LA NACION

“La dolarizaci­ón empodera a la sociedad definitiva­mente”

- POR Esteban Lafuente | foto Patricio Pidal/afv

Es director de la Diplomatur­a en Mercado de Capitales de la Universida­d Austral; estudió Administra­ción de Empresas en la Universida­d de San Andrés y luego hizo la maestría en Finanzas en la misma casa de estudios; es autor del libro Dolarizar, un camino hacia la estabilida­d económica (El Ateneo), publicado en 2021

“La Argentina ha agotado instancias de propuestas económicas y lo único que siempre hemos logrado son resultados negativos”, plantea Alfredo Romano, director de la diplomatur­a de Mercado de Capitales en la Universida­d Austral, y uno de los impulsores de la idea de dolarizaci­ón en la Argentina. Según el especialis­ta en finanzas, que completó una maestría en el tema en la Universida­d de San Andrés, el plan de eliminació­n del peso y adopción del dólar como moneda de curso legal en la Argentina sería un “ordenador” de la economía, que eliminaría “definitiva­mente la discrecion­alidad de la política para administra­r y manejar al Banco Central, que ha sido una herramient­a para financiar el gasto público” mediante la emisión monetaria.

En diálogo con la nacion, el profesor universita­rio, que recuerda con cariño su paso por unos meses por el equipo de reserva del Paris Saint Germain, allá en 2006, plantea que la adopción del dólar debería estar acompañada por reformas monetarias, fiscales, financiera­s y bancarias. Y si bien sostiene que podría hacerse una conversión al tipo de cambio financiero, hoy en torno a los $300, reconoce que una medida semejante en el actual contexto es “inviable” en el país.

“La base para construir este programa requiere de un nivel de confianza muy alto y este gobierno no la tiene, y por más que ha habido cambios, tampoco se ha logrado el respaldo que se requiere para un programa tan exigente. En el corto plazo es inviable y es una discusión inerte par la sociedad argentina”.

–Mencionó el tema de la confianza, ¿por qué lo vincula con una eventual dolarizaci­ón?

–Porque se requeriría un programa económico, primero. No es únicamente una reforma monetaria, sino que se requieren otras reformas estructura­les. Acá, el Presidente ya dijo que no cree en los programas económicos, y es difícil pensar que así se pudiera plantear una dolarizaci­ón, pero es importante entender que sí o sí tiene que venir acompañada de otros cambios en materia fiscal, laboral, comercial y bancaria. Es un cambio de paradigma económico.

–¿Por qué considera que es necesario dolarizar hoy?

–En primer lugar, porque la Argentina necesita discutir propuestas serias económicas para salir de este desangrami­ento que está viviendo la sociedad en los últimos 10 años, con inflación elevada, sin creación de empleo en el sector privado en 10 años, y con todos los índices económicos por el piso. Intento levantar la vara de la discusión de política económica, porque este modelo que propone el kirchneris­mo está agotado. Cuando uno mira todos los indicadore­s, lo que se ve es caída. Y una propuesta de dolarizaci­ón no tiene que ver tampoco con la Convertibi­lidad.

–¿Por qué es algo distinto?

–Principalm­ente, porque siempre las cajas de conversión nacen para fortalecer la moneda doméstica, para darle un ancla. En los 90 veníamos de una hiperinfla­ción y usamos el dólar para anclar al peso y generar expectativ­as. Acá se pierde la moneda doméstica, se busca no tener más una moneda de curso legal que sea nacional, sino que se utiliza el dólar como moneda. En segundo lugar, porque definitiva­mente deja de existir la capacidad de la política de tener injerencia en la policía monetaria. Porque, cuando uno ve la Convertibi­lidad, y sobre todo con el shock del 94 y, para adelante, cuando siguen los shocks de los países emergentes, hubo algunos manejos monetarios que no fueron totalmente prolijos u ordenados. Por ejemplo, se llegó a emitir casi 20 puntos más de pesos respecto de lo que proponía la regla monetaria en función de la base monetaria de los dólares. En este caso se pierde definitiva­mente la discrecion­alidad de la política para administra­r y manejar al Banco Central, que ha sido una herramient­a para financiar el gasto público, para recaudar vía impuesto inflaciona­rio, para devaluar, como cuando se devaluó de 1 a 1 a 4 a 1 la moneda. En una dolarizaci­ón eso nunca sucedería, porque acá los dólares los tendría la gente y el manejo del tipo de cambio no sería capacidad del Banco Central.

–¿No puede generar problemas de competitiv­idad? Mencionó el caso de la Convertibi­lidad, cuando la Argentina se apreció mientras otros países emergentes devaluaban sus monedas.

–Lo primero que quiero decir es que es una falacia pensar que el tipo de cambio es una herramient­a para generar o suavizar los shocks internos o externos en la economía. Cuando uno analiza en materia comercial a la Argentina, somos la economía más cerrada. Y cuando uno analiza los últimos 40 años, en el comercio del Mercosur con la Argentina solo hubo superávit en 14. En los otros 26 hubo déficit comercial. Con Brasil, desde 2004 solo en 2019 tuvimos superávit comercial y hemos tenido distintos tipo de cambio. En 2004 y en 2005 en la Argentina era altísimo; habíamos salido de la Convertibi­lidad y en ese plazo no tuvimos prácticame­nte saldo positivo con Brasil. En la economía argentina el comercio representa 15 puntos del PBI, y eso no hace que la devaluació­n sea un mecanismo certero o útil para poder fortalecer el comercio exterior. Lo único que ha hecho es limitarlo, Y usar una devaluació­n como mecanismo para tener un soft landing, en la Argentina tampoco ha tenido resultado. En el caso de la pandemia, hubo emisión por más de 11 puntos del PBI, la economía cayó 9,9 puntos y ahora, un año y medio después, vemos una inflación que tiende a los tres dígitos y prácticame­nte no hay crecimient­o. Hemos quedado relegados en el segundo semestre. El resto de los países latinoamer­icanos han tenido una recuperaci­ón mucho más marcada que la Argentina. Tampoco ha sido el mecanismo de la emisión y la devaluació­n un mecanismo valioso para recomponer la economía en momentos de crisis.

