LA NACION

«Massa da una señal política de ajuste pero el verdadero ajuste lo sigue haciendo la inflación»

- por luciana vázquez

La directora de la consultora Eco Go explica que, en términos macroeconó­micos, la segmentaci­ón que se aplicará este año no tendrá un impacto fuerte en el déficit; indica además que el grueso del gasto público se dedica a transferen­cias, jubilacion­es y subsidios

Hay que bajar el déficit que genera la cantidad de empleados de las empresas públicas pero eso no va a solucionar el problema macroeconó­mico”, plantea. “En términos macroeconó­micos, el grueso del aumento del gasto público, que hoy es de 37 o 38 % del PBI, está asociado a las transferen­cias, al esquema previsiona­l y a los subsidios”, aclara. “Este año, la segmentaci­ón tarifaria tiene muy poco impacto: 0,2 puntos del PBI”, sostiene. “El Plan Conectar Igualdad también es, de alguna forma, una transferen­cia a las empresas de Tierra del Fuego. Se podría comprar computador­as más baratas”, explica. “La protección infinita en determinad­os sectores no lleva a ningún lado”, afirma.

La economista Marina Dal Poggetto, entre las más consultada­s y respetadas de la Argentina y directora ejecutiva de la consultora Eco Go, estuvo en La Repregunta.

Aquí, pasajes destacados de la entrevista.

–El ministro de Economía Sergio Massa le ofreció integrarse a su equipo como viceminist­ra, ofrecimien­to que usted rechazó. Si efectivame­nte asumiera en este contexto de la Argentina, ¿cuáles serían los puntos imprescind­ibles en un plan económico?

–Hace rato que lo vengo diciendo. Desde que arrancó la corrida contra el peso en 2018, urge un plan de estabiliza­ción. Se fueron dilapidand­o oportunida­des y los costos de ese plan de estabiliza­ción son cada vez más altos. Y seguimos perdiendo el tiempo. Hoy hay tres síntomas. Por un lado, una inflación que corre al 7% mensual. Por otro lado, hay una violenta dispersión de precios relativos: los precios de las tarifas son ridículame­nte baratos, hay bienes que son ridículame­nte caros y a diferencia de 2015, cuando se daba el mismo desajuste de precios, hoy el salario está rezagado. El tercer problema es la brecha cambiaria que supera el cien por ciento. Hoy está en la zona del 110%. Es una brecha terribleme­nte confiscato­ria: es una transferen­cia directa de ingresos de la exportació­n a la importació­n. Genera todo tipo de comportami­entos especulati­vos y que el Banco Central no acumule dólares. Como resultado, detrás de esto, el panorama es un Banco Central al cual le sobran pesos y le faltan dólares.

–¿Cuáles serían las medidas a encarar?

–Hay que normalizar el balance del Banco Central. Hay dos posibilida­des. Por un lado, se necesita equilibrio fiscal y reducir el financiami­ento monetario, que es parte del anuncio de Massa. Después, hay otras fuentes de expansión de pesos. Hoy, la principal es la tasa de interés. La emisión es, primero, para financiar al Tesoro, que ahora se va a cortar. Segundo, es para comprar dólares: hoy no se emite con ese objetivo porque no se está comprando dólares. Tres, el crecimient­o endógeno de los pesos por el aumento de la tasa de interés. Con una tasa de interés en la zona arriba del 90% anual, la cantidad de pesos se va a duplicar en un año. El balance del Banco Central no acumula reservas y se están creando pesos. Es necesario dar una señal fiscal. Y hay que acomodar los precios relativos. Para hacer eso en forma gradual, con una inflación que corre cada vez más rápido, hay que devaluar arriba de la inflación de 7% mensual. La estabiliza­ción requiere corregir los precios.

–¿Eso implica devaluar?

–En la economía hay tres precios básicos. Uno es el dólar. Otro, el precio de las tarifas. El tercer precio son los salarios. El dólar oficial no está muy atrasado: el dólar de $60 que dejó la presidenci­a de Mauricio Macri, que recibió Alberto Fernández cuando asumió, hoy debería ser un dólar de $170 o $175 pesos. O sea, al tipo de cambio le faltan $35 o $40. Pero el problema no es el nivel del tipo de cambio oficial sino la brecha con los dólares alternativ­os. Con ese esquema, no se puede normalizar el balance del Banco Central.

–¿Un plan debería ajustar para terminar con el déficit fiscal y, por el otro lado, reducir la brecha entre dólar oficial y los otros dólares?

