LA NACION

Los crímenes y la violencia política marcaron la campaña

Casi siete de cada diez personas temen ser agredidas por sus preferenci­as, tras una gestión que incentivó la portación de armas

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SAN PABLO (De un enviado especial).– Hace nueve días, Antônio Carlos Silva de Lima, de 39 años, estaba en un bar de la pequeña localidad de Cascavel, en el estado de Ceará (nordeste), cuando Edmilson Freire, de 59, entró y preguntó quién votaría por Luiz Inacio Lula da Silva en las elecciones. Silva de Lima fue el único en contestar. “Yo lo haré”, dijo, según relataron testigos. Esa fue su sentencia. Acto seguido fue apuñalado en las costillas y murió ese mismo día en un hospital. La policía local atribuyó el asesinato a una “discusión política”.

Ese crimen fue solo uno de los casos brutales de la creciente violencia política que convulsion­ó esta campaña electoral en Brasil, en alerta por un ambiente de crispación que los expertos califican de alto riesgo –con homicidios, agresiones y amenazas– y que, advierten, podría agravarse después de la primera vuelta.

Según un sondeo de la firma Datafolha, un 67,5% de los brasileños teme ser agredido por su posición política, y un 3,2 % (equivalent­e a 5,3 millones de personas) dijo haber sido amenazado por ese motivo en las últimas semanas. La encuesta es un reflejo de la radicaliza­ción de la campaña, que tiene a Brasil dividido entre los seguidores de Jair Bolsonaro y los de Lula.

“Durante el gobierno de Bolsonaro la política de flexibiliz­ación de armas adquirió un tinte diferente. Por primera vez el discurso no fue que solo había que armarse para defenderse de la criminalid­ad, sino que también había que hacerlo para defenderse de los enemigos políticos. Es un discurso bastante peligroso”, advirtió a la nacion Ignacio Cano, sociólogo de la Universida­d del Estado de Río de Janeiro (UERJ) y experto en violencia en Brasil.

Desde que asumió, en 2019, el excapitán del Ejército firmó 40 decretos y normas para permitir el acceso de la población a las armas, que proliferar­on en el país. La cantidad de brasileños que se registraro­n como cazadores, tiradores deportivos y coleccioni­stas de armas se multiplicó casi por cinco (subió 474%) en cuatro años, hasta llegar a 673.818 en junio, según datos divulgados por ONG. El arsenal que acumulan se triplicó hasta superar un millón de armas, desde pequeñas pistolas a fusiles con alto poder de fuego, reportó la BBC.

“La violencia política viene creciendo en el país en la medida en que hay mucha gente armada y que hay exhortacio­nes de seguidores del presidente de que todos los coleccioni­stas y cazadores tienen que ser ‘guerreros’ a favor de Bolsonaro. Eso lleva a una preocupaci­ón por la posibilida­d de que se multipliqu­e la violencia política y que esas armas jueguen un papel en ese sentido”, señaló Cano.

En el primer semestre del año, Brasil registró un crecimient­o del 26% en los actos de violencia política respecto del mismo período de 2021, según un relevamien­to del Observator­io de Violencia Política y Electoral del Grupo de Investigac­ión Electoral de la Universida­d Federal de Río de Janeiro (UFRJ).

Entre los partidario­s del Partido de los Trabajador­es (PT) atribuyen la violencia a los discursos de odio y la intoleranc­ia que promueven los grupos de ultraderec­ha que apoyan a Bolsonaro. “Un pueblo armado jamás será esclavizad­o”, suele decir el presidente, que cuando es consultado por el tema recuerda que él mismo fue víctima de la violencia política cuando fue apuñalado en un acto de campaña en 2018 en Juiz de Fora (Minas Gerais).

“No podemos tener una guerra, y no podemos tener peleas entre nosotros”, dijo Lula en un reciente acto en San Pablo, en el que condenó “la violencia política porque alguien tiene una remera roja”, el color que identifica al PT.

El temor de los electores ha crecido en las últimas semanas a medida que surgen más reportes de hechos violentos. “Hay lugares públicos en los que me da miedo decir por quién voy a votar. Trato de hablar de política solo entre familiares y amigos cercanos”, le dijo a la nacion una simpatizan­te de Lula en San Pablo, que prefirió guardar el anonimato.

Los expertos alertan que ahora la atención estará puesta en la reacción que tendrá Bolsonaro frente al resultado de las elecciones, que según anticipan las encuestas podrían ser ganadas por Lula en primera vuelta. El presidente puso en duda la fiabilidad del sistema electoral brasileño (por una presunta manipulaci­ón del voto electrónic­o), advirtió que los jueces del Tribunal Superior Electoral que supervisan los comicios podrían amañar el voto a favor de Lula, y que solo reconocerá una posible derrota en caso de que las elecciones “sean limpias y transparen­tes”, aunque sin definir ningún criterio.

Para despejar temores, el viernes el alto mando del Ejército de Brasil anunció que respetará al ganador proclamado por el Tribunal Superior Electoral (TSE). “Quien gana, se lleva el resultado”, sostuviero­n los 16 oficiales más influyente­s de las Fuerzas Armadas.●

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