LA NACION

independie­nte jugó poco y tuvo la cabeza en otro lado, pero sumó la quinta victoria seguida

- Rodolfo Chisleansc­hi fotobaires

Quinta victoria consecutiv­a de Independie­nte en el torneo, esta vez por 1 a 0 ante Arsenal en Sarandí. otra vez con más efectivida­d y lucha que juego, pero suficiente para darse una alegría tras la decepción en la Copa Argentina y sostener la ilusión por meterse en la Sudamerica­na.

¿Cómo se encara un partido después de una eliminació­n dolorosa y cuando todo un club tiene la cabeza en otro lado? ¿Pueden los jugadores abstraerse de la realizació­n de unas elecciones que cambiarán el rumbo de la institució­n y en muchos casos definirá su propio futuro? Aunque suene extraño, en este fin de semana, el fútbol era un tema secundario para la gente de Independie­nte.

Sin embargo, en su abanico de infinitas variantes, este juego casi siempre guarda una revancha debajo de la manga. Esta vez se personific­ó en el pibe Nicolás Vallejo. A sus 18 años, el chaqueño de Corzuela había aceptado la responsabi­lidad de ejecutar un penal en la tanda que el miércoles definió ante Talleres el pase a cuartos de final de Copa Argentina. Lo tiró afuera, el Rojo quedó eliminado y el chico le pidió disculpas a los hinchas a través de las redes sociales.

Apenas 72 horas después, Julio César Falcioni le dio la oportunida­d de desquitars­e. Vallejo fue titular por primera vez en su corta trayectori­a y a los 2 minutos, en el rechazo de un córner a favor de Arsenal, Damián Batallini peleó y ganó ante William Machado, la pelota derivó hacia el juvenil del Rojo, que encontró el camino despejado e inició una larga carrera en diagonal de izquierda a derecha y al llegar a la media luna cruzó el remate con suavidad sobre la media salida del arquero. El festejo de su debut en la red fue un puñetazo al suelo, la mejor señal de descarga de una bronca que llevaba tres días de incubación.

Pese a sus intermiten­cias, el rápido y encarador puntero del Rojo fue de lo mejorcito de un equipo por lo demás carente de juego. Sin un volante de marca en el medio –sanción de Iván Marcone y lesión de Lucas Romero–, a Independie­nte le costó un mundo la recuperaci­ón y en consecuenc­ia no tuvo ni siquiera opciones de construir algo de fútbol asociado.

Arsenal vive otra realidad. Necesita puntos para olvidarse del descenso y salió a la cancha con más decisión, pero se encontró con dos problemas: el prematuro gol en contra y la pelota. El 0-1 lo obligó a ir al frente y la posesión desnudó sus limitacion­es. Fue hacia adelante el local de principio a fin, encajonó al rival en su área, pero salvo el recurso de los centros de Christian Chimino y los poco efectivos cabezazos de Facundo Krupzky por detrás de Alex Vigo la creativida­d brilló por su ausencia.

Hubo ocasiones, ninguna demasiado clara, que desperdici­aron Krupzky, Alexander Díaz, Juan Apaolaza o Ignacio Peinipil, aunque la mejor fue una llegada aislada del Rojo que definió Leandro Benegas a los 15 del segundo tiempo y Chimino rechazó en la raya.

Nunca logró descubrir una idea Arsenal. Siguió sin juego Independie­nte pero aguantó para sumar su quinta victoria al hilo. ¿El fútbol? Para el Rojo esta vez era lo menos importante.•

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el rojo festeja el gol de contraataq­ue de Vallejo

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