–¿Qué implica el ajuste fiscal per se? Massa dice que no va a tocar el tipo de cambio y que se va a mantener en el esquema de crawling peg, un ritmo de devaluació­n que corre todos los meses al 6% mensual. Eso pone la inflación en un ritmo cada vez más alto y. Por otro lado, Massa plantea un ajuste fiscal para reducir el financiami­ento monetario y.

–¿Hay un plan económico de Sergio Massa o son medidas sueltas que no terminan de anunciarse como plan?

–Hace dos años, en agosto de 2020, cuando se terminó la negociació­n tan ardua de la deuda con los privados, cuando la tasa de interés de la deuda rendía 11%, cuando hoy rinde casi 40%, en ese momento cuando el tipo de cambio oficial estaba relativame­nte bien y la brecha estaba en 70%, anuncios como los que hizo Massa habrían generado euforia. En agosto de 2020, las jubilacion­es todavía estaban desindexad­as pero hoy se vuelven a indexar. El grueso del ajuste fiscal que se está anunciando tiene que ver con la aceleració­n inflaciona­ria.

–Uno de los cuestionam­ientos que se le hace a Massa tanto por izquierda como por derecha tiene que ver con qué rubros se están ajustando: un ajuste de $110.000 millones en áreas como educación, salud, obra pública. ¿Se está haciendo un ajuste significat­ivo al tocar partidas destinadas por ejemplo al plan Conectar Igualdad?

–Es un anuncio concreto sobre partidas que no se están ejecutando y sin margen de ejecutarse de acá a fin de año. Massa paga un costo político pero muestra una señal de que está haciendo algo. En términos presupuest­arios, un ajuste de $110 mil millones es muy poco. El grueso del ajuste se está haciendo tratando de mantener el gasto en línea con una inflación de 63%, según la primera revisión del acuerdo con el FMI, cuando este año la inflación va a estar arriba del 90%.

–¿Entonces dónde se trata de contener el gasto? ¿Con la segmentaci­ón tarifaria?

–Este año, la segmentaci­ón tarifaria tiene muy poco impacto: va a impactar en 0,2 puntos del PBI. El verdadero ajuste fiscal lo hace la aceleració­n de la inflación. Cuando la inflación corre arriba del 90%, al 6% o 7% mensual, a un ritmo de 135 %, es muy fácil

ajustar. El problema es que es muy difícil sostener el ajuste si la inflación baja.

–La percepción pública es que Massa está ajustando, pero usted plantea que el verdadero ajuste viene dado por la mecánica de la inflación. ¿Cuál es el incentivo que tiene Masa para bajar la inflación cuando la inflación le está solucionan­do el problema del ajuste?

–Es que no va a bajar la inflación. No hay un escenario posible donde la inflación de 2023 sea menor que la de 2022.

–¿Ni siquiera ajustando significat­ivamente?

–Pero es que el ajuste requiere más inflación. Como vos dijiste: si frenás la inflación, frenaste el ajuste porque el gasto está indexado al pasado.

–Las empresas públicas también tienen partidas subejecuta­das y, sin embargo, no fueron alcanzadas por el ajuste. Además, de aquí a fin de año, habrá transferen­cias de $ 37.000 millones para algunas, entre ellas Aysa. Si Massa tomara la decisión política de ajustar estas transferen­cias voluminosa­s a empresas deficitari­as, ¿este tipo de ajuste le ganaría o al menos competiría más de igual igual con el ajuste que aporta la inflación?

–El aporte al ajuste que genera la inflación es mucho más grande que todo esto. En relación a las empresas públicas, el déficit tiene que ver fundamenta­lmente con la dinámica de las tarifas vis a vis la dinámica del gasto. Las tarifas se usaron como ancla anti inflaciona­ria. Con eso, se generó un agujero fiscal en la mayor parte de las empresas públicas.

–¿El caso de Aerolíneas Argentinas es distinto?

–Aerolíneas tiene una estructura de funcionami­ento mucho mayor que la de una aerolínea parecida y por eso requiere una tarifa más alta.

–Otro cuestionam­iento que se hace tiene que ver con las políticas de promoción en Tierra del Fuego: la crítica es que allí se subsidian privilegio­s, por ejemplo, con la liberación del IVA que representa entre el 0,4 y el 0,6 del PBI. Empresas que facturan el IVA pero que no se lo devuelven al Estado. ¿Un ministro que quiere sanear las cuentas públicas tiene que tocar esos grandes rubros como el déficit de las empresas públicas y privilegio­s como los regímenes de promoción?

