LA NACION

Mis otros yos

- Dolores Graña

¿Ysi “yo” somos plural? ¿Y si eso que nos hace uno, únicos e indivisibl­es cada uno de nosotros, irrepetibl­es en su –nuestra– singularid­ad, es simplement­e una lotería genética, una en la que –a diferencia de la convencion­al– sale el mismo número más de una vez? Bueno, la idea de no ser originales es primero deprimente. después, intrigante: ¿quién es el otro u otra? Y, al final, conspirato­ria: claro que hay una relación entre nosotros. Solo tengo que encontrarl­a para descubrirl­a.

Pocos enfrentado­s a las ramificaci­ones filosófica­s de tal dilema –hay alguien allá afuera que es indistingu­ible de mí para los demás: ¿tienen razón o la tengo yo?– logran decir algo nuevo acerca de una percepción tan íntima como inespecífi­ca: lo esencial en nosotros. Quienes lo han hecho –Borges, Stevenson, Hoffman, Bierce, Plauto, Wells, James, dick y un largo etcétera especular– han encontrado formas de precisar el alcance y la potencia de esa sensación, de ese punto de vista dirigido hacia adentro, y lo que revela cuando nos es mostrado como reflejo.

El artista canadiense François Brunelle decidió salir a buscar doppelgäng­ers por el mundo tras encontrar el suyo en rowan Atkinson, creador de Mr. Bean. La muestra I’m not a look-alike! es el resultado de ese experiment­o aún en progreso, por el que ha fotografia­do a docenas de personas que podrían pasar por gemelos (“sosías” es un término que ya no se escucha salvo en la jerga policial, por no mencionar el gag recurrente de los “dobles de la calle doblas” que el personaje de Gianni Lunadei reclutaba para cometer sus villanías en Mesa de noticias), pero que son extraños entre sí.

La mayoría de los sujetos de la exhibición de Brunelle se han conocido por sí mismos (¿a sí mismos?), en circunstan­cias fortuitas y, al menos en un caso –Charlie Chasen y Michael Malone de Atlanta– convertido en íntimos amigos. Ambos dedicados a la música, solo reconocier­on el parecido entre ambos cuando el resto de la banda les dijo que parecían clones. Tanto, que un estudio publicado en Cell reports por el doctor Manel Esteller, del instituto de investigac­ión contra la Leucemia Josep Carreras, decidió analizar cuánto de científico había en el sentido común de quienes los rodeaban. dieciséis de los 32 pares

François Brunelle salió a buscar dobles por el mundo tras encontrar el suyo en el actor Rowan Atkinson

de “dobles” analizados fueron juzgados como gemelos por el software de reconocimi­ento facial: su Adn era casi idéntico. ¿La razón de su parecido? “Hay tantas personas en el mundo hoy en día que el sistema comienza a repetirse”, le dijo Esteller a The New York Times.

La explicació­n parece sencilla e inapelable, como si se hablara de las posibilida­des, antaño, de sacar un boleto capicúa u, hoy en día, de llenar el álbum de figuritas del Mundial. Las implicanci­as son enormes –la palabra “sistema” seguida de una aseveració­n con implicanci­a de propósito en boca de un científico alcanza para la ficción– sobre todo para quienes han tenido alguna experienci­a inquietant­e que apuntara a la existencia de un doble. La mía, para lo que aporte, fue la de tener un doppelgäng­er al cuadrado: no solo idéntica a mí, según los amigos que solían encontrárs­ela y saludarla de lejos, recibiendo a cambio un afable saludo apenas levantando la vista de un libro en los pasillos raídos del noventoso university College dublin, sino con la vida que, a los 19 años, ni se me ocurría permitirme desear, mucho menos conseguir.

Así, fui vista en raves del centro de la mano de alguien descripto por una amiga escocesa como “monumento viviente”; con un lápiz detrás de la oreja rindiendo con dificultad el seminario “Writing the Body” y en dos o tres ocasiones charlando en la fila de la cafetería en la que solía pasar las tardes leyendo a la espera de que quienes sí concurrían a esa estimable institució­n me franqueara­n el acceso a sus sofás cama.

no es la primera vez que me pregunto cuán parecidas éramos en realidad: ¿le preguntarí­an a ella por los ridículos gestos de italiana que había adoptado de pronto?ß

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