Un campeón con mucha influencia argentina
Independiente del Valle, conducido por el DT Anselmi, venció a San Pablo por 2-0 con un golazo de Faravelli y otro de Lautaro Díaz
Desde aquella histórica edición 2020 que contó con una final íntegramente argentina (que ganó históricamente Defensa y Justicia), el rendimiento de los equipos del país en la de Copa Sudamericana ha caído considerablemente; Lanús fue el que más lejos llegó en la actual temporada, eliminado en los octavos de final. No obstante, la final disputada ayer tuvo un condimento nacional inherente, no sólo en su sede, el Estadio Mario Alberto Kempes de Córdoba, sino también en los propios equipos que disputaron la definición, en particular el campeón y verdugo del granate, Independiente del Valle, cuyo contingente conforma la mitad del once inicial.
Pero los argentinos no son meramente un número en el equipo que venció contundentemente a San Pablo por 2-0, sino que son protagonistas excluyentes. Lautaro Díaz y Lorenzo Faravelli participaron en ambos tantos como goleadores y asistidores. El pehuajense Mateo Carabajal y Richard Schunke (hermano menor de Jonathan, de extenso recorrido en el ascenso y primera división) comandaron la defensa campeona. El inoxidable Cristian Pellerano, de 40 años, llevó la cinta de capitán y levantó el trofeo, como ya lo había hecho en 2019 y también 2010, pero con Independiente de Avellaneda. Y no puede faltar Martín Anselmi, el periodista deportivo devenido en joven director técnico que fue parte de aquella primera conquista en Asunción como asistente de Miguel Ángel Ramírez, y ahora guió a los ecuatorianos a otro título en apenas tres años a base de un estilo de fútbol de presión alta y transiciones precisas y veloces.
El mérito de Independiente está también en cómo fue construyendo esa base de futbolistas que ayudaron a conseguir un nuevo triunfo continental. El proyecto que lleva a cabo la institución hace más de una década consiste en poner un profundo énfasis en formar y potenciar jugadores surgidos en las inferiores del club, que hoy conforman la columna vertebral de la joven selección ecuatoriana que viajará a Qatar (se destacan nombres como Piero Hincapié, Gonzalo Plata, Alan Franco, Moisés Caicedo y Michael Estrada) y en paralelo reclutar por bajo costo en ligas del resto del continente.
Un ojo especial
Los ejemplos son contundentes: Schunke pasó seis años en Almagro antes de emigrar a Ecuador; Carabajal fue traspasado tras disputar apenas 33 partidos con Arsenal; Pellerano llegó con 36 años en 2018 después de un paso por Tijuana; Faravelli surgió de Newell’s y luego pasó por Gimnasia y Huracán; y Díaz, figura en la final, jugaba en Villa Dálmine hace seis meses.
Y este segundo título internacional es tan solo una nueva confirmación del éxito sin reservas del modelo que lleva a cabo el negriazul. Los primeros sondeos llegaron con el subcampeonato local obtenido en 2013, pero a los éxitos conocidos, como aquella histórica campaña de Copa Libertadores en 2016 y la mencionada Sudamericana 2019, hay que sumarle también lo conseguido en categorías inferiores: el conjunto de Sangolquí domina la Libertadores Sub 20, competición de la que fueron finalistas en 2018 y 2022, pero que conquistaron por primera vez en 2020, venciendo a un River que tenía en sus filas a Enzo Fernández y Lucas Beltrán, entre otros.
En un contexto de fútbol sudamericano de severas diferencias deportivas y económicas entre Brasil, la Argentina y el resto del continente, cuyas consecuencias se profundizarán en los años venideros, el proyecto que lleva a cabo Independiente del Valle se erige como un serio adversario a una hegemonía que parece inquebrantable. ¿La clave? La combinación de juventud ecuatoriana con experiencia argentina. Faravelli lo puso en palabras luego de que se confirmó la victoria en Córdoba: “Me parece que no somos conscientes de que tal vez estamos escribiendo una página grande para el fútbol de Ecuador, no sólo para nosotros, y ojalá podamos seguir escribiendo páginas aún mayores”.•