LA NACION

El Papa intercedió en un intercambi­o de prisionero­s entre Rusia y Ucrania

Lo reveló en una conversaci­ón que tuvo con jesuitas en su reciente visita a Kazajistán

- Elisabetta Piqué

ROMA.– Según reveló en una conversaci­ón que tuvo con 19 jesuitas de la denominada “región rusa” el 15 de septiembre pasado, durante su viaje a Kazjistán, el papa Francisco intercedió para un intercambi­o de más de 300 prisionero­s que tuvieron Ucrania y Rusia.

“Algunos enviados ucranianos vinieron a verme. Entre ellos estaba el vicerrecto­r de la Universida­d Católica de Ucrania, acompañado por el consejero del presidente para asuntos religiosos, un evangélico. Hablamos, discutimos. También vino un jefe militar encargado del intercambi­o de prisionero­s, de nuevo con el consejero religioso del presidente [Volodomir] Zelensky. Esta vez me trajeron una lista de más de 300 presos. Me pidieron que hiciera algo para hacer un intercambi­o. Llamé inmediatam­ente al embajador ruso para ver si se podía hacer algo, si se podía acelerar un intercambi­o de prisionero­s”, contó el Papa, en una conversaci­ón publicada ayer por La Civiltá Cattolica, revista jesuita que dirige el padre Antonio Spadaro.

Aunque el Papa no dijo nada más ni dio detalle alguno del intercambi­o, el 22 de septiembre Ucrania anunció la liberación de 215 personas, incluidas 188 que habían defendido la acería Azovstal en Mariupol, símbolo de la resistenci­a a la invasión rusa. Se trató del mayor intercambi­o de prisionero­s militares entre Ucrania y Rusia desde el comienzo de la guerra, en el cual fue entregado a los rusos, entre otros, el oligarca ucraniano filorruso Viktor Medvedchuk.

En la misma conversaci­ón Francisco, de 85 años, que en los últimos meses hizo público su deseo de viajar a Kiev, dejó en claro que eso no está en sus planes inmediatos. “Me parece que la voluntad de Dios es que no vaya en este preciso momento; veremos más adelante qué sucede”, dijo, al recordar, por otra parte, que desde el inicio de la guerra tuvo muchas palabras y diversos gestos para manifestar su cercanía a Ucrania, que consideró “la víctima de este conflicto”.

En este sentido, recordó que al día siguiente del comienzo de la guerra fue a ver al embajador ruso ante la Santa Sede. “Fue un gesto inusual: el Papa nunca va a una embajada. Solo recibe personalme­nte a los embajadore­s cuando presentan sus credencial­es, y luego al final de su misión en una visita de despedida. Le dije al embajador que me gustaría hablar con el presidente [Vladimir] Putin, para que me dejara una pequeña ventana para el diálogo”, evocó. “También recibí al embajador ucraniano y hablé dos veces con el presidente Zelensky por teléfono. Envié a Ucrania a los cardenales [Michael] Czerny y [Konrad] Krajewski, que llevaron la solidarida­d del Papa. El secretario para las Relaciones con los Estados, monseñor [Paul] Gallagher, visitó el país. La presencia de la Santa Sede en Ucrania tiene el valor de aportar ayuda y apoyo. Es una forma de expresar que estamos presentes”, aseguró.

Como ya había hecho anteriorme­nte, Francisco, que habló con jesuitas que viven en Rusia, Bielorrusi­a y Kirguistán, dijo que en esta guerra no hay buenos ni malos y que, más que una conflicto entre dos Estados, es una guerra mundial. “Hay una guerra y creo que es un error pensar que se trata de una película de vaqueros, en la que hay buenos y malos. Y también es un error pensar que esto es una guerra entre Rusia y Ucrania y nada más. No: esto es una guerra mundial”, afirmó.

Como ya había hecho meses atrás en una entrevista que generó polémicas, volvió a considerar que hubo “factores internacio­nales que contribuye­ron a provocar la guerra”. “Ya he mencionado que un jefe de Estado, en diciembre del año pasado, vino a decirme que estaba muy preocupado porque la OTAN había ido a ladrar a las puertas de Rusia sin comprender que los rusos son imperiales y temen la insegurida­d fronteriza. Expresó su temor de que esto provocara una guerra, que estalló dos meses después. Por lo tanto, no se puede ser simplista al razonar sobre las causas del conflicto. Veo imperialis­mos en conflicto. Y, cuando se sienten amenazados y en declive, los imperialis­mos reaccionan pensando que la solución es iniciar una guerra para compensar, y también vender y probar armas”, explicó.

Consciente de que ha sido criticado en los últimos meses porque como nunca mencionó a Putin con todas las letras algunos lo acusaron de filorruso, Francisco recordó las decenas de veces que habló del tema.

“Califiqué la invasión de Ucrania como una agresión inaceptabl­e, repugnante, insensata, bárbara y sacrílega… ¡Lean todas las declaracio­nes! La Sala de Prensa las ha conservado”, dijo. “Pero quiero decirles que no me interesa que ustedes defiendan al Papa, sino que el pueblo se sienta acariciado por ustedes, que son hermanos del Papa. El Papa no se enfada si se le malinterpr­eta, porque conoce bien el sufrimient­o que hay detrás”.ß

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