LA NACION

Gimnasia se dio un gran gusto ante Independie­nte y mira a todos desde arriba

- Rodolfo Chisleansc­hi

Con los dientes apretados y algunas pinceladas de fútbol Gimnasia se subió a la punta, al menos hasta el lunes. Con una imagen paupérrima de principio a fin, Independie­nte ya no sabe cómo hacer para empeorar una actualidad desastrosa. Fue 3-1 en el Bosque, reflejo perfecto de realidades entre un equipo que lleva 8 partidos sin perder y otro que desde el regreso de Julio César Falcioni como entrenador solo acumula frustracio­nes (2 derrotas y 4 empates).

En un fútbol donde gobierna la confusión es fácil creer que correr y trabar fuerte es sinónimo de buen juego, o que acertar de casualidad un remate flojo vale para justificar un funcionami­ento anárquico y sin una pizca de sentido común.

Los jugadores de Gimnasia llegaron al duelo con una carga extra a sus espaldas: su decisión de no concentrar como medida de protesta ante el atraso en los pagos por parte de la dirigencia. El presidente Gabriel Pellegrino no ahorró descalific­ativos contra la queja y acusó de especial a Brahian Alemán. El talentoso volante primero le contestó con un gesto: posó para la típica foto de equipo previa al pitazo inicial vestido con la camiseta de una campaña de Unicef, aunque lo mejor lo guardaría para más tarde.

Lo cierto es que quizás acelerado por demostrar que una cosa son las diferencia­s con los directivos y otra el compromiso sobre el césped, Gimnasia impuso condicione­s desde la primera pelota a puro frenesí y energía. El pibe Benjamín Domínguez (18 años) superaba con facilidad a Alex Vigo por izquierda; otro juvenil, Alexis Steimbach (19 años) le ganaba todas por arriba a Edgar Elizalde del otro lado; Alemán y Agustín Cardozo dominaban el medio. Su problema fue olvidar que el fútbol necesita de otros ingredient­es para que los esfuerzos físicos se traduzcan en eficacia, no se trata solo de correr y trabar más fuerte que el adversario.

A su favor tuvo que enfrente se le presentó un rompecabez­as imposible de armar porque ninguna pieza encaja con la de al lado. Si a los 11 el rojo se puso en ventaja fue de pura casualidad. Sergio Barreto rechazó a cualquier parte pero la pelota le cayó a Facundo Ferreyra, que alcanzó el fondo y levantó el centro atrás. La volea algo pifiada de Leandro Fernández se le escurrió por debajo de la pierna a rodrigo rey.

La chapa decía 1-0 pero justificar­la fue un ejercicio inútil hasta que Domínguez enganchó un derechazo soberbio que rozó en un defensor y se clavó en el ángulo de Sebastián Sosa a los 32. Cuesta mucho entender qué intenta hacer Independie­nte cuando tiene la pelota y aún más, cómo pretende defenderse cuando no la tiene. El resultado es una serie de despropósi­tos que empieza en el banco de suplentes y abarca todas las líneas de un equipo que marca mal, no elabora juego en el medio y solo se acerca al arco rival por aislados impulsos individual­es.

La superiorid­ad local encontró en el vestuario la dosis de frialdad cerebral que le hacía falta. o mejor dicho, la encontró Alemán, que terminó ganando por goleada la pulseada con su presidente. El uruguayo ajustó la tiza de su zurda en el descanso y a los 5 le puso un tiro libre en la cabeza a Leonardo Morales. El remate picado se metió contra el palo izquierdo de Sosa.

El 2-1 fue un golpe de nocaut para la pobreza física, futbolísti­ca y anímica de Independie­nte. Apenas cinco minutos más tarde el centro fue de Guillermo Enrique y el cabezazo –dentro del área chica ante el estatismo del arquero– lo conectó nicolás Contín y le bajó la persiana al partido.

Gimnasia se quitó la mochila extra de una semana con discusione­s internas y reforzó la de candidato cuando a sus ganas y su energía le añadió criterio. Independie­nte le agregó una nueva mancha a un presente cada día más insostenib­le y a un futuro cargado de preocupaci­ones.

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Benjamín Domínguez, autor de un golazo para el Lobo
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