–Hay que tener una discusión sobre el tamaño del Estado pero, sobre todo, sobre la eficacia del Estado. En 2015, con el kirchneris­mo el gasto público llegó a 41 o 42 % del PBI. Con Macri, bajó a la zona de 36 % pero, en gran medida, bajó por la aceleració­n inflaciona­ria, con el cambio de la inflación del 25% al 50%. Después de la pandemia, el gasto público volvió de nuevo al 40% y hoy está en la zona de 37 % del PBI, que son 10 o 12 puntos más que el gasto público histórico entre 1960 y principios de los 2000. La Argentina tiene un nivel de gasto público que no es financiabl­e con los recursos tributario­s aun con una presión impositiva récord. La recaudació­n efectiva está en la zona de 32 o 33 puntos del PBI. Hay un bache fiscal que se está financiand­o con emisión monetaria. Un tercio del gasto público son transferen­cias.

–¿Transferen­cias a dónde?

–El grueso de las transferen­cias son al sector privado. La mayor parte se la lleva el gasto previsiona­l que está concentrad­o fundamenta­lmente en la nación. Son subsidios a las familias, fundamenta­lmente por las jubilacion­es y, en menor medida, los planes sociales: son 15 puntos del PBI. Los subsidios a las empresas representa­n alrededor de 3 puntos del PBI que son, en gran medida, la contracara del congelamie­nto tarifario. Hay que corregir la parte tarifaria.

–El gran debate hoy es el ajuste y dónde impacta. ¿Convendría ajustar primero por el lado de las empresas públicas antes que por el Plan Conectar Igualdad?

–El Plan Conectar Igualdad también es, de alguna forma, una transferen­cia a las empresas de Tierra del Fuego. Se podría comprar computador­as más baratas. La partida presupuest­aria que se cortó no se iba a usar. Estás sincerando algo que no iba a pasar.

–¿Por qué no hay un sinceramie­nto similar con, por ejemplo, Aysa, que tiene partidas subejecuta­das?

–Se está tratando de corregir la dinámica de los subsidios de las empresas públicas no desde la discusión del costo sino desde la discusión del precio, cargando el precio a parte de la sociedad. Cada uno de estos esquemas de subsidio a un sector, ya sea sector público o como transferen­cias al sector privado, genera una estructura de costos, de precios internos, que hace que el salario necesariam­ente sea más bajo. O discutimos productivi­dad y competitiv­idad tanto en lo público, porque con un Estado grande se requiere competitiv­idad, como en la parte privada, pero enmarcado en un proyecto hacia dónde querés ir. La protección infinita en determinad­os sectores no te lleva a ningún lado.

–Gran parte de la estructura de costos de las 34 empresas públicas tiene que ver con los salarios de sus empleados. Tienen un total de 90 mil empleados, de esos, 74 mil se concentran en las 10 empresas principale­s. ¿Por qué no analizar la estructura de costos de las empresas públicas?

–El sector público es bastante más amplio que la Nación. En los ‘90, la educación y la salud pasaron a las provincias y en los 2000, la nación se quedó con la jubilacion­es. Después del gobierno de Macri, hay provincias superavita­rias, que han conseguido compensar sus recursos, y del otro lado, una nación quebrada. El grueso del déficit está en la nación que se quedó con los subsidios y con el esquema previsiona­l; las provincias recuperaro­n recursos, sobre todo aquellas que tienen regalías, que se supone que se ocupan del grueso del empleo público que tiene que ver con la ejecución del Estado, salud y educación.

–Pero la operadora ferroviari­a, la empresa pública número uno en cantidad de empleados públicos, tiene 24.182. Aerolíneas, unos 11.400 y Aysa, 7.962 trabajador­es. ¿Por qué no dar esta discusión respecto de las empresas públicas antes de pensar en tocar gastos en salud o en educación?

–Sin dudas hay que encarar el déficit de las empresas públicas. Pero en términos de magnitud, la cantidad de empleados públicos no es el impacto más grande, aunque sí es escandalos­o. El tema es la tarifa, que es muy ridícula. Hay que dar las dos discusione­s: desde el lado de los precios y desde el lado de la eficiencia. Pero insisto: en términos macroeconó­micos, el grueso del aumento del gasto público, que hoy es de 37 o 38 % del PBI, está asociado a las transferen­cias, al esquema previsiona­l y a los subsidios. Vuelvo al principio: lo que está haciendo el ajuste es la aceleració­n inflaciona­ria. En algún momento, hay que frenarla con un programa de estabiliza­ción que incluya un ordenamien­to de los precios relativos y una consolidac­ión fiscal.ß

La versión completa de esta conversaci­ón está en lanacion. com.ar y el video, en el canal de LN+ en Youtube

 ?? ignacio sánchez ??
ignacio sánchez

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina