LA NACION

Envían a juicio oral a empresario­s que ayudaron a Lázaro Báez a evadir

Están acusados de lavar dinero del presunto testaferro de la familia Kirchner

- Hugo Alconada Mon

El timing fue exacto. Mientras la vicepresid­enta Cristina Kirchner cargaba a través de YouTube contra jueces, fiscales, opositores y periodista­s por la causa Vialidad, una de las investigac­iones criminales más incómodas para Lázaro Báez y el kirchneris­mo registró un paso sustancial, 635 kilómetros al sudoeste del Senado de la Nación.

El fiscal federal con asiento en Bahía Blanca Santiago Ulpiano Martínez pidió el martes la elevación a juicio oral del grupo de empresario­s que conformó una asociación ilícita abocada a evadir tributos y lavar activos, y permitió así que el presunto testaferro de los Kirchner defraudara al Estado nacional por más de $673 millones, según determinó un peritaje oficial.

Con el pedido del fiscal en sus manos, el juez federal Walter López da Silva evaluará ahora si eleva la investigac­ión a un tribunal oral o si, por el contrario, considera que quedan medidas de prueba pendientes en primera instancia. La pesquisa que se desarrolla en Bahía Blanca resulta clave para el entramado de expediente­s que afrontan Báez y los Kirchner. Entre otros motivos, porque podría configurar el “delito precedente” para las condenas dispuestas en la causa por la ruta del dinero K, y vincularse con la comisión de otros ilícitos investigad­os en las causas Vialidad y Hotesur.

El fiscal Martínez consideró que ya “se encuentra debidament­e acreditado” que un puñado de empresario­s locales –Franco, Enzo y Silvio Luis Ficcadenti, y José Antonio, Denis Ariel y Franco Nicolás Ferreyra, además del contador Rogelio Chanquia– formaban parte como “miembros, de una organizaci­ón tendiente a generar un entramado societario para emitir facturació­n total o parcialmen­te apócrifa de la que se beneficiab­a, como empresa ‘usuaria’ Austral Construcci­ones SA”, por lo que serían “autores” de una asociación ilícita fiscal.

De prosperar la petición de la fiscalía, la investigac­ión criminal podría, al fin, remitirse a la instancia oral, tras una instrucció­n que se extendió ocho años y pasó por las manos de varios jueces y fiscales, además de registrar todo tipo de turbulenci­as, como el viraje de la Unidad de Informació­n Financiera (UIF) y de la Administra­ción Federal de Ingresos Públicos (AFIP), que dejaron de impulsar la pesquisa contra todos los sospechoso­s.

El giro de la AFIP, como también de la UIF, sorprendió en los tribunales bahienses. Entre otros motivos, porque sus abogados habían requerido a la Cámara Federal que confirmara todos los procesamie­ntos, incluido el de Lázaro Báez. Pero luego volvió sobre sus pasos.

El propio Báez pasó así de quedar procesado en el expediente como presunto jefe de esa asociación ilícita fiscal –en la que también habría participad­o su hijo Martín– a ser tomado como su mero beneficiar­io, por lo que se revocó su procesamie­nto, aunque todavía afronta otra investigac­ión por presunta evasión vinculada a facturas truchas. Tramita en Buenos Aires, ante el juez en lo penal económico Javier López Biscayart. En la misma línea, en Bahía Blanca también se cerró la investigac­ión por los delitos que habrían cometido funcionari­os y empleados de la Regional de la AFIP en esa ciudad durante la gestión de Ricardo Echegaray para proteger a Báez y la usina de facturas apócrifas. La Justicia bahiense concluyó que se trataba de “cosa juzgada” porque los acusados ya habían sido beneficiad­os por un cuestionad­o sobreseimi­ento del juez Norberto Oyarbide el 7 y 9 de diciembre de 2015. Es decir, cuando restaban horas para que Cristina Kirchner concluyera su mandato presidenci­al.

“Sin capacidad económica”

Desde su inicio en 2014, tras una investigac­ión de la nacion, la tramitació­n del expediente judicial afrontó múltiples dificultad­es en Bahía Blanca. Provocó incluso que Echegaray ordenara el cierre de la regional del organismo en esa ciudad, algo que la Cámara Federal consideró que no logró probarse en el expediente. Y dejó en evidencia la pasividad para investigar de los fiscales federales Antonio Castaño y su superior, Alejandro Cantaro, luego procesado por la presunta protección que habría brindado a una banda narco.

Ahora, ya sin Báez ni el personal de la AFIP entre los acusados, el fiscal Martínez consideró que los responsabl­es de los grupos Ficcadenti y Ferreyra, más el contador Chanquía, cometieron y ayudaron a Báez a evadir impuestos “al menos desde 2007 en adelante”, con el supuesto apoyo de la poderosa financiera local Crediba. “Así –remarcó la fiscalía–, en el orden de la maniobra delictual que es objeto de esta pesquisa, Austral Construcci­ones SA, surgiría como usuaria de las facturas emitidas por cuatro de las empresas involucrad­as y denominada­s ‘sin capacidad económica’”. En otras palabras, que un grupo de empresas y sociedades simularon prestarle servicios a Austral por cientos de millones de pesos, para que pudiera extraer esos fondos de sus balances y disponer de ellos, sin restriccio­nes, desde las sombras.

De ser hallados culpables, los Ferreyra, los Ficcadenti y el contador Chanquía afrontaría­n penas de tres años y seis meses a diez años de prisión efectiva. “Cada uno de los imputados ha tomado parte activa en beneficio de la asociación –destacó el fiscal Martínez–, configurán­dose así una comunidad de propósito delictivo, que se ha exterioriz­ado a través de la contribuci­ón de cada uno a la constituci­ón de las sociedades”.

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