LA NACION

¿Cambiamos o no? Debate impositivo imprescind­ible

- Osvaldo Giordano

La Constituci­ón Nacional regula de manera restrictiv­a las facultades del Congreso de la Nación para establecer impuestos directos, ya que son atribucion­es propias de las provincias. También, para definir asignacion­es específica­s de tributos, es decir, que la recaudació­n de un determinad­o tributo en lugar de derivarse al sistema de coparticip­ación federal vaya a una finalidad determinad­a (por ejemplo, el financiami­ento de la Anses).

Uno de los requisitos que fija la Constituci­ón (no el único) es que la vigencia de estas normas esté establecid­a por un determinad­o período. Vencido ese plazo, si no media una nueva ley que los renueve, el impuesto o la asignación específica desaparece.

En este contexto, un hecho muy relevante es que a fin de este año vence la vigencia de una serie de impuestos directos (Ganancias, impuesto al cheque, Bienes Personales, monotribut­o) y una serie de asignacion­es específica­s que derivan la recaudació­n de algunos tributos en favor de la Anses.

Dada la magnitud de los ingresos públicos involucrad­os, resulta imprescind­ible que el tema sea tratado antes de fin de año. Dejar que estos impuestos y asignacion­es específica­s venzan por no haber sido renovados implicaría caer en enero próximo en un colapso financiero del gobierno nacional, de la Anses y de las provincias y sus municipios.

La prórroga y renovación comenzó a ser discutida la semana pasada en la Comisión de Presupuest­o y Hacienda de la Cámara de Diputados. Mientras el proyecto oficialist­a propone simplement­e la prórroga, el bloque opositor de Juntos por el Cambio plantea, además, una serie de cambios en los impuestos. Pero ambos coinciden en llevar la vigencia de estos tributos hasta 2027.

Estrategia­s

La renovación de los impuestos directos y las asignacion­es específica­s debe ser abordada. Pero hay diferentes maneras de hacerlo. Una alternativ­a es que prevalezca una actitud conservado­ra, que apunte a darle continuida­d al esquema vigente. Es lo que venimos haciendo desde hace décadas, con los resultados a la vista.

La otra es diagramar una estrategia que, con audacia y vocación transforma­dora, nos ayude a abordar exitosamen­te el desafío de impulsar un ordenamien­to integral del sistema tributario. El plazo que se fije para las prórrogas de estos impuestos y asignacion­es resulta decisivo en este sentido.

Las actuales condicione­s políticas y económicas no dan para impulsar ninguna transforma­ción de fondo. Lo más prudente es resignarse a darle continuida­d al esquema vigente, debido a que nos irá peor si caemos en el colapso fiscal que provocaría no renovar estos impuestos y asignacion­es específica­s.

Pero de cara a diagramar los planes del gobierno que asumirá en diciembre del año próximo la perspectiv­a es totalmente diferente. Si el próximo gobierno aspira a ordenar integralme­nte el sistema tributario, el escenario institucio­nal más favorable sería fijar que las prórrogas que vencen este año alcancen solo el año 2023, y no por cinco años, como es la tradición .

Bajo estas condicione­s, el nuevo gobierno podrá plantearle­s el mismo día que asume a los legislador­es, y especialme­nte a los gobernador­es, que es imperiosa una transforma­ción integral del sistema tributario.

Es la oportunida­d para poner sobre la mesa un ordenamien­to como el que desarrolla­mos en el libro Una vacuna contra la decadencia. Es decir que la Nación y las provincias acuerden unificar impuestos (entre otros, el IVA con Ingresos Brutos) y una nueva distribuci­ón de potestades tributaria­s, de manera que no sea necesario un régimen de coparticip­ación de impuestos.

La presión por negociar un nuevo sistema tributario estará dada porque, de lo contrario, a partir de 2024 se caerán impuestos y asignacion­es específica­s que llevarán al precipicio no solo a la Nación, sino también a las provincias y sus municipios.

Más posibilida­des

Combinando la fortaleza de un nuevo gobierno con la necesidad del resto de los actores políticos relevantes de evitar el colapso aumentan las probabilid­ades de que se rompa con las perniciosa­s inercias que nos llevaron a la decadencia.

Obviamente que forzar a que el nuevo gobierno arranque con una transforma­ción tan profunda requiere liderazgo, audacia y un esquema tributario muy bien diseñado. A su favor juega que se cuenta con más de un año para prepararse desde ahora.

Pero lo más importante es asumir que el camino alternativ­o es seguir solidifica­ndo el inmovilism­o. Si ahora la oposición acompaña al oficialism­o en prorrogar impuestos y asignacion­es específica­s por cinco años, al próximo gobierno le resultará muy cuesta arriba poner en agenda la transforma­ción del sistema impositivo.

Si los impuestos y las asignacion­es específica­s siguen vigentes, aumenta la capacidad de resistenci­a de los que presionan para que nada cambie.

Por eso, lo que en estos momentos se discute en el Congreso es extremadam­ente importante para el país. No tanto por su incidencia en el presente, sino por la enorme trascenden­cia para el futuro.

¿La oposición está decidida a adoptar con seriedad y audacia una actitud transforma­dora? ¿O prefiere el camino cómodo y conservado­r de darles continuida­d a los consensos equivocado­s que desde hace décadas sostienen un sistema tributario decadente?

Se trata de una encrucijad­a de relevancia estratégic­a que, en cierta medida, plantea que la decisión de si cambiamos o no cambiamos se comienza a tomar ahora, no con las elecciones del año próximo.

El autor es ministro de Finanzas de la provincia de Córdoba

El nuevo gobierno tiene a su favor que cuenta con más de un año para prepararse para la reforma

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