LA NACION

La goleada fue una alarma, pero no significa un paso atrás

- Jorge Búsico

Cincuenta tantos de diferencia y siete tries a cero. Los números, tan contundent­es, establecen un primer parámetro de lo que significó la goleada de los All Blacks ante los Pumas. Los neozelande­ses jugaron un excelente partido, en el nivel más cercano al que fue su dominio global en la última década, ganando en todas las facetas del juego y con una sed de desquite de la derrota de la semana anterior que saciaron hasta en la última pelota del test. Otra cifra que certifica la clase de rugby que ofrecieron los tres veces campeones del mundo: en una noche lluviosa, por largos momentos intensa, con una pelota resbaladiz­a y con un enorme porcentaje de posesión, cometieron apenas 3 errores de manejo en todo el encuentro. Ante todo, entonces, hay que remarcar una vez más el carácter prácticame­nte invencible que exhíben los All Blacks cuando están en vena, tal como ocurrió ayer en Hamilton.

En ese contexto, los Pumas no se mostraron sólidos. En otro momento se podría sostener que una derrota así significab­a un paso atrás, pero, por ahora, el análisis de lo sucedido refleja que fue una actuación con aspectos por revisar pero que posee el atenuante de haber tenido enfrente en un día inspirado a uno de los dos mejores selecciona­dos del mundo. Hubo señales de alarma en Hamilton, aunque todavía no aparecen en rojo. Podría marcarse el retorno de la irregulari­dad –un partido bien, otro no–, pero si se mira no sólo este Rugby Championsh­ip –todas las series terminaron empatadas y a falta de dos fechas cualquiera de los cuatro puede salir campeón–, sino lo que fue la serie internacio­nal de julio, ningún equipo, salvo Francia, viene recorriend­o en camino sin pozos rumbo a la Copa del Mundo del año próximo. Los All Blacks, por ejemplo, tienen un récord de 3-4 en este 2022, mientras que el de los Pumas es 4-3.

Los de negro empezaron a ganar el partido en el punto de contacto. Fueron implacable­s allí, limpiando la pelota rápido para que sus backs, especialme­nte Rieko Ioane, encontrara­n huecos en una defensa que no respondió como el sábado anterior en Christchur­ch. Los Pumas tacklearon pero sin impedir que Nueva Zelanda ganara terreno en cada acción. “Nos faltó carácter”, dijo Tomás Lavanini, uno de los abanderado­s de ese aspecto del juego que es motivo de orgullo de los argentinos. “Ni el sábado fuimos los mejores del mundo ni ahora somos los peores”, completó el capitán Julián Montoya. Si bien es una frase común de los deportista­s, encaja perfectame­nte dónde se ubica el equipo: paso a paso, en un proceso que culminará dentro de un año en el kick-off del Mundial.

Los Pumas no tuvieron oportunida­des en el desarrollo. Cada vez que intentaron jugar, los All Blacks los asfixiaron con una defensa que subió con una velocidad impresiona­nte, al límite. Faltaron variantes y sobraron imprecisio­nes. Hubo arrestos individual­es –Mallía, Moroni, Orlando, Gallo– que no alcanzaron, salvo en un momento en el segundo tiempo, cuando el equipo estuvo varios minutos merodeando cerca del ingoal rival. Pero de esa acción, precisamen­te, vino un contraataq­ue tremendo que encabezó Ioane y que remató Jordie Barrett. Allí, a los 21 minutos, se terminó literalmen­te el test. Luego, los ABS anotaron 3 tries más.

La expedición a Nueva Zelanda fue positiva más allá de la abultada derrota de ayer. Para siempre quedará el triunfo en Christchur­ch que completó un casillero que faltaba. Y lo de Hamilton es un golpe duro que, si se asimila como se debe, servirá como otro mojón en este camino. Fue la primera vez en la era Cheika que los Pumas estuvieron tan superados en todo un partido.

La próxima parada, ante los Springboks, presenta una excelente oportunida­d. Los Pumas vuelven a Vélez, un estadio emblemátic­o para el rugby argentino y en el cual la mayoría de los jugadores del actual plantel vivieron jornadas felices con los Jaguares. Será, además, un test en casa frente a los campeones del mundo, lo que le brinda una categoría extra a un acontecimi­ento que ya tiene todas sus entradas agotadas desde hace varias semanas. Ya en la recta final de Rugby Championsh­ip, los Pumas tendrán el desafío de subir un poco más la vara y de dejar atrás la aciaga noche de Hamilton.

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