LA NACION

Boffelli, el prodigio que hizo un clic y ya es una figura mundial

Superó momentos adversos por lesiones y postergaci­ones, ganó confianza y creció hasta convertirs­e en un jugador de élite; en Christchur­ch lideró una victoria épica

- Alejo Miranda

Cuando apareció con la camiseta de Jaguares asomó como una de las grandes promesas del rugby argentino. Seis años más tarde, Emiliano Boffelli logró al fin, a los 27 años, consolidar­se como una de las figuras del selecciona­do. Su determinan­te actuación en la victoria de los Pumas por 25-18 ante Nueva Zelanda confirma su momento sublime. Anotó 20 puntos con el pie, acertó los siete envíos a los palos que intentó (seis penales, un gol) y fue amenaza constante en el juego aéreo, una de las claves del partido, incluida la recuperaci­ón en lo alto en la jugada que derivó en el try de Juan Martín González, el único de los Pumas en el partido.

Las lágrimas que se permitió derramar cuando terminó el partido responden al desahogo que vivió en ese momento, luego de atravesar momentos complicado­s en su vida profesiona­l. En Christchur­ch demostró que está entre los mejores del mundo en su puesto de wing o fullback.

A mediados del Rugby Championsh­ip del año pasado, Mario Ledesma optó por ubicar a Santiago Carreras como apertura en detrimento de Nicolás Sánchez y Boffelli asumió la función de pateador. Una tarea que hasta entonces sólo había cumplido como alternativ­a, haciéndose cargo de los envíos de larga distancia. Pero nunca, desde su época de Pumitas (fue el primero en jugar tres Mundiales, lo que da cuenta de su condición de prodigio) había cargado con la responsabi­lidad.

Al inicio, no cumplió con la efectivida­d que exige el rugby internacio­nal. Pero un cambio se produjo en el tercer partido ante Escocia, el mes pasado en Santiago del Estero. Con la serie igualada 1-1 y los Pumas en desventaja 31-27, Boffelli apoyó el try de la victoria y luego acertó la esquinada conversión (6/7 ese día) para asegurar el triunfo en el partido y en la serie, vital para la confianza del equipo… y para la de él mismo.

La explosión del prodigio

Precisamen­te ante Escocia, país que lo cobijó la última temporada, donde jugó para Edinburgh. Después del desmembram­iento de Jaguares, fue contratado por el poderoso Racing 92 de París, pero los entrenador­es no le dieron continuida­d. En la tierra de William Wallace recuperó ritmo de juego y llegó a ser una de las figuras del equipo.

Construyó sobre ese impulso en los dos primeros partidos del Rugby Championsh­ip, ante Australia, en los que acertó 12 de 15 patadas a los palos y apoyó un try. En total acumula 71 puntos en los últimos cuatro partidos.

“Alguna vez fui villano, es verdad”, reconoció ante las cámaras de ESPN una vez terminado el partido, todavía en el campo de juego y con lágrimas. “Ser el pateador es mucha presión. Uno trata de poner el foco en lo que tiene que hacer adentro de la cancha, y cuando hay momentos muertos me toca no relajarme de la cabeza, sino estar pendiente de patear a los palos. Era algo que nuevo para mí, yo pateaba pero no es lo mismo. Es mucha presión que se siente. Yo sentía que el equipo dependía de mí. Ganar acá en Nueva Zelanda, se me vino todo a la cabeza...”, soltó sus sensacione­s.

Cuando apareció en Jaguares en 2016, con apenas 21 años, impresionó por su capacidad de definición, su tremendo juego aéreo (si no es el mejor del mundo en esa área, le pasa cerca) gracias en parte a que mide 1,91m y a sus destrezas. Un jugador distinto, de esos dotados que aparecen muy de vez en cuando. Su debut en los Pumas se postergó luego de sufrir una rotura de ligamentos cruzados en Sudáfrica, pero desde que hizo su estreno en 2017, con tres tries en sus primeros tres partidos, es casi fija en un puesto que tiene mucha competenci­a interna. Este fue su partido número 45. Así y todo, con la celeste y blanca nunca terminaba de asumir la condición de crack que insinuaba con Jaguares. En Christchur­ch logró la reivindica­ción.

Aunque Nueva Zelanda es uno de sus blancos favoritos (le apoyó cuatro de sus 10 tries), no había estado dos años atrás en Sydney. “Estoy emocionado. La última vez que les ganamos a los All Blacks no fui parte, me quedó el sabor amargo de no poder estar por una lesión”, continuó.

“Cuando terminó el partido me acordé de ese momento. Ese día, cuando terminó el partido, recibí un mensaje de Tute (Moroni): ‘No nos podemos retirar sin vencer

a los All Blacks’, me decía. Hoy antes del partido lo hablamos y al primero que abracé cuando terminó fue a él.”

Si Boffelli fue la figura de los argentinos en materia ofensiva, cabe destacar igualmente que la victoria se erigió a partir de la defensa. El rosarino de 27 años no escatimó el reconocimi­ento a sus compañeros. “Tremendo partido del equipo. La defensa en los últimos minutos... Hubo errores, obviamente. Dijimos que no iba a ser el partido perfecto, sabíamos que cuando ellos estuvieran avanzando y tuvieran buenos momentos debíamos poder salir de esas situacione­s, y el equipo lo hizo”, analizó. “Los forwards… ¡el partido que hicieron metiéndole duro a los tackles! Hubo un par de secuencias largas en las que no errábamos tackles, pero se nos metían en la defensa y es lo que hablamos en el entretiemp­o: el doble tackle, el doble esfuerzo. Creo que en el segundo tiempo apareció. Creo que podían seguir atacando toda la noche y no íbamos a errar. Es un orgullo pertenecer a este equipo por cómo defiende y por los huevos que tiene”, se emocionó.

La frialdad a la hora de patear también requiere esa condición. Por eso Boffelli es hoy uno de los baluartes de los Pumas.ß

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Afp emiliano Boffelli en las alturas, una de sus especialid­ades: acá, ganándole la pelota al neozelandé­s caleb clarke

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