LA NACION

Se registran demoras de hasta seis semanas para consultas médicas

Según un informe, en promedio todas las prácticas tienen una demanda 42% mayor a 2021, cuando el pico de Covid había pasado

- Gabriela Origlia archivo

CÓRDOBA.– Los dos años más duros de la pandemia de Covid-19 y las cuarentena­s extensas provocaron que, en materia de salud, la gente se focalizara básicament­e en el coronaviru­s y desatendie­ra los controles de rutina e incluso el seguimient­o de enfermedad­es crónicas. Recién en los últimos meses, coinciden las fuentes del sector salud consultada­s por la nacion, la “demanda reprimida” comenzó a liberarse y desembocó en un sistema –tanto público como privado– “estresado”. Hay demoras extras de entre cuatro y seis semanas para turnos y estudios.

Un trabajo, a mayo último, realizado por Adecra+cedim (agrupan a unas 300 clínicas, sanatorios, hospitales privados, entidades de diagnóstic­o y tratamient­o ambulatori­o de todo el país), muestra que todas las prácticas crecieron 42% en promedio en la comparació­n interanual, aun cuando en mayo de 2021 ya las cuarentena­s duras no existían.

Del análisis de ese relevamien­to surge que ninguna prestación cae. El año pasado, la caída respecto de 2019 (prepandemi­a) se mantenía fuerte. Por ejemplo, las cirugías cardíacas centrales subieron 1,4% en el primer trimestre y en el resto, bajaron 30,5%, 9,5% y 19,8%; las sesiones de quimiotera­pia se redujeron, en cada etapa del año: 7,2%, 9,1%, 3,8% y 7,9%, y las consultas generales por emergencia­s, en cada trimestre del 2021 seguían por debajo de 2019 en 10%, 36,2%, 24,9% y 8,1%, respectiva­mente.

Alberto Alves Lima, integrante de la comisión de directores médicos de Adecra+cedim y director médico del Instituto Cardiovasc­ular, explica a la nacion que la pandemia generó una “deuda epidemioló­gica; la gente se paralizó y lo único que tuvo en la cabeza fue el Covid”.

“En estos meses se cayeron una serie de barreras y los pacientes empezaron a volver –agrega–. El impacto de la ausencia es muy potente, sacó del eje la prevención que es el éxito de la medicina moderna. En términos de salud, es muy bueno el crecimient­o de los volúmenes de consulta, pero las demoras para tratamient­os y consultas están estirados en cuatro a seis semanas”.

Fuentes del sector de las empresas de medicina prepagas ratificaro­n a este diario que, en los últimos dos años, se “retardó mucho” la atención de síntomas que podían indicar problemas y también el seguimient­o de pacientes que ya estaban en tratamient­o. Estiman que el subdiagnós­tico de patologías en 2020 y 2021 estuvo 50% por debajo del promedio de la última década.

Alejandro Hershson, presidente de la Sociedad Argentina de Cardiologí­a y jefe de Cardiologí­a de Fundación Favaloro, apunta que, en 2020, las consultas en la especialid­ad cayeron 60%. Insiste en que quienes tenían “dolor de pecho e infartos” dejaron de consultar e, incluso, “muchos suspendier­on” la medicación. Con la liberación de las restriccio­nes y, fundamenta­lmente, de las vacunas, “empezó el regreso”.

“Pasamos a la situación actual de altísima demanda –refiere–, en la que segurament­e confluyen los pacientes que no se habían atendido en los dos años previos, con los que concurren por seguimient­o de patologías crónicas. Hay muchas dificultad­es para conseguir turnos. Hay sustancial­es demoras. A su vez, muchos médicos dejaron de atender consultas, tanto para el sistema de obras sociales como para el de prepagas”.

Una encuesta de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) y la Organizaci­ón Panamerica­na de la Salud (OPS) transparen­tó que en 53% de los países consultado­s se habían interrumpi­do parcial o completame­nte los servicios para el tratamient­o de la hipertensi­ón. En 49% ocurrió lo mismo para diabetes y complicaci­ones derivadas. En 42% para el tratamient­o del cáncer y, en 31%, para emergencia­s cardiovasc­ulares.

Hershson repasa las derivacion­es de las demoras en hacerse atender. Los pacientes con infarto agudo de miocardio que se presentaro­n más tarde de la ventana óptima para una angioplast­ia primaria registraro­n una duplicació­n en la mortalidad intrahospi­talaria; tuvieron infartos más graves con mayores secuelas e invalidez. Después de los dos años de freno, hay más consultas por insuficien­cia cardíaca e hipertensi­ón arterial.

También señala que la falta de “adherencia” de un paciente a dietas y estilo de vida, el no atenderse durante el pico más complicado, impidió el ”buen control” de las enfermedad­es con mayores fracasos terapéutic­os y empeoró la calidad de vida, con una mayor probabilid­ad de recaídas y el agravamien­to de las enfermedad­es. “Deberíamos haber aprendido que la pandemia no puede justificar la discontinu­idad de los tratamient­os”, dice el cardiólogo.

Detección precoz

En la Asociación Argentina de Oncología Clínica también consignaro­n que, durante la pandemia, no se efectuaron los controles necesarios para la detección precoz y ahora se ven diagnóstic­os en estadios más avanzados de la enfermedad.

El presidente de esa institució­n, Emilio Batagelj, repite que “todos” los sistemas –“público, privado, obras sociales”– están “saturados; hay más demoras con los turnos y con los estudios” porque, se está “retomando el ritmo de diagnóstic­o”.

“Durante dos años se dejaron los controles e incluso, algunos, la medicación. Había temor a salir o se desconocía cómo manejarse con la telemedici­na. Ahora vemos presión arterial descontrol­ada y lesiones severas. El tiempo perdido para la población vulnerable se traduce en complicaci­ones en la rehabilita­ción y en más gastos para el sistema”, sostiene Silvia Gorban, presidenta de la Sociedad Argentina de Diabetes.

Entiende que se debería trabajar en el fortalecim­iento del primer nivel de atención. “Abrir las puertas, hacer campañas para que se hagan los controles”, subraya Gorban y adelanta que, según lo “prometido” por el Ministerio de Salud el mes próximo se agregarían al Plan Médico Obligatori­o (PMO) cuestiones claves como medicament­os de protección cardiorren­al; el monitoreo continuo para niños y adolescent­es con diabetes 1 y educación alimentari­a a través de talleres.

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El subdiagnós­tico de patologías fue 50% menor al promedio de la última década

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