LA NACION

Veto a la venta de productos fabricados con trabajo forzado

Bruselas estima que este abuso afecta a 27 millones de personas en el mundo; 800.000 están dentro de los 27 países que componen la entidad geopolític­a

- Texto Manuel Gómez

La Comisión Europea ha aprobado un reglamento que busca evitar la venta de cualquier producto que en su proceso de elaboració­n contenga algún tipo de trabajo forzado. La aplicación de la norma, una vez que se apruebe por el Parlamento Europeo y el Consejo, correspond­erá a los Estados miembros, que para detectar la presencia de este tipo de trabajo contarán con informació­n de una base de datos de trabajo forzoso centrada en productos y áreas geográfica­s sensibles a la utilizació­n de este tipo de mano de obra. También se usará las due diligence [auditorías a fondo] que las propias empresas tienen que hacer en su propia cadena de suministro, explica Bruselas.

Aunque el trabajo forzoso pueda parecer una realidad del pasado, todavía hoy hay regiones del mundo en las que se produce. Según los cálculos con los que la Comisión contextual­iza su iniciativa partiendo de las investigac­iones de la Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo (OIT), aún 27 millones de personas sufren este abuso en todo el mundo. La situación puede encontrars­e incluso en la propia Unión Europea. El vicepresid­ente responsabl­e del área económica y comisario de Comercio, Valdis Dombrovski­s, calcula que afecta a unas 800.000 personas en Los Veintisiet­e, según explica en un encuentro con varios medios, entre ellos EL PAÍS. No obstante, el político letón, que advierte que esas cifras pueden estar desactuali­zadas por ser de 2012, sitúa en Asia central la zona más afectada por esta lacra.

“Esta propuesta supondrá un cambio real en la lucha contra la esclavitud moderna, que afecta a millones de personas en todo el mundo. Nuestro objetivo es eliminar del mercado de la UE todos los productos fabricados con mano de obra forzada, independie­ntemente de dónde se hayan fabricado. Se aplicará tanto a los productos nacionales como a las exportacio­nes e importacio­nes”, ha declarado Dombrovski­s.

“No podemos mantener un modelo de consumo de bienes producidos de forma insostenib­le. Nuestro mercado único es una baza formidable para evitar que los productos fabricados con trabajo forzado circulen por la UE, y una palanca para promover más sostenibil­idad en todo el mundo”, ha añadido el comisario responsabl­e de Mercado Interior, Thierry Breton.

Due dilligence

En la Unión Europea ya hay diversas normas que persiguen estos abusos, como una directiva de 2009 que fija sanciones mínimas a empleadore­s de inmigrante­s en situación irregular. Además, en la actualidad está en trámite otra directiva sobre la obligación para las empresas de realizar due dilligence, auditorías sobre sus cadenas de suministro, de ahí que esta propuesta esté muy vinculada a la aprobada este miércoles.

Pese a que este tipo de abuso se da más en actividade­s textiles, agrícolas o mineras, la nueva norma se dirige a todos los sectores y empresas, sin dejar fuera de su cumplimien­to a la pymes.

No obstante, explican los responsabl­es de la Comisión que en la aplicación del reglamento se tendrán en cuenta sus circunstan­cias y que, incluso, prevé dar orientacio­nes para que se realicen las auditorías en las cadenas de suministro­s. Dombrovski­s, además, apunta que no esperan que “haya costos importante­s adicionale­s para las empresas”.

Esta afirmación se basa en que Bruselas defiende que muchas empresas ya han avanzado en el trabajo de añadir transparen­cia a la cadena de suministro. No obstante, se asume que algo habrá cuando se señala que “los costes variarán en función del tamaño de la empresa, del sector y de la cadena de suministro de una determinad­a empresa”.ß

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KiKi cahyadi/getty Los talleres clandestin­os con mano de obra esclava están en la mira de la Unión Europea

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