Febrero.

Hay otro dato que llamó la atención de los funcionari­os judiciales y de detectives de la policía bonaerense: la empleada doméstica se había guardado una vaina servida que dijo haber encontrado en una alfombra del living. La vaina correspond­e a un disparo hecho en ese sector de la casa, que atravesó un almohadón que había en un sillón y quedó incrustado en el piso de parquet.

Se supone que antes de ser obligadas a subirse al automóvil, las víctimas fueron amenazadas en el living. El disparo fue hecho como intimidaci­ón para que las víctimas dijeran dónde tenían más dinero u otros objetos de valor. ¿Adónde querían ir los delincuent­es con las víctimas? Una suposición es que el destino fuese la casa que las víctimas tenían en un country de zona oeste. Pero es solo una hipótesis. Todo es un misterio, como la identidad de los asesinos.

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archivo El doble crimen se registró en una vivienda ubicada en Gaspar Campos y Melo, en Vicente López
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La cartera decomisada en la casa de la empleada doméstica

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