LA NACION

Truss retrocede en una baja de impuestos y debilita a su gobierno

Eliminó la reducción de tasas a los grandes contribuye­ntes, anunciada la semana pasada

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LONDRES.– La primera ministra británica, Liz Truss, se vio obligada ayer a dar un humillante giro de 180 grados tras menos de un mes en el poder, revirtiend­o un recorte en la tasa más alta del impuesto a la renta, que contribuyó a desatar la agitación en los mercados financiero­s y una rebelión en su partido.

El ministro de Finanzas, Kwasi Kwarteng, dijo que la decisión de suprimir el recorte de la tasa impositiva más alto se había tomado con “cierta humildad y contrición”, después de que los legislador­es de su partido reaccionar­on con alarma ante una medida que favorecía a los ricos en plena recesión económica.

Elegidos por los miembros del partido, pero no por los votantes británicos, Truss y Kwarteng tratan de sacar a la economía de una racha de más de 10 años de crecimient­o estancado con un plan al estilo de la década de 1980 para recortar los impuestos y la regulación, todo ello financiado con deuda.

En señal de ruptura con la“ortodoxiad­el Tesoro ”, también despidiero­n al funcionari­o de mayor rango del departamen­to de finanzas del gobierno y publicaron el plan de recorte de impuestos sin acompañarl­o de previsione­s sobre su costo.

Los inversores –acostumbra­dos a que Gran Bretaña sea un pilar de la comunidad financiera mundial– se quedaron atónitos. Vendieron activos a tal velocidad que la libra alcanzó un mínimo histórico frente al dólar y el costo del endeudamie­nto público se disparó, obligando al Banco de Inglaterra a intervenir para apuntalar los mercados.

“Es asombroso”, dijo un legislador conservado­r. “El daño ya está hecho. Ahora también parecemos incompeten­tes”. Otra persona del partido dijo que el gobierno conservado­r, en el poder bajo diferentes líderes durante 12 años, pero con Truss como primera ministra solo desde el 6 de septiembre, ya estaba tratando de “sobrevivir un día a la vez”, porque la confianza y la credibilid­ad se agotaban.

Si bien la supresión del tipo impositivo máximo solo supuso unos 2000 millones de libras de los 45.000 millones de recortes fiscales no financiado­s, fue el elemento más espinoso de un paquete que también destinó decenas de miles de millones de libras a subvencion­ar los costos de la energía.

Menos de un día después de que Truss acudió a la cadena de TV de la BBC para defender lap olí tic a, un comunicado en el que decía que ahora aceptaba que se había convertido en una distracció­n.

“Hemos escuchado a la gente y sí, hay algo de humildad y contrición”, dijo Kwarteng a la radio de la BBC.

El jefe de las finanzas públicas dijo que no se había planteado dimitir. Es probable que la decisión de dar marcha atrás someta a Truss y a Kwarteng a una presión aún mayor, una nueva amenaza a la estabilida­d política en un país que ha tenido cuatro primeros ministros en los últimos seis años.

A la pregunta de si debería dimitir o ser despedido, un legislador conservado­r dijo: “Es muy difícil, por supuesto, porque acaba de ser nombrado. Pero mi opinión es que está muy debilitado”.

Truss y Kwarteng fueron elegidos parlamenta­rios en 2019, cuando el exlíder Boris Johnson se aseguró una victoria aplastante con un manifiesto muy diferente, prometiend­o aumentar el gasto del gobierno, particular­mente en las áreas más desfavorec­idas de Gran Bretaña.

Si bien defendió la política de recorte de impuestos, Truss no pudo descartar que requeriría recortes en el gasto de los servicios públicos y restriccio­nes en las ayudas sociales para equilibrar las cuentas.

Muchos conservado­res advirtiero­n que corrían el riesgo de volver a su imagen de “partido desagradab­le” de hace 20 años. El Partido Laborista dijo que el gobierno había destruido su credibilid­ad económica y dañado la economía.

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AFP Liz Truss, premier británica

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