LA NACION

Massa viaja a Estados Unidos para negociar con el FMI

Pasado mañana irá a Washington y Nueva York con la meta de obtener más crédito e inversione­s y validar su plan económico

- Rafael Mathus Ruiz archivo

WASHINGTON.- Sergio Massa cultivó sus vínculos con Estados Unidos durante varios años en viajes a Nueva York y Washington. A diferencia de Silvina Batakis, su efímera antecesora en el Ministerio de Economía, Massa es una figura conocida en la Casa Blanca, el Congreso norteameri­cano, el establishm­ent político y empresario, Wall Street y la burocracia del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI). En la visita más importante de todas, Massa volverá a pisar Washington esta semana [sale pasado mañana] con el desafío de capitaliza­r esa familiarid­ad y su chapa política para ungir de respaldo internacio­nal a su hoja de ruta para la economía.

La misión de Massa tiene dos objetivos: inversione­s y dólares. Massa y su equipo buscarán cerrar los temas pendientes con el Fondo desde la salida de Martín Guzmán para mantener a flote el programa, destrabar préstamos de organismos multilater­ales y encaminar proyectos de inversión, con un foco en energía y Vaca Muerta, indicaron fuentes del Palacio de Hacienda. También se trabajará en la agenda de seguridad energética y alimentari­a con el gobierno de Joe Biden.

El intento de asesinato de la vite” cepresiden­ta Cristina Kirchner no alteró los planes de la visita. El jueves y el viernes, Massa habló varias veces con la vice y con el Presidente, Alberto Fernández, y decidió seguir adelante con la gira, indicaron las fuentes. Su agenda –que coordinaro­n el embajador Jorge Argüello y el asesor internacio­nal de Massa, Gustavo Martínez Pandiani– será casi calcada a la que tuvo Batakis, a mediados de julio, salvo por dos diferencia­s sustantiva­s: Massa tiene previsto ver a Juan González, el principal funcionari­o de la Casa Blanca para América Latina, y al presidente del Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID), Mauricio Claver-carone, antaño némesis del Gobierno y con quien se busca dar vuelta la página para liberar fondos por unos 800 millones de dólares para alimentar las languideci­entes reservas del Banco Central.

A diferencia de Batakis, quien llegó a Washington apremiada por un dólar suelto y un mar de dudas sobre su caudal político, Massa llega con las variables financiera­s navegando una tensa calma y con un fuerte ajuste ya en marcha bajo el brazo, incluido el postergado aumento de tarifas que el Fondo urgió durante meses y que terminó siendo más incisivo que el del eyectado Guzmán. Al igual que Batakis, Massa deberá encarrilar el programa con el Fondo, que de momento aparece fuera de los parámetros acordados.

“Guzmán era visto como un interlocut­or sin respaldo político, que no podía tomar compromiso­s fiscales creíbles. Massa tiene peso político propio y contactos aceitados en Washington”, distinguió Héctor Torres, quien representó a la Argentina ante el board del FMI. “Creo que el diálogo será más productivo que con el equipo anterior”, remarcó.

El caudal político de Massa genera expectativ­a en Washington, aunque sin llegar a despejar del todo el profundo escepticis­mo que despierta la Argentina. El Fondo siempre pidió un plan económico con un amplio consenso político, creíble y factible, y Massa es el primer ministro de Economía que llega a la mesa de negociacio­nes con envergadur­a propia y el control total de la botonera, algo que Guzmán y Batakis no tenían.

Pero los problemas son los mismos. Economista­s y analistas de Wall Street mostraron frustració­n ante la ausencia de un plan de estabiliza­ción integral tras los primeros anuncios de Massa, a los que el banco de inversión J.P. Morgan describió como un “esfuerzo de curita”, una mirada extendida. La ausencia de un programa integral y la crispación política que late en Buenos Aires son las principale­s preocupaci­ones entre quienes miran a la Argentina. El atentado contra Cristina Kirchner abonó esas inquietude­s. Torres dijo que “obviamente esto no ayuda, pero en el Fondo hay una actitud positiva hacia Massa y su equipo”. En el Gobierno confían en el apoyo de la Casa Blanca, que “condenó enérgicame­nel ataque con un mensaje del secretario de Estado, Antony Blinken.

Sin imprevisto­s mediante, la Argentina parece encaminars­e a atravesar sin problemas la segunda revisión del acuerdo con el Fondo, de la cual depende un desembolso de casi 4000 millones de dólares previsto para las próximas semanas. El equipo técnico que viajará antes que Massa se encargará de pulir esa revisión con Luis Cubeddu, el jefe de misión para la Argentina. Leonardo Madcur y Raúl Rigo multiplica­n horas de vuelo en las discusione­s con el FMI. A ellos se les sumará Gabriel Rubinstein como principal macroecono­mista del equipo. Economía ha buscado enfocarse en la revisión evitando levantar polvareda, y por eso en el Palacio de Hacienda han evitado darle oxígeno a la posibilida­d de pedir fondos frescos a través de la nueva línea que se abrirá, en las próximas semanas, con el Fondo de Resilienci­a y Sustentabi­lidad. Esa alternativ­a está latente.

Las conversaci­ones con el Fondo también mirarán hacia adelante. El desembolso de septiembre depende de lo que ocurrió hasta junio. El panorama empeoró tras la caótica salida de Guzmán. En el organismo dijeron que los equipos “continuará­n las discusione­s sobre las perspectiv­as macroeconó­micas y sobre políticas para fortalecer la estabilida­d y asegurar el cumplimien­to de los objetivos del programa”. Las revisiones sobre lo que está ocurriendo y ocurrirá a lo largo del segundo semestre aparecen más complicada­s. Faltan dólares: la Argentina debe sumar este año casi 6000 millones de divisas a las reservas netas del Banco Central, una meta, para muchos, utópica, sobre todo sin una devaluació­n del tipo de cambio oficial, un camino que Massa rechazó.

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Claver-carone, del BID, una figura clave para Massa

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