Filba copó el Recoleta con una maratón de lecturas
Antes de la entrevista pública a Laurie Anderson, hubo encuentros con autores, talleres al aire libre y trueque de libros
El anteúltimo día del festival Filba fue de superacción. A la gran expectativa por el primer encuentro de Laurie Anderson con el público se sumaron distintas propuestas participativas en el Centro Cultural Recoleta. Las entradas para la entrevista en primera persona a la cantante y performer estadounidense se agotaron en una hora. Así, unas 200 personas colmaron a partir de las 20 la sala Villa Villa para presenciar el diálogo de Anderson con la dramaturga Agustina Muñoz. Los 700 tickets gratuitos (dos por persona) para la presentación de esta noche en la terraza del CCR se entregan a partir de las 12.30 en la boletería.
Con traducción simultánea, la entrevista a Anderson fue la última actividad del día. Ovacionada al ingresar a la sala, la artista lucía una larga camisa leñadora con cuadros rojos y una amplia sonrisa. cuando muñoz le preguntó porqué se define como“una contadora de historias”, Anderson dijo: “No sé por qué la gente insiste en rotularme. Lo de contar historias es solo una parte de mi trabajo. Pero es cierto que hasta cuando pinto un cuadro, trato de contar una historia, aunque sea breve”. Al cierre de esta edición, continuaba el diálogo público.
La jornada en el Recoleta había arrancado a las 11 con un taller de biografías del autor y editor chileno Diego Zúñiga. A partir de las 15, en la terraza, con clima primaveral, muchos se acercaron a buscar libros en la biblioteca abierta; a crear un “cadáver exquisito” colectivo en una computadora; y a la clásica sección de lectura uno a uno. También al aire libre, la portuguesa Júlia Barata ilustro en vivo “logos para tu causa”. Sentados sobre pufs y colchonetas de colores y hasta en sillas playeras, muchos siguieron las lecturas con mate en mano. El público del Filba se mezclaba con los adolescentes que convirtieron el Recoleta en un lugar de pertenencia y van a escuchar rap y a reunirse entre pares.
En simultáneo, en la sala Código Lux, Iosi Havilio emprendía su “odisea”: una maratón de lectura de una novela inédita de 1590 capítulos. De unas siete horas ininterrumpidas, la “performance” de Havilio empezó con unos pocos curiosos como público y congregó asistentes a lo largo de la tarde. Las únicas pausas que hizo el autor fueron para ir al baño. Fue un verdadero homenaje al lema de esta edición: “Fuerza activa”. Otros que también se tomaron en serio el lema fueron los que se anotaron en la caminata literaria encabezada por Santiago Llach, que partió a las 15 desde el parque Rubén Darío con paradas bajo los árboles y consignas creativas.
Mientras en el patio continuaba la cata de libros, a las 18, Pedro Mairal, Hernán Ronsino y Claudia Piñeiro emprendieron lecturas de textos propios en la sala La Capilla, que estuvo repleta. Participó como presentadora Gabriela Adamo, de Fundación Filba, que definió la actividad como “una rotativa lectora”. Ya de noche, mientras continuaba la maratón de Havilio, los responsables de la librería Aristipo recibían a los asistentes a la fiesta “Francachela” con choripanes, vino, música y una mesa con libros.•