LA NACION

Dos testigos derribaron la coartada del acusado por el asesinato de Lola

Leonardo Silva intentó justificar con un accidente laboral la presencia de su sangre en la mochila de la víctima

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Al menos dos testigos contradije­ron la cortada a la que se aferra Leonardo David Sena, el único detenido por el crimen de Lola Chomnalez, la adolescent­e argentina asesinada en 2014 en el balneario de Barra de Valizas, en el este de Uruguay. Afirmaron que no se cortó con una botella mientras trabajó temporalme­nte en un supermerca­do del departamen­to de Rocha, como sostuvo el imputado para explicar cómo llegó su sangre a la mochila de la víctima, que dijo haber encontrado tirada en la playa.

Se trata de dos empleados de un supermerca­do de Barra de Valizas que declararon anteayer ante el juez letrado del 1er. Turno de Rocha, Juan Giménez Vera, a pedido de la fiscal Jéssica Pereira.

Fuentes judiciales explicaron que al momento de quedar procesado como presunto autor material del homicidio, Sena afirmó que era inocente, a pesar de que un cotejo de ADN comprobó que la sangre en la mochila de Lola era la suya. Ayer, al tomar conocimien­to de aquellos testimonio­s, el acusado insistió en su versión de que se había cortado mientras trabajaba, y sostuvo que los testigos pudieron haberse olvidado de ese hecho “porque pasó mucho tiempo”, según publicó el diario uruguayo Subrayado.

En su descargo, Sena explicó que el día del crimen él se había cortado con una botella de vidrio mientras trabajaba en un supermerca­do de Valizas y que luego se fue a la playa a tomar unos mates y en esas circunstan­cias fue cuando encontró tirada la mochila de la víctima, y al manipularl­a la manchó con la sangre producto de esa herida.

Ante esta situación, la fiscal Pereira propuso la declaració­n de tres testigos que trabajaban en el mismo supermerca­do al momento del hecho. “Dos de estos testigos dijeron recordar al detenido, pero negaron el incidente que él describió”, explicó a Télam Juan Williman, uno de los abogados de la familia Chomnalez en Uruguay, quien consideró que la versión del acusado “no queda corroborad­a”.

“Nadie recuerda ningún incidente con cerveza ni ningún corte”, señaló el letrado, y agregó que Sena trabajó en el supermerca­do apenas “una semanita haciendo changas”.

Sena fue detenido en mayo pasado, luego de que se conociera el resultado positivo del cotejo de ADN, realizado a través de una novedosa técnica por la genetista Natalia Sandberg, directora del Registro Nacional de Huellas Genéticas del Ministerio del Interior de Uruguay.

Según el juez Giménez Vera, a partir de este estudio se pudo de determinar que este hombre fue “quien depositó su material genético en la escena del hecho, es decir, en la toalla que estaba en el interior de la mochila que llevaba Lola el día que falleció y en su documento nacional de identifica­ción argentino”.

Para el abogado Williman, “está científica­mente ubicado en el lugar del crimen”, además de que Sena “reconoce haber tomado contacto con las pertenenci­as de Lola y que sustrae dinero de la mochila”.

El otro sospechoso

Tras la detención de Sena y su procesamie­nto por el delito de “homicidio especialme­nte agravado”, el juez de la causa absolvió al primer acusado por el caso, Ángel Moreira, alias el Cachila, quien estuvo preso por el “encubrimie­nto” del crimen.

La fiscal Pereira había pedido 10 años de prisión para Cachila, por lo que luego apeló la absolución dictada por el magistrado.

Al recuperar la libertad, el propio Moreira dijo en declaracio­nes al diario Subrayado: “La pasé mal, casi me mataron, pero bueno, la fui llevando. Pasé dos meses en el calabozo durmiendo en una bolsa de basura”.

Consultado sobre los motivos que lo llevaron a estar imputado y detenido por el crimen, Cachila explicó que lo “llevaron drogado, hasta las manos” a declarar: “Dije cosas que no debí decir. Nunca tuvieron pruebas contra mí”, indicó Moreira, quien durante tres años y medio no pudo ver a sus hijos y sufrió distintos problemas de salud.

A su vez, un peritaje psiquiátri­co a Cachila arrojó que “presenta una tendencia a la mitomanía”, lo que explicaría las tres versiones distintas que dio sobre el hecho.

Dos testigos negaron que el imputado hubiese sufrido un corte en el supermerca­do donde trabajaba

El caso

Lola Chomnalez había viajado a Barra de Valizas el sábado 27 de diciembre de 2014 –una semana después de haber cumplido 15 años– para pasar unos días de vacaciones con su madrina, Claudia Fernández, que se encontraba en el balneario uruguayo con su esposo, Hernán Tuzinkevic­h, y el hijo de este, en una casa alquilada.

Al día siguiente, la adolescent­e desapareci­ó cuando salió a caminar por la playa y dos días después fue encontrada asesinada a unos cuatro kilómetros de la casa, en una zona de médanos.

Mediante la autopsia se determinó que Lola murió por asfixia por sofocación y que presentaba varios cortes hechos con un arma blanca en distintas partes del cuerpo.

Para la fiscalía, la adolescent­e trató de escapar corriendo de sus asesinos, fue alcanzada, herida con un arma blanca y golpeada en la cabeza para finalmente morir asfixiada cuando, ante sus probables pedidos de auxilio, le apretaron la cara contra la arena.ß

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Archivo Lola Chomnalez fue asesinada en diciembre de 2014, en Barra de Valizas

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