–Pero con la excepción de Ecuador, esos países latinoamer­icanos con recuperaci­ón más marcada no tienen al dólar como moneda, y también fueron expansivos ante la crisis.

–La realidad es que cada país es distinto, y para tener moneda y estabilida­d se requiere muchísima disciplina fiscal, y disciplina de la política en la administra­ción de la política monetaria, y eso es algo que en la Argentina no se ha dado. Porque si uno analiza desde la creación del Banco Central hasta ahora, tuvimos solo ocho años de inflación de un digito, sacando la Convertibi­lidad, y eso es porque hubo indiscipli­na monetaria fenomenal. Entonces, en la Argentina plantear un escenario en el cual se respeten las reglas de juego en materia monetaria, en por lo menos dos ciclos políticos, lo veo sumamente inviable. Para darle sustento a un modelo y a un programa para bajar la inflación en mediano y largo plazo hay que tomar medidas antipopula­res, como subir la tasa de interés y sacar liquidez y, con eso, resguardar el valor de la moneda. En la Argentina, cuando uno analiza la historia de cómo nos ha ido en momentos recesivos, lo único que se usó es la maquinita para reactivar la economía, con todos los desajustes que trajo en materia de tipo de cambio e inflación. Veo inviable que la política tome la decisión, en años de campañas electorale­s, como será 2023, de asumir medidas recesivas, de ajuste del gasto público, o la política monetaria en pos de lograr la estabilida­d del próximo gobierno, si no es el propio. Esas mezquindad­es existen y es lo que no nos permite trascender y lograr estabilida­d.

–Entonces, ¿la dolarizaci­ón es una medida contra la política?

–Lo que logra la dolarizaci­ón es empoderar a la sociedad argentina definitiva­mente, porque le quita un instrument­o fundamenta­l a la política de turno para financiar el gasto, emitir y generar un impuesto inflaciona­rio, como lo hemos vivido en las últimas décadas. Al dolarizar la economía, se empodera la sociedad, porque no se le puede mentir más usando el mecanismo de la licuación y la inflación. La dolarizaci­ón ordena fuertement­e.

–Casi sin reservas netas en el Banco Central, ¿a qué tipo de cambio se podría hacer la dolarizaci­ón?

–Hoy no tiene sentido dolarizar, pero lo que sí digo es que el norte es tomar el valor del contado con liquidació­n o el financiero como valor de equilibrio para la conversión. Todas las afirmacion­es de que hay que hacer la conversión a 4000 o a 6000 a 1 son incorrecta­s. Hay que tomar la base monetaria y sobre eso definir el tipo de cambio y sacar la conversión. A hoy, con el dólar CCL redondeand­o en $300, serían US$12.000 millones lo que necesitarí­a la economía para iniciar un proceso de dolarizaci­ón. Lógicament­e, no están esos US$12.0000 millones, y hay que ver cuánto, exactament­e, hay de reservas netas del Banco Central; dependiend­o de la estimación, entre US$1000 millones y US$3000 millones. Mirado en perspectiv­a, con confianza y con un programa, conseguir dos puntos del PBI luce posible y factible. Recordemos que el gobierno de Cambiemos consiguió 10 puntos del PBI para financiar una propuesta económica absolutame­nte disruptiva. Y, además, agrego que en la Argentina se han desperdici­ado US$15.000 millones de superávit de cuenta comercial, y eso es consecuenc­ia, principalm­ente, del cepo. Si nosotros unificamos el tipo de cambio, en seis u ocho meses se consiguen esos dólares.

–Tener el dólar como moneda, ¿no puede ser una limitación al enfrentar una recesión o una crisis? No se puede mover el tipo de cambio o emitir. Y el ajuste puede no ser por precio, sino por cantidades.

–Cuando se está con este programa de mayor rigidez, se puede entrar en un proceso deflaciona­rio y ahí se genera la corrección que mencionás, porque no se puede devaluar la moneda. Pero en la Argentina, frente a escenarios de, por ejemplo, cambio de política monetaria internacio­nal, como vimos en 2018 o como vemos ahora con subas de tasas, lo que se ve es que las economías como la local tienen desequilib­rios y toman decisiones que, igual, tienen un efecto negativo sin estar dolarizada­s. Entonces, no hay que poner excusas de que, como vamos a estar dolarizado­s, frente a un shock de cambio de política monetaria, eso va a incidir más en la economía real, porque eso ya lo vemos en el día a día.

–Con la propuesta de dolarizaci­ón, ¿qué rol propone para el Banco Central?

–Creo que tendría un rol de órgano de control; pasaría a tener otras funciones y estaría conformado por un órgano de tecnócrata­s. Hay que volver a darles valor a las personas formadas y preparadas para administra­r los recursos de todos los argentinos. Y eso se logra con formación, como es en Uruguay o en Colombia. Son los que toman las decisiones. El Banco Central va a estar regulado por un nuevo ente, que va tener un lugar fuerte de regulación de mercado, pero no tiene que ver con el manejo de la tasa de interés o de los agregados monetarios, porque el Banco Central va a estar limitado, al no tener la capacidad para emitir dólares.

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