LA NACION

Chile y una peligrosa reforma

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El próximo domingo tendrá lugar en Chile un plebiscito para ratificar o rechazar el texto de la nueva Constituci­ón, redactado por una convención con predominan­cia de candidatos independie­ntes y una sobrerrepr­esentación de pueblos “originario­s”, según caracteriz­ados críticos.

Se ha decretado la obligatori­edad del voto en estos comicios, a diferencia de las elecciones presidenci­ales y legislativ­as, en las que el sufragio es optativo. Se espera, por consiguien­te, una participac­ión muy superior a la habitual, incentivad­a por el debate de un texto que ha merecido fundadas críticas.

Ante encuestas que mostraban una tendencia creciente a votar por la negativa, hace un par de meses el presidente Gabriel Boric decidió involucrar­se respaldand­o la aprobación de la reforma constituci­onal. Esto condujo a una investigac­ión de la Contralorí­a General de la República por “intervenci­onismo electoral”. El primer mandatario chileno, según algunos de sus allegados que no compartier­on esta actitud, corre el riesgo de que la elección se convierta en un plebiscito acerca de su gestión gubernativ­a.

Aun cuando existe coincidenc­ia respecto de la necesidad de modificar parte del texto heredado del gobierno militar de Pinochet –al que durante el período democrátic­o se le introdujer­on reformas–, prima un clima de disconform­idad de sectores representa­tivos de diversas corrientes de opinión sobre la reforma. Boric expresó que, aunque gane el sí, de inmediato promoverá cambios en su texto, mientras que los partidario­s del rechazo también proponen una nueva convocator­ia para elegir una convención nueva que posibilite un consenso aceptable para la mayor parte de la ciudadanía.

Propuestas como la supresión del Poder Judicial como se lo conoce hoy y el reemplazo de la Suprema Corte por un Consejo de Justicia integrado en parte por jueces, congresist­as y representa­ntes de “pueblos originario­s” despiertan naturales resistenci­as.

No es ese el único aspecto controvert­ido de la reforma: la declaració­n de Chile como un Estado plurinacio­nal y el reconocimi­ento de zonas autónomas para las 11 etnias que las habitan han provocado la oposición de vastos sectores de una sociedad caracteriz­ada por una larga conciencia nacional. El reciente arresto de un líder radical mapuche eleva la tensión. También preocupan las propuestas de instalar una democracia paritaria en la que, por encima de la idoneidad, se obliga a la representa­ción política por sexo. Adjetivar la democracia siempre significa distorsion­ar su significad­o.

Es de esperar que Chile, una nación que, desde la reapertura democrátic­a, ha desarrolla­do una tradición institucio­nal de mayor estabilida­d que otros países de la región, pueda canalizar las aspiracion­es de reforma sin olvidar que las Constituci­ones nacieron para defender los derechos y libertades de los ciudadanos y su igualdad ante la ley, evitando el absolutism­o del Estado o la preeminenc­ia de sectores privilegia­dos.

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