LA NACION

El oficialism­o, enredado en la encrucijad­a electoral de 2023

Mientras en el Frente de Todos debaten sobre la probable suspensión de las PASO, Cristina Kirchner tiene la última palabra

- Maia Jastreblan­sky

Hace 15 días, en una tertulia improvisad­a y discreta fuera de la residencia de Olivos, Alberto Fernández se sinceró sobre su proyección para 2023.

“Yo voy a trabajar para que el Frente de Todos retenga el poder, no voy a ser un obstáculo”, dijo. Lo escuchaban el jefe de Gabinete, Juan Manzur –ese día había disertado en Diputados–, y un grupo de dirigentes y legislador­es. El Presidente hace tiempo que no habla de ir por la reelección en sus conversaci­ones políticas. No porque haya abandonado del todo su ambición, sino porque sabe que no es momento de insistir, dado que hoy los actores del PJ no tienen fichas puestas en él.

Las tensiones electorale­s ya vibran en todos los rincones del Frente de Todos. La oferta de candidatur­as del peronismo aún tiene mil interrogan­tes, pero hay algo que es de sentido común en todo el oficialism­o: que el kirchneris­mo no debería volver a entronizar a alguien extraño a sus filas sin poder político propio. Que el experiment­o de 2019 salió mal y que lo padecieron todos.

Cuando falta un año para los comicios presidenci­ales, todavía hay dos grandes dudas a resolver para empezar a ordenar a los postulante­s: si habrá o no PASO y si Cristina Kirchner se postulará a la presidenci­a.

Respecto de las PASO, aunque en el Congreso hay movimiento­s para eliminarla­s, las opiniones están divididas. Cristina, según la escucharon en las últimas semanas, es poco proclive a suprimirla­s. “Ella ya ha dicho que no hay que hacer cosas raras, que la elección no se gana o se pierde por eso”, dijo un importante funcionari­o que se sienta a las mesas políticas de peso. Pero tampoco está operando para frenar el ímpetu de los gobernador­es, que están en una cruzada por evitar la instancia de las internas.

Axel Kicillof, por caso, transmitió que “evidenteme­nte es un debate que se está dando y que hay que escucharlo en detalle”. La Cámpora, en tanto, necesita de las PASO si quiere disputar poder en distintas comarcas del conurbano.

Fernández, por su parte, quiere preservar el sistema actual. Así lo conversó con los líderes cegetistas días atrás en Olivos, que también quieren sostener las PASO. “Alberto cree que no se puede volver a elegir con el dedo. Apunta a que haya un peronismo más amplio”, señaló un ministro. El Presidente necesita de las PASO si aún alberga la esperanza de postularse.

Disimulado en sus gestos, Sergio Massa está más alineado con la idea de saltear las internas. “Es de los que creen que las PASO los beneficia a ellos (Juntos por el Cambio) porque ordena el voto útil”, dijo a la nacion un referente que lo conoce desde hace muchos años. Trascendió que el tigrense les transmitió a los diputados de sus filas que levanten la mano si tienen que votar la eliminació­n de las PASO, pero cerca suyo lo negaron.

Massa trata de ocultar cualquier movimiento que lo muestre desenfocad­o de su rol de gestor económico, pero todos hablan de él como presidenci­able, porque es su sueño. Su destino estará muy ligado a su alianza estratégic­a con Cristina y La Cámpora, que ya comenzó a mostrar las primeras fisuras. “No está tan claro qué quiere hacer el kirchneris­mo. ¿Puede ser Sergio el candidato de ellos? No lo saben ni ellos”, dijo un funcionari­o.

El otro actor político que busca incidir en la discusión es la liga de gobernador­es del Norte Grande. En ese colectivo también hay presidenci­ables. Además de Jorge Capitanich -algunos creen que podría dejar pasar el turno-, está el propio Manzur. El jefe de Gabinete no sabe si tendrá lugar en la grilla nacional, pero en el Gobierno ya reconocen que es probable que no llegue hasta el final del mandato en su despacho, porque el año que viene el tucumano podría volver a su provincia para recuperar su silla de gobernador. De mínima, le permitirá clausurar la oferta electoral del PJ tucumano al postularse él como candidato a vicegobern­ador con Osvaldo Jaldo (su reemplazan­te) encabezand­o la boleta provincial.

Cortocircu­itos

Si hace tiempo que Fernández, Cristina y Massa entraron en una dinámica de agendas paralelas, ese juego ahora comienza a mostrar tirantez con la perspectiv­a electoral. Esta semana, la vicepresid­enta condicionó públicamen­te al ministro de Economía al pedir “una intervenci­ón más precisa y efectiva” para controlar la inflación. “Ella no puede validar esta inflación, la vienen corriendo por izquierda porque se divorcia de su electorado”, leyó un hombre del conurbano.

El Presidente y su vice ya casi no dialogan sobre gestión y estrategia política. Solo hablan esporádica­mente sobre la agenda judicial de la vice (Vialidad y los “copitos”), a partir de algún gesto de acompañami­ento del jefe del Estado.

Tensión interna

Por otro lado, hay una tensión latente entre el Presidente y el titular del Palacio de Hacienda por la capitaliza­ción de los anuncios. “Si la economía repunta, ¿por qué Alberto no se le animaría a Massa? De alguna manera puede disputarle la autoría de la gestión”, reflexionó un funcionari­o. En la Casa Rosada repiten que Massa está desplegand­o el plan que siempre instruyó Fernández.

En definitiva, cualquier disputa estará sujeta a la decisión personal y política de Cristina. El ecosistema kirchneris­ta hoy se divide entre quienes creen que la vicepresid­enta va a volver a jugar y aquellos que la ven en otra sintonía, todavía muy preocupada por el atentado y sus implicanci­as. “El ánimo de ella es otro, no le podemos hablar de una campaña ahora. Ella siempre bailó con Fuerza Bruta y no sabe si lo va a poder hacer más”, dijo a la nacion una fuente de trato directo con la vicepresid­enta.

Más allá de que todavía sigue en el trance por el intento de homicidio de Recoleta -sigue muy de cerca cualquier informació­n que le acerquen sobre posibles conexiones de su atacante-, todo el tetris electoral depende de su voluntad. No solo el tramo nacional, sino también la provincia.

El candidato de Cristina para retener Buenos Aires es Kicillof, que lo que más quiere es pelear por la reelección. Eso genera tensión con los intendente­s, que quieren cotizar mejor el capital político que aportaron al Frente de Todos. Muchos empujan a Martín Insaurrald­e, aunque difícilmen­te logren imponerse.

Un intendente del conurbano en uso de licencia reflexionó: “Si ella no juega, ¿quién va a ser su candidato a presidente? ¿Va a ser Massa o alguien propio? Solo en ese caso podría ubicar a Axel en otro lugar de la boleta y ahí se abriría la discusión por la provincia, si no, está todo dicho”.

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