El desafío de construir un futuro mejor y con trabajo decente para quienes se vieron más afectados por el Covid
Así como el impacto de la pandemia fue heterogéneo, la recuperación es desigual para los distintos sectores y segmentos de la población. De acuerdo con los datos más recientes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las y los jóvenes de todo el mundo experimentan una recuperación más lenta en lo que se refiere al acceso y a la permanencia en los mercados laborales.
El informe Tendencias Mundiales del Empleo Juvenil 2022, que la OIT dio a conocer en ocasión de un nuevo Día Mundial de la Juventud, que se celebró el 12 de este mes de agosto, confirma que la crisis sanitaria, social y económica ocasionada por el Covid-19 perjudicó más a las y los jóvenes que a las personas de cualquier otro grupo de edad.
En particular, desde inicios de 2020, quienes tienen entre 15 y 24 años padecieron una pérdida porcentual de empleo mucho mayor que la de las personas adultas: prácticamente la pérdida se triplica. Asimismo, en el último año la cantidad de jóvenes que no estudian ni trabajan aumentó un punto y medio y alcanzó el 23,3%. Es la proporción más alta en 15 años.
Estas tendencias también reflejan brechas estructurales de género. Las mujeres jóvenes están más afectadas que sus pares varones. Entre estas tendencias globales, la OIT prevé que este año habrá 73 millones de jóvenes sin empleo. Si bien esta cifra representa una sutil mejora respecto de 2021, cuando la desocupación juvenil alcanzó a 75 millones en todo el mundo, es aún 6 millones mayor a la que se registraba antes de la pandemia, en 2019.
En la Argentina, el Covid-19 también impactó gravemente en la participación económica de la población joven. En la primera mitad de 2020, la disminución en la tasa de empleo juvenil fue de 13,5 puntos, bastante mayor que los 9,4 puntos que cayó esa variable entre la población adulta. No obstante, hoy se observa que la recuperación es más rápida para la juventud.
Por otra parte, previo a la pandemia, el número de jóvenes entre 18 y 24 años que no estudian ni trabajan estaba a la baja en la Argentina. La crisis alteró esta tendencia, pero solo transitoriamente. En el cuarto trimestre de 2021, el porcentaje de jóvenes “ni-ni” se redujo 1,3 puntos respecto de igual período de 2018.
El caso argentino también refleja las desigualdades de género que hay a escala global. En el mundo, este año las mujeres jóvenes con empleo representarán un 27,4%, mientras que los varones jóvenes empleados llegarán al 40,3%. En la Argentina, el promedio de 2021 de la tasa de ocupación de las mujeres jóvenes fue de 31,8%, versus el
47,3% entre sus pares varones.
El acceso al empleo de las y los jóvenes y sus trayectorias educativas son parte de las problemáticas que concentran los esfuerzos de la OIT y sus mandantes en el país, como se demostró a fines de 2021 en un seminario tripartito sobre empleo joven realizado en el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social.
Más recientemente, como parte de una iniciativa junto a la Oficina de la Comisión Económica para América Latina (Cepal) en Buenos Aires, presentamos el boletín semestral Coyuntura laboral en la
Argentina, cuyo primer número tuvo dos ejes puntuales: el empleo joven y la transición a la formalidad laboral, con foco en una recuperación inclusiva y sostenible en la pospandemia. A su vez, el cuarto Programa de Trabajo Decente de País para Argentina, resultado de un proceso de diálogo social junto al Gobierno, sindicatos y el sector empleador, incluye al empleo juvenil como un eje prioritario. En el marco del sistema de Naciones Unidas en el país, estamos impulsando la adaptación y el lanzamiento local de la iniciativa global “Empleo decente para jóvenes”.
Desde la OIT reiteramos el llamado para aumentar las inversiones y esfuerzos, con el objetivo de transformar positivamente el futuro de la juventud. Hay algunos sectores particularmente relevantes para este fin: las economías verde y azul, digital y de cuidados. Si se combinan, sería posible crear 139 millones de empleos para 2030, y cerca de 32 millones sería tomados por personas de 15 a 29 años.
Para prevenir mayores cicatrices sociales y económicas es necesario transformar la economía y construir un mejor futuro del trabajo para la juventud. Este reto implica impulsar políticas específicas en torno a los mercados laborales, para promover el desarrollo de competencias, disminuir las brechas, aumentar el acceso a la educación de calidad, la protección social y promover el trabajo decente. En este proceso, es fundamental que el diálogo social incluya a las y los jóvenes. Considerar sus voces es clave para recuperar el empleo juvenil de cara a una recuperación más justa, sostenible, inclusiva y resiliente. ß